En las últimas semanas, los mexicanos hemos recibido noticias desagradables, aterradoras y escalofriantes. La primera de ellas fue el asesinato de Joel N, estudiante perteneciente al Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz (Cobaev) quien murió apuñalado durante un asalto mientras regresaba a casa el, 17 de enero del presente año. Cabe mencionar que en dicho estado, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se registraron a finales de 2022 la cantidad de 18, 600 robos de manera oficial sin tomar en cuenta aquellos casos en los cuales las víctimas no denuncian, lo que deja al gobernador Cuitláhuac García Jiménez como uno de los peores evaluados en materia de seguridad pública.
Para el 05 de febrero, otra trágica noticia aconteció para los moradores de la Casa Estudiantil “Tlahuicole”, en Tlaxcala, quienes fueron agredidos de manera violenta por sujetos quienes señalaron que fueron “órdenes del Estado”. Pese a solicitar apoyo por parte de la Policía Municipal, se tuvo respuesta de la misma una hora y media después de los acontecimientos y con actitudes puramente groseras y poco empáticas, motivo por el cual el Comité de la Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios Rafael Ramírez (FNERRR) salió a las calles a exigir mayor seguridad hacia los estudiantes, pues peligra su integridad ante la nula atención de la seguridad pública.
Finalmente, el 16 de febrero una víctima más por parte de la delincuencia ocurría en el municipio de Ixtapaluca Estado de México cuando un estudiante de la Secundaria José Martí fue acuchillado. Ante esto no ha habido ninguna declaración ni detenidos por tan siniestro hecho en un municipio en el cual, desde que Felipe Arvizu, presidente municipal actual toma el poder, en enero 2022, se han registrado asesinatos, ejecuciones, homicidios, asaltos, robos y secuestros de manera diaria. ¿Y qué hace el gobierno morenista? Realizar redadas como respuesta cada que una de esas noticias tan lamentables afecta a los ixtapaluquenses mientras la delincuencia sigue haciendo de las suyas.
Como se puede apreciar el panorama no es nada alentador para los estudiantes quienes son las víctimas más propensas, en esos casos no hay ningún detenido y ninguna respuesta certera por parte de las autoridades gubernamentales que, lejos de dar solución se limitan a cerrarse al diálogo y mencionan que dichos acontecimientos son normales y que no es su culpa lo que está pasando generando en consecuencia indignación y rabia para las familias afectadas.
Es momento de que los estudiantes exijan mayor seguridad a las autoridades, que salgan a las calles, que se organicen y luchen porque su vida e integridad están en peligro, que se exija mayor atención y vigilancia en las salidas escolares y que se vigilen con regularidad los albergues estudiantiles dónde jóvenes estudiantes de escasos recursos habitan para poder continuar sus estudios. Una demanda justa y necesaria
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