MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

2023: más crisis económica y desigualdad social

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Una enorme y oscura sombra de la incertidumbre se posa sobre México. ¿Cómo nos fue en 2022 y cuáles son las expectativas para 2023? Esa es una pregunta fácil de responder mirando desde la óptica propia, desde el fondo de los bolsillos, en donde la gran mayoría de los mexicanos carecen de recursos económicos para hacer frente a la severidad del incremento en los precios de todos los productos y servicios que podamos mencionar y que en estos momentos atraviesen por nuestra mente.

Concedamos a la gente especializada en los números, a los analistas financieros, a los expertos, la oportunidad de la duda cuando afirman, contrario a lo que la mayoría de los mexicanos vivimos, que en algunos sectores de la economía hay crecimiento, pero coincidimos cuando aseguran que se prevé que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) real se desacelere hasta el 1.6 por ciento en 2023 –caos financiero–, pero vaticinan, para fortuna, un repunte al 2.1 por ciento en 2024.

Esos expertos aseguran o exponen, que una mejora gradual en la creación de empleo o del mercado laboral respaldará el consumo, aunque también afirman que la elevada inflación que padece el país le restará fuerza (aquí es cuando nos preguntamos: por fin, ¿crece o no crece? Por qué tanta ambigüedad).

Hablan, en el caso de las exportaciones, que seguirán creciendo y destacan que esos productos que salen de México ya tienen una cadena de valor, o lo que es bien, ya no sólo se trata de materia prima, sino de productos elaborados, y salen de nuevo con que su dinamismo se verá atenuado por la desaceleración de Estados Unidos.

Esos mismos expertos –los que dicen que crecerá pero que a la vez se frenará el desarrollo por tal o cual situación–, vaticinan que la inflación, que en el 2022 superó la barrera del 8.22 por ciento, bajará al 5.7 por ciento en 2023 y al 3.3 por ciento en el 2024. “¡Hagamos votos porque le atinen a esa predicción y así sea!”

Esas son las estimaciones financieras de los que se dicen expertos en la materia, ahora bien, nada tienen que ver con la realidad que padecen millones de mexicanos, que desde hace tres años enfrentan serios problemas de subsistencia, que nada entienden de las estimaciones y cómo les afecta la contracción de la producción del sector minero o de la construcción, pero que son reales, que los dejan sin empleo y ante la grave problemática de emplearse de nuevo en un México golpeado severamente por la crisis y la inflación.

Esos mismos analistas afirman que no nos fue tan mal en el 2022, porque nos pudo haber ido peor, y destacan las medidas, con los subsidios a las gasolinas –que nadie supo y nadie sabe cómo funcionan–, logró frenar el índice inflacionario, lo contuvo, pero eso no se percibe en los hogares, en las familias que a duras penas tienen hoy para comprar algunos productos de la canasta básica que se encarecieron criminalmente, “pero todo está bajo control, nos pudo haber ido peor”, el consuelo.

Si le preguntamos, por ejemplo, a una familia que habita en alguna de las colonias populares de Quintana Roo, cómo le ha ayudado el hecho de que el Gobierno federal haya anunciado, en común acuerdo con el sector privado, la congelación de los precios de 24 productos esenciales de la canasta básica; de seguro la respuesta sería: “¿cuáles medidas? Si todo está caro y sigue subiendo de precio". Y es real.

Es de generar risa, cuando se afirma que el gobierno realiza actuaciones para mitigar las presiones sobre los precios de productos básicos, tales como la eliminación temporal de aranceles a la importación de productos esenciales, así como la famosa congelación de precios de 24 productos, principalmente alimentos, durante seis meses y la adopción de medidas para aumentar la producción de granos básicos.

Y si aún tiene duda de que hay una gran presión inflacionaria sobre el país y por ende en los bolsillos de los mexicanos, los expertos dicen que en respuesta a las crecientes presiones inflacionistas y para anclar las expectativas de inflación, el Banco Central aumentó gradualmente la tasa de interés oficial hasta el 10 por ciento.

“Ante la perspectiva de que persistan las presiones generalizadas sobre los precios, estarán justificadas nuevas subidas de las tasas de interés. Las proyecciones suponen que la tasa de interés oficial aumentará hasta el 10.75 por ciento en el primer trimestre de 2023 y se mantendrá en ese nivel hasta principios de 2024, momento en el que empezará a reducirse gradualmente”. Qué tal, el dinero cada vez estará más caro y sin posibilidad de que los que menos tienen puedan acceder a él.

El crecimiento económico para este 2023 está estimado en 1.6 por ciento, si es que nos va bien, porque de lo contrario no creceremos más. Y eso, desde hace mucho lo saben, no los expertos, sino las familias que, como ya se ha señalado, subsisten con unos cuantos pesos, mismos que tratan de engañar diciéndoles que su salario subirá un 20 por ciento. Ellos, sin embargo, ya saben que antes de tenerlo, ese incremento está pulverizado por el alza desmedida de artículos básicos, pero de eso mejor ni hablar, es la consigna.

Sin ser especialista, sabemos que seguirá mermando el poder adquisitivo, sobre todo de las familias vulnerables, haciendo necesaria una política monetaria más restrictiva.

Ese es el panorama para el 2023, esa es la sombra oscura que se cierne sobre millones de familias mexicanas, pero que desde el poder se trata de ocultar. El regalar dinero, los impuestos de los ciudadanos, es una gran distracción que ha dado resultado electorero, pero que cuando se acabe o deje de repartir, provocará un abrupto despertar a la amarga, triste y lamentable realidad que vive el país.

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