MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Arte y Cultura contra la delincuencia en México

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Constantemente vemos en las noticias y ahora también en las redes sociales, que la delincuencia en nuestro país crece a pasos agigantados, podría asegurar que son pocos los mexicanos que no han padecido o conocido de cerca una víctima o que ellos mimos fueron víctimas de los delincuentes.

Día a día se registran diferentes delitos como robo o asalto a mano armada al transeúnte, robo a casa-habitación o a negocio, secuestro, violación, extorsión, estafa, asesinato y, desde luego, operaciones de el crimen organizado que es el pan nuestro de todos los días y el cual se ensaña con los mexicanos más humildes que, movidos por la falta de oportunidades para estudiar o carentes de un trabajo que les permita ofrecer a su familia lo necesario para subsistir, se enrolan en la dinámica de estos grupos en los que, en pocos años, pierden la vida.

La lucha contra el crimen organizado no es nueva, incluso varias administraciones federales, que anteceden a la actual, en su momento expusieron ante las instancia gubernamentales correspondientes y al pueblo mexicano su estrategia de combate  contra este lastre social (aunque atacando con más ímpetu el efecto que la causa), y, aunque su éxito jamás fue aplastante, creo que es de gente de bien reconocer que al menos sí trataban de analizar el alcance de sus medios y métodos de lucha, asumiendo su papel de representantes del país.

¿Pero qué pasa con nuestra actual administración? ¿Cuál ha sido su postura? ¿Cuál su estrategia?  Sorprende ver y escuchar que, contradiciendo el plan de gobierno expuesto en épocas de campaña electoral, que aseguraba que no habría tregua contra quienes dañaran los derechos humanos de los mexicanos, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador promueve, empecinadamente, la estrategia de abrazos y no balazos como método infalible para garantizar seguridad para la sociedad que representa, por muy fuera de sus cabales que parezca, este planteamiento ha visitado numerosos campos militares para pedirle a los integrantes de las fuerzas castrenses que traten a los delincuentes con respeto, pues no deben olvidar que ellos también son seres humanos.

El  hecho de que la máxima autoridad de una nación, quien tiene en sus manos el destino de más de 126 millones de ciudadanos, manifieste en sus conferencias de prensa que en su gobierno no se aplicara el rigor de la ley a quienes atenten contra la vida, la libertad,  la salud y los bienes de una persona, está, quiero pensar que inconscientemente, envalentonando a los grupos delictivos, al no perseguir y castigar, con energía, a quienes cometen crímenes y violentan nuestro Estado de derecho. 

López Obrador está convirtiendo a México en el paraíso que todo delincuente desea para vender droga sin castigo, robar sin castigo, asesinar sin castigo, secuestrar, matar y vender órganos sin castigo, es lo que todo criminal con una mente retorcida desea. Es en esta postura complaciente, y no en otro lado, donde está la explicación del por qué en nuestro país crece el número de desaparecidos, por qué se incrementan aceleradamente los feminicidios, por qué se lastima, se agrede y se asesina sin rubor alguno. 

Nuestra sociedad, basada en la explotación de la fuerza de trabajo de las mayorías en beneficio de unos cuantos, ha creado individuos deformes que han perdido toda capacidad de sensibilizarse ante el dolor ajeno, pero al mismo tiempo crea conciencia de que, para resistir y protegernos como sociedad, es necesario que unamos nuestros esfuerzos para protegernos no solo de quienes ven en el crimen un modo de vida, sino para garantizar que cada día esa plaga social tenga menos campo fértil. 

Por ellos aplaudo y me sumo a los esfuerzos que, desde hace muchos años, hace el Movimiento Antorchista en la formación de los grupos culturales en las entrañas del pueblo humilde, pues al ser parte de un grupo cultural el individuo se ve como un todo, procura el bienestar y la integridad no solo de su persona sino de su compañero artista disminuyendo con ello las malas influencias que pudiera tener. 

Soy fiel testigo de las grandes transformaciones que el arte hace en la forma de pensar y actuar del individuo que desarrolla cualquier disciplina artística y la expone ante sus hermanos de clase. Por eso me atrevo a decir que hoy, más que nunca, si queremos arrancar de las garras de la delincuencia organizada a nuestro niños y jóvenes tenemos que ofrecerles la cultura, seamos esa coraza que protege con celo férreo los cimientos de una sociedad promovamos el arte y la cultura que será el primer paso hacia la construcción de un nuevo orden social en el que el hombre sea hermano de hombre.

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