MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Violeta Becerril: la hija del cacique

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Una persona originaria de Santa Clara Ocoyucan me contó una anécdota conocida por muchos, que ocurrió hace unos años. Sucede que llegó al poblado de “La Pastoría” un personaje de esos que componen nuestro folclor rural.

Su nombre es intrascendente para el tema que vamos a tratar aquí; lo que sí interesa saber es que dicho personaje es de esos que, por causas a veces poco decorosas, han acumulado cierta cantidad de dinero que los hace prepotentes, engreídos, arrogantes y hasta groseros con las personas que fueron poco favorecidas por la fortuna.

Me refiero a un personaje campirano de esos que, cuando llegan a ausentarse unos días de su casa, al regresar, lo primero que hacen es preguntar cómo está la vaca, o el toro, o el caballo, en lugar de preguntar cómo están los hijos, los abuelos, en fin, los integrantes del círculo familiar.

La candidata morenista, en todos los sitios donde tiene oportunidad de hablar, usa la calumnia contra Antorcha Campesina, al afirmar que los Gobiernos antorchistas son corruptos y que roban del erario.

Pues como ya dije, llegó este típico personaje a la comunidad de “La Pastoría” a pedir el voto de los ciudadanos, ya que, como es de entenderse, esos personajes siempre creen que a ellos y solo a ellos les corresponde la difícil y cívica tarea de gobernar a sus paisanos. Tal petición no fue muy bien recibida por los posibles electores, y al despedirse nuestro encumbrado personaje, les dijo a todos los presentes que otro día los volvería a visitar y que entonces les llevaría jabón y peines para que se bañaran y se peinaran. 

Esa ofensa está en la mente de varias personas porque la gente pobre también tiene su dignidad. Obviamente, don fulano ya no regresó y la promesa de campaña del jabón y los peines quedó sin cumplirse.

Pasó el tiempo, cayó del cielo mucha agua sobre las piedras, los árboles frutales dieron muchos y variados frutos y a don fulano también le crecieron retoños. Uno de estos es la versión femenina de nuestro personaje en cuestión y se llama nada más y nada menos que Violeta Becerril, actual candidata a la presidencia municipal de Santa Clara Ocoyucan, por el partido Morena.

Y si bien es cierto que a los hijos no se les puede juzgar por los errores de los padres, también lo es que está comprobado que las herencias no son solamente de bienes materiales sino también de aspectos, digamos, espirituales, como el carácter y la forma de pensar de los individuos.

Por ejemplo, muchas personas son católicas o de alguna otra religión porque desde la infancia se lo inculcaron sus progenitores. La forma de caminar, el tono de la voz, las aptitudes para ciertas actividades, el temperamento, son generalmente las que nos heredan los padres.

En el caso que nos ocupa se puede decir que la señora Violeta Becerril heredó el carácter prepotente, arrogante y grosero. Para muestra basta un botón.

Durante el mes de abril, la señora Becerril hizo dos intentos, ambos fallidos, para promover una movilización en apoyo a su candidatura, anunciando la presencia en Santa Clara del candidato a gobernador por Morena, Alejandro Armenta.

En el primer intento no se juntó la gente, no la pudieron reunir y Armenta no se presentó, seguramente para no hacer el ridículo. En el segundo intento trataron de sacarse la espina y con días de anticipación estuvieron anunciando en todos los pueblos del municipio la presencia de Armenta junto a la señora Becerril en la cabecera municipal.

El día fijado envió a todas las comunidades transporte para acarrear a la gente al evento y entonces pudo movilizar a unos cientos de simpatizantes, pero para llenar la plaza tuvo que acarrear gente de municipios vecinos y solo así pudo nutrir su evento, donde estuvo Armenta y también el líder nacional de Morena, Mario Delgado.

Ese acarreo de gente de otros municipios fue mal visto por personas originarias de Ocoyucan y por eso también este segundo evento fue un fracaso político para Violeta Becerril.

Pero ya ahí en su mitin, estos aspirantes a gobernar se dieron vuelo haciendo gala de un discurso propio de los fascistas, es decir, un discurso cargado de odio, de rencor y de violencia.

Concretamente, en sus discursos agredieron al candidato de la Alianza por México, Aristóteles Campos Flores, y a la organización política Antorcha Campesina, llegando al extremo de gritar a voz en cuello, como en los tiempos de la Inquisición, que su objetivo es sacar del territorio municipal a la organización Antorcha Campesina y poco les faltó para decir que se debe quemar en leña verde a todos los antorchistas. Quien desee verificar esto puede comprobarlo, pues existen muchos videos del evento.

Y no solamente en ese mitin, sino en todos los lugares donde se presenta la señora Becerril, su discurso es el mismo: un lenguaje que incita a la violencia, que promueve el odio y el divisionismo, que utiliza la calumnia y la mentira para descalificar a sus oponentes. 

Acusa a su adversario Aristóteles Campos de no ser originario de Ocoyucan, a pesar de que existen muchos testigos y hay pruebas documentales de que Aristóteles Campos vive aquí en Santa Clara desde hace 30 años y que todo ese tiempo ha contribuido con su trabajo y esfuerzo a promover el mejoramiento del municipio. 

Asimismo, la candidata morenista, en todos los sitios donde tiene oportunidad de hablar, usa la calumnia contra Antorcha Campesina, al afirmar que los Gobiernos antorchistas son corruptos y que roban del erario, motivo por el cual hay que expulsar a Antorcha no sólo del Gobierno, sino del mismo municipio.

Pero si el Gobierno antorchista ha robado, eso se puede comprobar y castigar por medios legales, pero si así fuera, si el tal delito de robo fuera cierto, ¿cómo se explicaría entonces la gran cantidad de obra pública que ha realizado en los últimos tres años dicho Gobierno?

Este tipo de discursos, donde se utilizan la mentira, la calumnia y la amenaza, no es propio de un líder que quiere construir una mejor forma de vida para la población. Este tipo de discursos es propio de individuos que solamente saben destruir.

Y utilizo en plural la palabra “discursos” porque me refiero también al discurso que desde la Ciudad de México vino a vomitar Mario Delgado, líder nacional de Morena, el partido que ha gobernado por ya prácticamente seis años en el país y que, gracias a esa forma de gobernar, nos está llevando poco a poco a un caos social del que el pueblo será el más perjudicado, como ya está ocurriendo.

Finalmente, deberíamos preguntarnos: ¿Qué tipo de líderes sociales son esos que incitan a sus seguidores a expulsar de un territorio a un grupo de ciudadanos que, por el simple hecho de ser personas, merecen respeto a su integridad? ¿Qué tipo de líderes sociales son esos que utilizan la mentira y no la verdad para tratar de convencer?

Las respuestas, sin ningún tipo de prejuicios, son fáciles de darse: ese tipo de líderes son los que promueven guerras, ese tipo de líderes son los que siembran la destrucción en lugar de fomentar la armonía y el desarrollo social.

Ese tipo de líderes no merecen llamarse líderes sociales, ese tipo de líderes no merecen que alguien les crea y menos que los sigan o los elijan para dirigir los destinos de cualquier Gobierno.

En todo el país, los electores tienen la última palabra, y en Santa Clara Ocoyucan los electores tienen dos opciones: votar por la engreída y autoritaria hija de un cacique local o votar por alguien que sí ha vivido toda una vida luchando y trabajando al lado del pueblo trabajador de este municipio. Tal persona es, sin lugar a dudas, Aristóteles Campos Flores.

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