MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Transición política de la ciudad Estado al Estado nacional

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“El leviatán en la obra de Hobbes, a partir del análisis del texto y de la historia del nombre” de Carl Schmitt

 

Thomas Hobbes (1588-1679), filósofo inglés, sentó las bases para comprender el tránsito de la ciudad Estado, propio del régimen feudal, hacía la nueva concepción del Estado nacional que exigía el naciente régimen capitalista. Al influjo de la guerra civil en Inglaterra y las constantes revueltas políticas y sociales, escribe su obra cumbre titulada Leviatán donde expone su concepción política sobre la necesidad de establecer un Estado fuerte y soberano capaz de evitar la guerra y garantizar la paz a sus gobernados. Sin romper sus vínculos con la monarquía de su tiempo fue promotor del pensamiento científico y, por tanto, precursor del movimiento de la Ilustración. 

En la portada de Leviatán de la primera edición inglesa (1651) se colocó un grabado en el que se inscribe el lema “no existe ningún poder sobre la tierra que pueda comparársele”, extraído del Libro de Job, narrado en el Antiguo Testamento de la Biblia, donde se describe al Leviatán como un animal marino que domina los mares, un temido dragón-ballena gigante que emerge del Lago Ness en Escocia. Estudiar el contenido de la obra de Hobbes y los simbolismos de su portada son necesarios para comprender el pensamiento filosófico y político de aquella época y, consecuentemente, su trascendencia en el mundo contemporáneo.     

Carl Schmitt, en su obra “El Leviatán en la doctrina del Estado de Thomas Hobbes”, en su segundo apartado titulado “El leviatán en la obra de Hobbes, a partir del análisis del texto y de la historia del nombre” nos describe así el grabado que aparece en la portada de la primera edición inglesa de Leviatán: “…un gran hombre, gigantesco, compuesto de innumerables pequeños hombres, empuña una espada en su mano derecha y, en la izquierda, un báculo pastoral extendido protectoramente sobre una ciudad pacífica. Debajo de cada brazo, tanto del terrenal como del espiritual, se encuentra una columna de cinco ilustraciones; bajo la espada, un castillo, una corona, un cañón y luego armas, lanzas y banderas y, finalmente, una batalla; correspondientes en la serie paralela, debajo del brazo espiritual, tenemos una iglesia, una mitra, los rayos de la excomunión, distinciones agudas, silogismos y dilemas y, por último, un concilio”. (Schmitt: P 55-56)

El temido animal marino que domina los mares según el Libro de Job, en el Leviatán de Hobbes es sustituido por una máquina gigantesca, el Estado, que abarca todas las esferas de la actividad productiva, conformado por los hombres que establecen un pacto social para aplicar las normas necesarias que sirvan para controlar así las pasiones que los conducen al desorden. Hobbes elige la imagen del animal bíblico para arrastrar la fuerza de la visión mítica de la época medieval-teológica, poseedora de poderes demoniacos supremos, hacia el nuevo y majestuoso poder terrenal y supremo del naciente Estado capitalista, el Leviatán; el nuevo rector social encargado de evitar la guerra y garantizar la justicia y la paz social de sus gobernados. De manera que, atendiendo al lema del Libro de Job, Hobbes nos dice que en la nueva sociedad burguesa no existirá ningún poder sobre la tierra que pueda compararse con el poder supremo del Estado. 

En la literatura especializada, el Leviatán aparece, pero no como una representación mítica o teológica; el Humanismo, el Renacimiento y la Ilustración permitieron el resurgimiento de las ciencias, la filosofía, las artes y el pensamiento crítico, rechazando el dogma y las fantasías de la época medieval;  mientras en ésta Dios era el epicentro en torno al cual se desarrolla toda la actividad humana, en el naciente régimen capitalista el individuo asume un lugar preponderante y protagónico en el desenvolvimiento económico y político de la nueva sociedad. Por tanto, esta transformación en la visión del mundo se reflejó inevitablemente en el terreno de la literatura.  

 Carl Schmitt lo dice de la siguiente manera: “En los dramas de Shakespeare se menciona algunas veces al Leviatán, pero siempre sólo objetivamente como un monstruo marino potente, desmesuradamente fuerte y veloz, falto de un simbolismo atinente a lo político-mítico […] A la época del Leviatán de Hobbes (alrededor de 1650), en la literatura inglesa dominaba una interpretación del Leviatán que, prescindiendo de los fanáticos de las citas bíblicas, no era en lo absoluto ni mítica, ni demoniaca.” (Schmitt: P 66)

“En una descripción satírico-literaria del infierno de Thomas Dekker, aparecida por primera vez en 1607, entra en escena un guía del infierno, que da explicaciones sobre geografía a un avaro londinense recién muerto, y que es definido como un ‘lacayo de este gran Leviatán’. Si mi interpretación del pasaje es correcta, aquí encontramos al Leviatán todavía como el diablo, pero no en el sentido medieval-teológico, ni de una descripción infernal dantesca, ni tampoco en el sentido de las imágenes infernales de Swedenborg, sino en sentido totalmente literario-irónico, peculiar al estilo y la atmósfera del humor inglés”. (Schmitt: P 67).

En mi opinión, el estudio de este segundo apartado de Carl Schmitt, “El leviatán en la obra de Hobbes, a partir del análisis del texto y de la historia del nombre”, nos permite comprender que la obra de Hobbes es un tratado de filosofía política sobre la construcción del nuevo Estado burgués, nos muestra su profunda concepción política, la relación entre los individuos y el poder del Estado, así como la necesidad del orden y la paz.

Interesante lectura que nos ofrece Carl Schmitt sobre la importancia de las aportaciones de Hobbes dentro del pensamiento filosófico y político de su época y su trascendencia en el mundo contemporáneo. 

No solo nos permite comprender el tránsito de la ciudad Estado del régimen feudal, hacía la nueva concepción del Estado nacional del naciente régimen capitalista, sino que nos permite analizar y comprender el papel que debe o puede jugar el Estado en la sociedad contemporánea: como rector y protector social en un “Estado de Bienestar” que surge del New Deal o un Estado que deje de cumplir sus tareas de beneficio social para dar paso a un neoliberalismo donde la mano invisible del libre mercado, en teoría, se encargaría de ello.   


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