MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Trabajo infantil, resultado de un sistema económico inhumano y en descomposición

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Dice León Trotsky en Mi vida: “Tiénese a la infancia por la época más feliz de la vida. ¿Lo es, realmente? No lo es más que para algunos, muy pocos. Este mito romántico de la niñez tiene su origen en la literatura tradicional de los privilegiados [...] Para la inmensa mayoría de los hombres, si por acaso vuelven los ojos hacia aquellos años, la niñez es la evocación de una época sombría, llena de hambre y de sujeción. La vida descarga sus golpes sobre el débil, y nadie más débil que el niño”

Hoy nos rige un sistema económico que premia con escandalosas cantidades de riqueza a un puñado de privilegiados, a costa de la explotación y opresión de miles de millones de trabajadores alrededor del mundo, muchos de ellos invisibilizados, como los niños y niñas, hijos del pueblo trabajador y pobre.

Según cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), alrededor de 168 millones de menores de edad son los que llevan a cuestas los costos del trabajo infantil, de ellos, 5.7 millones realizan trabajo forzoso o trabajo en condiciones de servidumbre. Los sectores que los emplean van desde la agricultura (99 millones en el mundo) hasta la minería, pasando por las industrias manufactureras, el turismo, la producción de bienes, la prestación de servicios y trabajo del hogar.

A diario estas niñas y niños explotados y oprimidos por el sistema capitalista vigente son empleados en trabajos riesgosos, violentos, muy precarios, con pagas miserables, forzados a pasar hambre, frío, sumergidos en la pobreza, desgaste, cansancio y en casos extremos, viviendo explotación sexual, abuso, entre otros tipos de violencia, que, sin lugar a dudas, constituye un crimen de lesa humanidad, del que deberían responder los gobiernos como el mexicano.

El trabajo priva a niños, niñas y adolescentes de su infancia, seguridad, salud, educación y esparcimiento, ellos que necesitan determinadas condiciones que dignifiquen y hagan humana su vida para llegar a ser ciudadanos comprometidos con su familia, su Estado y patria. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de la población compartimos la idea de que el trabajo infantil no debería tener cabida en nuestra sociedad, niños que van de los 5 a los 17 años de edad, están sometidos a estas prácticas.

En México, igual que en otros países, a pesar de existir leyes que prohíben e imponen severas restricciones al empleo de menores de edad, esta práctica va en aumento, como consecuencia de la indiferencia oficial y de las condiciones de pobreza y marginación de los grupos vulnerables donde prácticamente todos los integrantes de la familia tienen que aportar al gasto familiar. 

Según la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2022, publicada los primeros días de octubre por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el 13.1 por ciento de los menores de edad en el país trabajan, lo que implica un aumento de 1.7 puntos porcentuales respecto del último dato disponible de 2019. El campo, los servicios, el comercio, la minería y la construcción son los principales sectores empleadores de niños.

En 2019 la ENTI reportó que en México trabajaron 3.3 millones menores de edad, población que se incrementó en 462 mil 472 personas en 2022, para un total de 3.7 millones de niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años de edad, de los cuales un millón 480 mil (40 por ciento) son mujeres y dos millones 220 mil (60 por ciento) hombres.

La ENTI 2022 revela que 1.8 millones de los niños y adolescentes ocupados lo hicieron exclusivamente en labores no permitidas, 1.6 millones en quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas y 318 mil combinaron ambas actividades. Otro de los datos estremecedores, es que del total de menores de edad que trabajan, un millón 476 mil (39.9 por ciento), no asisten a la escuela.

Al preguntar a los menores de edad los motivos por los que trabajan, el 31.5 por ciento asegura que trabajan “por gusto” y “por ayudar”; 22.7 por ciento para “pagar su escuela” o sus propios gastos; 18.4 por ciento porque en su hogar necesitan el aporte; 15.2 por ciento para aprender un oficio y 12.2 por ciento labora con el fin de “pagar deudas”. Los menores que trabajan en México reciben un promedio de tres mil 630 pesos mensuales y en casi todos los casos, un familiar es quien recibe y administra el ingreso que generan.

Por estados, las tasas de trabajo infantil más altas fueron en Guerrero, con 24.5 por ciento; Chiapas, 20.8, y en Nayarit, 19.1. Las entidades con tasas más bajas: Ciudad de México, cuatro por ciento; Coahuila, 6.4, y Baja California, 6.5.

La explotación laboral no es la única amenaza a la niñez mexicana; los males sistémicos son muchos y el enraizamiento del crimen organizado en niños y jóvenes es ejemplo vivo.

México es el país con mayor población en situación de trabajo infantil en todo el continente americano, seguido de Brasil y Perú, y aunque recientemente la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) firmó en coordinación con las 32 entidades federativas, el “Pacto del Mayab”, una estrategia “sin precedentes” que tiene como propósito combatir el trabajo infantil, consistente en realizar inspecciones que comenzarán en 2024, el presupuesto necesario e indispensable para esta iniciativa, es un tema pendiente de discusión y de resolver por parte del gobierno.

Se deja ver que temas de carácter prioritario como la erradicación del trabajo infantil, proteger a los pequeños de los abusos, atender su salud, cumplir oportunamente con los programas de vacunación, y darles una educación moderna y de calidad, no tienen mayor importancia para el gobiernofederal en turno, que como ya se ha hecho costumbre, lo que le interesa es destinar año con año mayores recursos a sus obras emblemáticas como el Tren Maya y a sus programas monetarios electoreros, demostrando con creces, que su prioridad no son los pobres y menos los niños que no sufragan en los procesos electorales.

Sin embargo, la explotación laboral no es la única amenaza a la niñez mexicana; los males sistémicos son muchos y el enraizamiento del crimen organizado en niños y jóvenes es ejemplo vivo de ello; por eso se hace indispensable defender y hacer realidad los derechos de los niños: salud, vivienda digna, educación, esparcimiento, deporte y cultura.

Sólo conquistando para la niñez y la juventud estos derechos es que podremos poner fin efectivamente a este sistema económico gobernado por grandes potentados que amasan escandalosas fortunas a costa de la vida de millones de pobres. Dijo Carlos Marx: "Es preciso preservar a los niños y los jóvenes contra los efectos destructivos del sistema vigente, para que la emancipación de la infancia no sea un piadoso deseo y sí fuerza motriz en el camino de emancipación de la humanidad”. La humanidad debe redimirse de esta situación que tanto la ofende, extrema riqueza para pocos y extrema pobreza para millones.

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