El fatídico accidente de un tráiler en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en el que viajaban 162 migrantes hacinados, la mayoría de ellos de nacionalidad guatemalteca, que dejó 55 muertos y 107 heridos, reveló una más de las tragedias que viven quienes, por diversas razones, pero fundamentalmente porque no tienen trabajo que les permita vivir, se ven obligados a abandonar su patria. Todos buscan llegar a los Estados Unidos, pues, además de que el trabajo que allá logren conseguir será pagado en dólares, creen que encontrarán algo bastante parecido al paraíso pero en la tierra. Teniendo ello en mente, dejan lo poco que han logrado reunir en sus miserables vidas y dejan también al resto de sus familias, sin importarles el infierno que puedan pasar antes de lograr su objetivo, o peor aún, que puedan encontrar la muerte en el camino, como en este caso.
Ciertamente, no es esta la única tragedia que en nuestros tiempos ha ocurrido a quienes emigran de su patria; una de las más recientes sucedió frente a las costas del norte de Francia, que es punto de salida de las travesías de migrantes hacia las costas del Reino Unido, cruzando el Canal de la Mancha, que cobró la vida de 27 personas que fallecieron ahogadas; pero resulta que desde principios de este año hasta el 20 de noviembre, 31 mil 500 migrantes -hombres, mujeres y niños- han zarpado de las costas francesas y realizado dicha travesía, y 7 mil 800 han tenido que ser rescatados. Sin embargo, el caso de Tuxtla Gutiérrez es de interés no solo porque ocurrió en nuestro territorio, sino además porque demuestra que el fin de la corrupción, la bandera tan traída y llevada del presidente López Obrador, está bastante lejos de ser verdad.
A pesar de que el propio presidente de la república aseguró, secundado por la Guardia Nacional, que el tráiler no había pasado por ningún retén del Instituto Nacional de Migración (INM), un video de seguridad reveló lo contrario, que el grande y pesado vehículo sí pasó, no por uno, sino por dos retenes del INM, cuyos responsables en esos puntos y a esa hora era prácticamente imposible que no hubieran notado su presencia. Por lo que no queda más que concluir que a ellos también les tocó parte del dinero que cada uno de los migrantes tuvo que pagar para poder ser trasladado. De acuerdo con el testimonio del señor Celso Pacheco, originario de Guatemala, “hubiese tenido que trabajar varias vidas para lograr reunir lo suficiente para pagar al coyote”, pero pudo conseguir prestado el dinero para viajar desde Chiapas hasta la ciudad de Houston, Texas, cuyo costo es de 11 mil dólares (poco más de 230 mil pesos mexicanos), que debían ser pagados en tres partes hasta concluir el viaje. (animalpolitico.com del 11 de diciembre de 2021). Ahora herido, física y moralmente, regresará a su tierra.
La tragedia también alcanza a los niños y a los jóvenes menores de 18 años. Partiendo también de Chiapas, a ellos, los coyotes no los cruzan del otro lado de nuestra frontera norte, sino que los dejan antes de cruzar la línea para que se entreguen a la patrulla fronteriza; por esta travesía los padres deben pagar casi 4 mil dólares (o sea, poco más de 80 mil pesos mexicanos). En marzo de este año, la Patrulla Fronteriza encontró casi 19 mil niños sin compañía de sus padres o de algún adulto, cifra más de cinco veces mayor de la reportada en el mismo mes pero del año 2020. Hasta el mes de abril, las autoridades norteamericanas mantenían encerrados a miles de esos niños en una especie de jaulas al interior de grandes bodegas, hasta que fueran “reubicados con familiares que puedan tener dentro de Estados Unidos”. (france24.com) ¿Cuántos pudieron ser reubicados?, y los que no ¿qué destino tuvieron?
Pero esta terrible desgracia no es solamente de los guatemaltecos, hondureños, ecuatorianos y dominicanos, es también de nuestros compatriotas. No olvidemos que a principios del mes pasado, cuando López Obrador acudió a la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU realizada en la ciudad de Nueva York, les dijo a los que llevaron a saludarlo desde la banqueta, que él admiraba “a los héroes, a las heroínas, a quienes abandonan sus pueblos por necesidad para venir a buscar algo que mitigue su hambre, su pobreza”, y que no tuvo empacho en decir que las remesas son la principal fuente de financiamiento del país y que a México le había ayudado “muchísimo” las remesas que habían enviado nuestros paisanos en 2020, mismas que sumaron 40 mil 600 millones de dólares. México es el tercer país del mundo en recibir dinero de sus hijos que se van para siempre al extranjero y dejan a sus padres, a sus hijos, a sus esposas y a sus hermanos.
Al presidente de la república, pues, lo tiene feliz feliz feliz el hecho de que millones de mexicanos emigrados, gracias a largas y extenuantes jornadas de trabajo, dentro de un local o en el campo, sean quienes saquen adelante al país; no les ofreció hacer crecer la economía para que regresen a su patria, a su familia y puedan tener un trabajo digno y bien remunerado, por el contrario, ya hasta calculó que al final de 2021 se llegará a 50 mil millones de dólares de remesas. ¿Qué puede esperar el pueblo de México con un presidente que así piensa? México necesita del trabajo de sus mujeres y de sus hombres pero aquí, en nuestro territorio, los necesita también para lograr un reparto más equitativo de la riqueza que producen aquí y ahora sus hermanos de clase, y necesita también del amor y del apego de sus hijos para, en un momento dado, defenderlo de una probable invasión extranjera.
Ciudad de México, a 18 de diciembre de 2021.
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