Aunque no sepamos mucho de números ni de porcentajes, todos hemos sido testigos de cómo estos dos primeros meses del año han sido especialmente difíciles: el dinero (a pesar de que el presidente presumió a fines del 2021 el incremento a los salarios más alto de la historia, éste ya se evaporó con tanto aumento a los precios de los productos) ya no alcanza para nada. Todo lo que consumimos a diario ha subido de precio al doble, al triple o más, cómo el caso del limón que llegó a costar más de 85 pesos el kilo.
Aumentaron de precio todos los productos de la canasta básica como la leche, el huevo, la tortilla, el aguacate, el chile, etcétera. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) los productos que tuvieron mayor alza de precio y que más incidieron en la inflación de este año, aparte del limón que ya mencionamos, son la gasolina con 1.68%, la electricidad 0.43% y el gas 0.23% Sí, el gas, el mismo que no iba a subir gracias al Gas Bienestar que creó el Presidente y que iba a andar repartiendo por toda la República mexicana, subió un 0.23% Lo mismo pasó con servicios como el suministro de agua que aumentó un 2.20%
En el caso de los que vivimos en el Sureste nos fue peor, porque aparte de lo que ya mencionamos más arriba, nos aumentaron el pasaje hasta un 5.05% en Chetumal, y un 5.68% en Cancún, afectando a más de 570 mil familias.
En general, se dice que la inflación de este año, la más alta desde 2001, es decir, desde hace 20 años, se ubicó en un 7.07%; lo que quiere decir que aunque nos quieran dorar la píldora en las mañaneras diciéndonos que este gobierno es el mejor de todos los tiempos, de cada 100 pesos que tengamos en la bolsa le tendremos que restar 7.07 y nos daremos cuenta que en realidad solo tenemos 92.93 pesos. ¿Dónde quedó el aumento que tanto presumieron los de la 4T? ¿Se lo tragó la inflación?
No cabe duda que la única salida está en organizarse y luchar unidos para llevar al poder a verdaderos hijos del pueblo que estén realmente comprometidos con el combate a la pobreza mediante la generación de empleos bien pagados, incremento real al salario, repartición equitativa del gasto gubernamental y un cobro progresivo de impuestos.
Da la casualidad que nuestros gobiernos estatales y sobre todo el Gobierno federal que presumen de que no son iguales “que los otros” y que ahora sí gobiernan para los más pobres, prefieren estar agarrados del chongo con periodistas que les dicen sus verdades en vez de combatir problemas tan complejos como el alza de precios y la inflación.
Habría que recomendarles que en vez de pelear un puesto público peleen un puesto en la esquina de cualquier mercado.
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