MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Un grito a tiempo

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La última inundación en Tabasco fue en el año 2020, siendo verdaderamente impresionantes los datos que proporcionaban el INEGI y Protección Civil, en los cuales se nos informaba que del total de la superficie del estado (24 730.9 kilómetros cuadrados) el 37.8% estaba inundada, el 76% del territorio presentaba daños, más del 80% de la capital estaba bajo el agua y se contabilizaban más de 300 mil damnificados (datos publicados el 24 de noviembre de 2020).  Además de estos datos se planteó al Gobierno federal que el 80% de la población tabasqueña vive en zonas potencialmente de riesgo. Destacando los municipios de Centla, Macuspana, Centro, Balancán, Jonuta y Cárdenas que siempre aparecen en foco rojo por las altas probabilidades de inundación.  

Ante este desastre del año 2020, es menester hacerse una pregunta, ¿acaso las inundaciones en Tabasco, son inesperadas? ¿o fortuitas? No, definitivamente no.  Tabasco tiene la característica de ser víctima constante de desastres naturales, ya que en esta región se concentra la tercera parte de los recursos hidráulicos del país y es el estado con mayor extensión de humedales (SEMARNAT 2003).  En Villa Hermosa se registraron datos de eventos de fuertes inundaciones desde el año 1879 y en 1951 se realizaron las primeras obras importantes en el estado para la protección contra las inundaciones.  Sin embargo, a pesar de los intentos de programas para resolver dichos problemas, al parecer ninguno ha funcionado ante los cada vez más agudos fenómenos meteorológicos (Conagua,2014).

En una visita reciente a la casa de Lupita en la ciudad de Frontera, pudimos escuchar de viva voz varios relatos que se convertían en verdaderas tragedias para las familias que a la fecha aún no se recuperan de las pérdidas materiales y lo más lamentable es que varios de los afectados fueron despedidos de sus respectivos trabajos.   Así que el problema no quedó sólo en el tema de la inundación, sino que escaló niveles mayores como la pérdida del empleo.   Varias personas nos preguntaban ¿Qué vamos a hacer si nos volvemos a inundar?  Hemos sufrido tantas injusticias que aún no encontramos la solución a nuestro problema, somos pobres esa es la desgracia, por eso nadie nos hace caso concluyo su relato. 

Cabe señalar que el gobierno federal en su momento tomó la decisión de utilizar un sistema de obras hidráulicas y presas para mitigar el impacto de las inundaciones en la ciudad de Villahermosa, por ser la más poblada de la región, por lo que se procedió a desviar el cauce del agua, sacrificando con ello los municipios aledaños como Centla, Nacajuca y Jonuta que literalmente quedaron bajo el agua. Y aunque en su momento el Presidente  de la República  se  comprometió a apoyar a  las  familias perjudicadas  por la inundación, se sabe de información directa  que  fueron varias  comunidades de Centla  que  quedaron  fuera  de los apoyos federales,  dichas localidades ubicadas  en Frontera que no fueron censadas y no recibieron apoyos en la pasada  inundación, como es el caso de las colonias Deportiva, Cetmar, Guanal y Revolución,   así como comunidades: La estrella, San Pedro, El Bosque, Rovirosa 1ª, Rovirosa 2ª, La Victoria y Nueva Esperanza,   aún continúan en espera de que alguna autoridad les haga  justicia.  Por otra parte, tenemos el caso de Nacajuca, localidad donde ocho de cada diez votos fueron depositados a favor de la coalición del presidente en las elecciones del 2018, por lo que manifiestan sentirse abandonados y defraudados por las autoridades de la 4T.

No esperemos nuevas inundaciones, no queremos aparecer nuevamente en los diarios nacionales (escuche que comentaban).   Por lo anterior, los habitantes de estas localidades exigen que haya un proyecto que resuelva las causas del problema y responda a las catástrofes que se encuentran presentes cada año en la entidad, al parecer ni las evidencias reunidas a lo largo de los años han sido suficientes para resolver el problema de raíz. Tabasco representa un reto fuerte para la autoridad en turno, ya que, sumando los efectos del cambio climático y las malas políticas públicas con evidentes problemas de corrupción, el resultado concluye siempre en lo mismo, es decir perjudicando a los más pobres.   ¿hasta cuándo se implementará un plan hídrico realmente serio que permita que las familias más humildes puedan vivir sin la angustia de las inundaciones?  Hasta hoy ningún nivel de gobierno ha sido capaz de comprometerse a resolver ese dilema.  

Hoy, a casi 2 años de la tragedia, el Gobierno federal y estatal han decidido darle carpetazo al tema, para centrarse en anunciar con bombos y platillos la flamante inauguración de la primera etapa del proyecto “Refinería de Dos Bocas, en Paraíso”.  Dicha construcción, admitió el presidente de la república, tendrá un costo de entre 11 000 y 12 000 millones de dólares, por encima de los 8 000 millones de dólares que había dicho que costaría cuando inició la obra.   Y aunque dicho monto, se dice, fue aprobado por el Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos, la agencia Reuters, publica que los 12,000 millones de dólares, están muy por encima de lo presupuestado.  El desfile de políticos estatales y nacionales no fue bien visto por la ciudadanía que señala que sólo aparecen cuando les conviene salir en la foto.  Sin embargo, las protestas afuera de la refinería no se hicieron esperar, fueron varias las organizaciones y ciudadanos que se manifestaron pidiendo la intervención del mandatario federal, exigiendo audiencia con el tabasqueño, exhibiendo lonas y pancartas con diversas peticiones. Maestros de planteles del Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA),  demandaron incremento salarial para 120 trabajadores,  también  ciudadanos de la Villa Vicente Guerrero,  una  zona indígena de Centla le recordaron al macuspanense que “amor con amor se paga”,  ellos lo  apoyaron incondicionalmente en su campaña, pero hoy dicen sentirse decepcionados y solicitan su intervención para que se resuelvan  obras  de  drenaje y pavimentación en esa región,   porque las autoridades locales no los  atienden.  

Algunas personas congregadas en dicho evento, comentaban: ¿y el plan hídrico para rescatar a Tabasco de las inundaciones?  ¿Para cuándo?   ¿realmente algún día se atenderán las peticiones de quienes perdieron su hogar y su trabajo en las pasadas inundaciones? ¿Se cumplirán las promesas de iniciar las obras hidráulicas prometidas por el Gobierno federal hace casi 2 años?  La respuesta queda en el aire. Pareciera ser que la situación ya tocó fondo, pero no.   En esta etapa de fuertes lluvias en Tabasco, la gente más humilde ve con temor que aumenta el nivel de los ríos anunciando nuevas catástrofes. Siguiendo las tradiciones de fe, se cuelgan un escapulario al cuello, en espera de un milagro para que no se vuelvan a inundar, ya que comentan es más fácil que Dios Padre los escuche que los obscuros políticos de la mal llamada Cuarta Transformación.

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