Para nadie es desconocido que el problema de la inseguridad tiene a la ciudadanía con el Jesús en la boca. Es tan grave la situación que nadie, al salir de su casa, tiene la certeza de que regresará a ella sano y salvo, si no será asaltado en la vía pública, en el transporte colectivo o en la carretera y si sus hijos no serán víctimas de secuestradores o de violadores.
El origen de este grave problema social tiene sus raíces en el hecho de que la gente en edad de laborar no encuentra trabajo, y el que por suerte logra emplearse, recibe por diez o más horas de labor, un salario que no le permite a una familia integrada por cuatro miembros, alimentarse sanamente, vestirse, curarse, educarse, calzarse y mucho menos gozar de descanso. Se convierte la solución de estas necesidades en un anhelo imposible de alcanzar, dados los exiguos recursos con los que cuentan los trabajadores. Viven en una espantosa pobreza que los obliga a delinquir. ¿Y los que no encuentran trabajo? Con mayor razón pasan a engrosar, por los mismos motivos, las filas de la delincuencia.
El gobierno, tratando de paliar este mal, ha aplicado, hasta hoy, esencialmente, dos medidas:
La primera: la entrega de dinero de manera directa a ciudadanos previamente censados, tratando con estos recursos, cambiar la situación mísera del censado por una vida decorosa y más humana. El fracaso de esta política no ha logrado imponerse a la miopía de los gobernantes ni a los intereses políticos de los mismos, por lo que, por un lado, se continúa con la entrega de apoyos económicos de manera directa (aunque más selecta) y, por el otro, se suspenden programas que representaban un verdadero apoyo para el mejoramiento de la vida de los humildes, tales como el Seguro Popular, Procampo y otros. Así, la inseguridad pública no sólo no se erradicará o disminuirá, sino que seguirá aumentando día con día, lo que nos demuestra que andamos por caminos equivocados, para su solución. Y no podemos esperar otros resultados. Un ejemplo, un tanto rudo, explica la razón del fracaso: Demos dos mil pesos mensuales a un pordiosero y, al paso del tiempo, no sólo no tendrá resueltos sus males iniciales, sino que a éstos se habrán agregado nuevos problemas, porque no resolvimos el problema de fondo que es su pobreza.
Mutatis mutandis es lo que le sucede al país. Al no resolverse el problema de la miseria del pueblo, que es el origen de la inseguridad, los problemas sociales no sólo no se habrán resuelto, sino que se agravarán con el transcurso del tiempo. La gran inseguridad que padecemos, es la prueba contundente de lo que aquí afirmamos.
La segunda: A un problema económico se está aplicando una solución militar. La creación de la Guardia Nacional es un remedio militar a un problema económico. Por tanto, es seguro que el problema de la inseguridad no se resolverá con esta medida y, como consecuencia natural, seguirá reproduciéndose aún más.
Sólo si aplicamos el remedio adecuado al problema, habrá amplias posibilidades de curar al país de este mal canceroso.
El Movimiento Antorchista Nacional plantea -como remedio urgente, aunque no el único, pero sí imprescindible, para frenar el problema de la inseguridad en el país- dar trabajo bien remunerado a todos los ciudadanos y ciudadanas que estén en edad de laborar, de tal manera que las familias puedan tener vivienda digna, alimentarse sanamente, vestirse, curarse, educarse y recrearse padres e hijos. Acabar con la pobreza, para habitar en un ambiente sano y más humano, permitirá cultivar valores morales y sociales en esos hogares, que serán totalmente diferentes y superiores a los que se practican en una pocilga. De ahí que el mejoramiento moral, económico y social de las familias, sea requisito insustituible para acabar con la inseguridad. ésa es la medida más segura que, aunada a otras, erradicará el clima de violencia que vivimos los mexicanos.
Ahora bien, como nadie se atreve a aplicar esta medida, porque significa tocar intereses de gente muy poderosa, seguiremos siendo víctimas del crimen, del robo, del secuestro, de la drogadicción y de todos los males que trae consigo la pobreza. Seguirán formando parte de la vida cotidiana, de las mujeres y de los hombres, todos estos males sociales.
La realidad nos ha demostrado que, por la vía de militarizar al país y dar dádivas a los ciudadanos humildes, no se resolverá el problema de la inseguridad; también estamos claros que proporcionar trabajo bien pagado a todos los trabajadores mexicanos sólo será posible cuando el pueblo esté organizado en número tal que pueda cambiar la política actual aplicada en favor de unos cuantos, por una política en favor de la inmensa mayoría de los mexicanos, que somos los humildes. Y en eso estamos. ésa es la verdadera y única razón que nos anima a visitarlos, casa por casa, colonia por colonia, para constituir la herramienta de defensa y superación de los pobres.
Mientras llega ese momento, hay que emplear y aceptar las medidas que hasta ahorita el gobierno viene instrumentando. Recibamos los apoyos, practiquemos las medidas de seguridad planteadas, pero no olvidemos nunca la tarea de forjar la única y verdadera herramienta que solucionará el problema de la inseguridad: la organización del pueblo, Antorcha Revolucionaria.
Por eso creemos que el Sr. Presidente de Izúcar de Matamoros, cuyo interés, estamos seguros de ello, es buscar la tranquilidad ciudadana, haría muy bien en construir casetas de vigilancia en puntos estratégicos de la ciudad, tales como Cuatro Caminos, salida a San Juan Epatlán, salida a Matzaco, e instrumentar vigilancia policial en las escuelas de la ciudad a las horas de entrada y salida de dichas instituciones.
La vigilancia en esos lugares inhibirá, con toda seguridad, la actividad de la delincuencia que sufren los izucarenses. La colocación de semáforos y el reencarpetamiento de los tramos carreteros, que por el deterioro del pavimento están convertidos en verdaderas trampas mortales, son medidas aleatorias para mejorar la circulación vehicular y disminuir los accidentes viales.
En esta tarea, cuente con nuestra decidida y desinteresada colaboración, pues estamos conscientes de la necesidad de unir esfuerzos para forjar un Izúcar mejor.
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