Medios locales como XEVT 104.1 FM, con base en las declaraciones de Irbing Orozco Juárez, subsecretario de Transición Energética de la Secretaría para el Desarrollo Energético (Sedener), han dado a conocer que la temporada de calor ha incrementado significativamente la demanda del servicio de energía eléctrica en el estado.
A decir del funcionario, esa es la razón por la que se han generado variaciones en el flujo de energía y en algunos casos, la quema de transformadores. Como consecuencia, se han registrado en los últimos días más de mil apagones.
Las constantes interrupciones al suministro eléctrico han provocado daños en aparatos electrónicos, pérdidas económicas en los pequeños negocios y hasta pérdidas humanas.
El gobernador Carlos Merino, por su parte, rechazó el pasado 15 de mayo que la situación sea resultado de falta de capacidad de producción de luz de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), asegurando que la empresa ha aumentado su generación de energía al turbinar más en las plantas hidroeléctricas del Sistema del Alto Grijalva.
Sea como sea, el problema es que las constantes interrupciones al suministro eléctrico han provocado daños en aparatos electrónicos, descongelamiento de alimentos y productos perecederos en los hogares, pérdidas económicas en los pequeños negocios y hasta pérdidas humanas. Sí, querido lector, leyó usted bien.
La misma fuente citada al principio de la presente colaboración informó el pasado 7 de julio de este año que “un total de 20 defunciones relacionadas con las altas temperaturas se han registrado en Tabasco, ubicándose en el segundo lugar a nivel nacional por número de muertes por esta causa, sólo por debajo de Nuevo León”.
Alguien pudiera pensar que es exagerado relacionar una cosa con otra. Sin embargo, si tomamos en cuenta que, de acuerdo con “el informe emitido por la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud federal, (…) del total de fallecimientos (…) diecinueve fueron por golpe de calor y una más por deshidratación”, podremos concluir que quienes perecieron por las altas temperaturas fue precisamente por no contar con sistemas de ventilación adecuados, probablemente por su precaria situación económica pero también por una deficiente infraestructura eléctrica que, ante una creciente demanda de energía, colapsa inmediatamente, como es el caso que comentamos.
Carlos Mario García, habitante de Simón Sarlat del municipio de Centla, nos cuenta de los graves problemas que enfrenta su comunidad con la red eléctrica que tiene más de 40 años de antigüedad:
“No vayamos muy lejos; aquí tenemos un transformador de 75 kVa de donde están conectadas 80 familias y algunas casas tienen hasta dos bajantes porque la familia ya creció; se supone que ese transformador sólo tiene capacidad para veinte casas. Ya se nos descompuso dos veces y el presidente municipal electo lo mandó a arreglar, pero ya no quedó bien; ahora lo que estamos haciendo es cooperarnos para comprar uno nuevo. El problema de los apagones los tenemos desde hace siete años; todos pensamos que con López Obrador iba a cambiar todo, pero nada; todo sigue igual. Mire usted, aquí estamos hablando y se acaba de ir la luz”.
Por su parte, Silvia Liliana García Esquivel, vecina de Tamulté de las Sabanas, perteneciente al municipio Centro, nos platica que el pasado lunes se vieron obligados a bloquear la carretera Villahermosa-Ciudad del Carmen por más de 5 horas para hacer presión y hacerse escuchar por la CFE.
García comenta que el problema empezó cuando la paraestatal realizó cambios en las líneas de alta y media tensión y les conectó a otro servicio, el cual no da abasto a la demanda de toda la comunidad.
Indignados ante la falta de atención, decidieron tomar medidas drásticas para obligar a que las autoridades actuaran de inmediato. Fue así como lograron que un grupo de técnicos se trasladara a una subestación eléctrica cercana al poblado para iniciar los trabajos que, a decir de ellos, resolverían de manera definitiva el problema.
“Aquí nosotros sí pagamos la luz, más del 75 % de la comunidad la pagamos; así que tenemos derecho a que nos atiendan y nos den buen servicio. Y los que no la pagan es porque el propio presidente dio el ejemplo”, agrega molesta doña Silvia.
Desgraciadamente, no son los únicos casos. Como reconocen los representantes de la Sedener, son más de mil apagones que se han presentado en los últimos días. El problema es que, al reportar la falla, la atención técnica tarda varias horas en llegar.
Es así como el bloqueo de calles del centro de Villahermosa ha sido la constante en estos días porque los afectados creen que es la única forma en que pueden ser escuchados y atendidos con prontitud, dándose casos de retención de personal de la CFE para obligar a la empresa a responder.
Ahora que ha iniciado la temporada de lluvias, lejos de aminorar la situación, se sigue complicando porque las tormentas eléctricas hacen lo suyo.
Sería bueno que las autoridades correspondientes dejen de ocultar la obsolescencia de la infraestructura eléctrica, hasta en las colonias más cercanas a la zona céntrica de la capital, si ese fuera el caso.
Los afectados, por su parte, harían bien en empezar a unirse en organizaciones duraderas para buscar soluciones más abarcadoras que contemplen cambio de tendido eléctrico, transformadores y postes de luz donde sea necesario. De lo contrario, cada temporada de estiaje se repetirá la historia y continuará en la temporada de lluvias, por los siglos de los siglos.
Las luchas espontáneas surgidas al calor de la necesidad inmediata son buenas, pero son llamarada de petate que se apaga al primer soplo del viento. A nadie le hace daño estar organizado de manera permanente con quienes comparten con nosotros intereses comunes.
Después de todo, los únicos que se oponen a las organizaciones sociales son los gobiernos que no están dispuestos a atender y resolver las necesidades de la gente.
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