A finales de los años 80 en la polémica gestión de Ignacio Ovalle Fernández y Raúl Salinas de Gortari, en la Compañía Nacional de Subsistencia Populares (Conasupo) la paraestatal encargada de garantizar la venta de productos de la canasta básica y de primera necesidad a precios subsidiados, ya se vislumbraba el futuro de dicha dependencia.
Ahora, 30 años después, la heredera de la Conasupo, Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), creada el 18 de enero 2019, por el presidente Andrés Manuel López Obrador, presenta según Roberto Salcedo Aquino, secretario de la Función Pública, daños por fraudes y malos manejos que alcanzan los 9 mil 500 millones de pesos, hasta ahora hay 69 denuncias presentadas ante la FGR, por actos de corrupción y desvió que involucra a 87 personas 41 servidores públicos y 46 vinculados a empresas.
En 2018, AMLO, presidente electo, anunció que fusionaría las empresas Diconsa y Liconsa de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) para crear así Segalmex, organismo descentralizado, sectorizado a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) que busca la autosuficiencia alimentaria en los cuatro granos básicos (maíz, trigo, arroz, frijol) y leche, fomentar el desarrollo económico y social.
López obrador, hace tiempo, en una de las conferencias mañaneras, levantó bandera blanca en señal de que en su gobierno de la 4T había erradicado la corrupción para siempre; el caso de Segalmex, es una bomba que le estalla en plena cara y muestra lo que ha sido su administración, un rotundo fracaso en el combate a la corrupción, como siempre lo ha hecho, ha tratado de justificarse y salirse por la tangente, diciendo que el desfalco lo hicieron unos priistas de malas mañas y con agarraderas en el poder judicial, desviando su responsabilidad, pero admitió que fue Ignacio Ovalle, quien los llevó a esos priistas a su gobierno y como siempre comenzó a victimizar a Ovalle “lo engañaban los priistas de malas mañas acostumbrados a robar y comienzan hacer negocios, comprar leche, a comprar maíz, pagando precios elevados y se descubre que hay corrupción”. Pero el desfalco es tan grande de miles de millones de pesos que no puede realizarse, sin el visto bueno de Ovalle y del mismo presidente.
El combate a la corrupción fueron las palabras mágicas de López Obrador, las utilizó durante los 18 años que duró sus tres campañas en su carrera por la presidencia, ahora que está al frente del ejecutivo, se ha dado cuenta que la corrupción no ha disminuido sino que ha crecido exponencialmente, incluida, incluso, su propia familia, con Martinazo, su prima Felipa, la casa gris de Houston, los negocios de los amigos de Andy, con la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, quienes han sido exhibidos en videos, documentos y en actos de corrupción y en vez de reconocer y buscar alternativas de solución, las niega y acusa a las viejas oligarquías conservadoras que buscan regresar por sus privilegios y prebendas, sin tener la más mínima honestidad y autocrítica.
Pero además, como siempre lo ha Manifestado el Movimiento Antorchista Nacional (MAN), la corrupción, nos en la causa de la pobreza, es una manifestación de la enorme desigualdad social que priva en nuestro país y que no se va a erradicar, si no cambiamos la estructura social y económica, o sea un cambio de sistema por otro más humano, donde se distribuya mejor la riqueza social, pero la ignorancia del presidente, conjugada con el pueblo bueno y sabio, se creyeron estas sandeces, que terminando con la corrupción se erradicaba la pobreza.
Hoy, la terca realidad nos abofetea la cara y evidencia que el presidente López Obrador, o bien miente deliberadamente, al plantear que el combate a la corrupción es la solución a todos los males de México, incluida la galopante pobreza o bien es soberano ignorante, que, por sus estupideces, nos encontramos al borde del abismo. Cualquiera que sea la respuesta, la solución es clara y única, la organización del pueblo trabajador en un gran movimiento social que luche por erradicar la pobreza y por un mejor reparto de la riqueza social. No hay otra.
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