MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

CECYT 10, defendiendo la memoria de Benito Quezada

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“En los años noventa, los efectos de la prolongada crisis de la economía campesina (...) poco a poco empujaron a campesinos con tierra a incorporarse a la explotación del ámbar para completar su precaria economía”, dice Sonia Toledo Tello, investigadora del Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad Autónoma de Chiapas, en una investigación titulada La fiebre del ámbar en Chiapas. La minería en una región agraria. 

Más adelante afirma que “aunque el número de personas dedicadas a la minería pudo ser mayor, en las décadas de 1990 y 2000 los cultivos del café y del maíz eran las principales actividades productivas de la población rural” de tal manera que “algunos habitantes (…) con escasez de tierra y sin otras alternativas económicas, empezaban a migrar hacia el norte del país y los Estados Unidos”. 

Simojovel tenía en aquel entonces, según el INEGI, una población de 28 mil 038 habitantes en todo el municipio, de los cuales cerca de 19 mil se concentraban en la cabecera municipal; aun así, solo existía una escuela preparatoria por cooperación, con la agravante de que no contaba con infraestructura propia, por lo que sus costos se elevaban tanto que los campesinos, jornaleros y mineros no podían solventar. En este contexto de marginación y necesidad educativa surge un grupo de padres de familia con la idea de iniciar, a través de la organización de Antorcha Campesina, la fundación de otra escuela de nivel bachillerato capaz de satisfacer la creciente demanda.

La inquietud de padres y alumnos encuentra eco en algunos profesionistas sensibles, dispuestos a compartir su tiempo y sus conocimientos con los jóvenes que desearan seguir estudiando. Benito Quezada fue uno de los más fervientes defensores del proyecto, pero, como todos sabemos, las balas asesinas cegaron su vida antes de que cristalizara; como dijera Octavio Paz “…cuando apenas tu mundo, nuestro mundo, amanecía”.

Afortunadamente otros compañeros que venían atrás, entre los que se cuenta Daniel Gutiérrez Cortés, levantaron la bandera del hermano caído y la enarbolaron como suya para continuar la lucha. Fue así, como padres de familia, alumnos y maestros, improvisaron en algún domicilio particular aulas, butacas y pizarrones, y pusieron a funcionar la escuela. Es cierto que algunos pobladores que no compartían la misma necesidad y mucho menos el mismo sentir, se burlaban llamándola “escuela de pobres” y se negaron a apoyar y a enviar a sus hijos; pero la gran mayoría de los simojovelenses estuvo de acuerdo y respaldó decididamente a la naciente institución. Que la fundación de esta escuela de nueva creación era una necesidad real lo demuestran los 125 alumnos que se inscribieron en ella desde el primer día.

Alguien ha dicho, con sobrada razón, que la escuela no la hacen los edificios, sino los alumnos y maestros y, en este caso, había suficientes alumnos y, sobre todo, maestros abnegados como Daniel, dispuestos a trabajar, aunque fuera bajo la sombra de un árbol a pesar de que no contaban con ningún sueldo ni contrato laboral.

Vecinos que atestiguaron la lucha cuentan cómo tuvieron que peregrinar por diferentes viviendas, llegando a ocupar, incluso, una bodega abandonada que habilitaron después como albergue estudiantil, mismo que sirvió y sirve hasta la fecha para dar hospedaje y alimentación a los jóvenes provenientes de comunidades alejadas. Si eso sucedía al interior, hacía afuera las cosas no iban mejor: fue necesario tocar puertas que no siempre se abrían, trámites, papeleo, gestiones, hasta la pugna por conseguir un terreno propio; audiencias que se suspendían una y otra vez o simplemente no se avanzaba; marchas y plantones.

Gracias a todo eso, bajo la guía de Daniel y el equipo que lo respalda, hoy el Cecyt 10 presume instalaciones propias y adecuadas, educación con suficiente calidad para representar a todo el sistema Cecyte de Chiapas a nivel nacional e internacional (en Taiwán, Paraguay y Brasil), a donde no se viajó por falta de permiso de algunos padres; además de las actividades extracurriculares como deportes, banda de guerra y danza cuyos instructores no reciben ninguna remuneración extraordinaria del sistema a pesar de que han llevado al Cecyt 10 a los primeros lugares nacionales.

Sin embargo, ahora que, como dicen en Simojovel, “ya está el plato servido” y se presenta gente enviada por Sandro Hernández Piñón, director general de CECyTECH a ocupar el lugar de Daniel Gutiérrez Cortés sin ninguna notificación de por medio que funde y motive las causas legales de la destitución, violentando flagrantemente sus derechos laborales, el trabajo de una comunidad entera y el sacrificio de toda una vida. 

Viendo el despliegue de manifestaciones de solidaridad hacía Daniel y las protestas que ha despertado tal atropello, han hecho correr el rumor de que no hay nada que hacer porque “la orden viene de arriba” y se han comunicado por teléfono con cada uno de los trabajadores del plantel para convencerlos de dejar solo al director legítimo y renunciar a todo tipo de protestas.

Pero Simojovel es una tierra con tradición de lucha y una larga lista de levantamientos en contra del poderoso que pretende someter por la fuerza a los insumisos pobladores. 

Por muy “de arriba” que venga la orden, la historia de este municipio demuestra que la fuerza de la unidad ha sido indestructible y nunca ha inclinado la frente ante nadie y menos ante un atropello brutal a los derechos. Hay quienes dan su vida a una causa de una vez y para siempre, como Benito Quezada; hay otros que la entregan día a día, minuto a minuto, como lo hace Daniel; y no hay nada mas cruel que permitir que se consume, contra ambos, la peor de las injusticias y traiciones a los años de lucha y de servicio a la comunidad. 

Por esta razón, los simojovelenses, evocando a las madres atenienses que enviaban a sus hijos a la guerra, con la encomienda de regresar con el escudo, es decir, triunfadores, o con el cadáver tendido sobre el escudo, nos disponemos a iniciar una larga lucha de resistencia. Hoy nos disponemos a regresar de esta lucha con el escudo o sobre el escudo, pero jamás regresaremos derrotados.

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