El presidente de México conoce bien las deficiencias del pueblo mexicano, conoce bien el dolor del pueblo por la pobreza, por la inseguridad, la violencia, la escasez. Ese conocimiento lo utiliza pero no en favor de los que menos tienen, no, lo utiliza en su contra, pero engañando con sus cacareados discursos contra la corrupción, los privilegios, los altos sueldos de algunos funcionarios, los que no comulgan con él únicamente porque a los que sí están en su proyecto de la “cuarta transformación”, a esos ni los toca.
Y digo esto porque una vez más, atropellando los derechos laborales de miles de trabajadores del Poder Judicial de la Federación, y utilizando su desgastado pero a la vez efectivo discurso, quita trece de los catorce fideicomisos de este órgano público, mismo que según cifras del portal Forbes, suman una totalidad de 15 mil millones de pesos
Esos millones, como siempre, van a ir a parar a los bolsillos de las grandes empresas que le están cumpliendo al presidente, su capricho de tener un tren maya, un aeropuerto y una refinería, que lo único que han dado a los pobres de México son más problemas, pues ninguno de ellos funciona como lo anunciara con bombo y platillo Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Lo más grave de todo esto no es que le quiten los fideicomisos al Poder Judicial de la Federación, como lo hizo con el Fonden, el deporte, la cultura, la ciencia, el minero, el cambio climático, etcétera, sino que el presidente no ha cumplido con ninguna de las promesas que hizo al quitar esos recursos que servían, entre muchas otras cosas, para que los beneficiados tuvieron un pequeño apoyo para seguir estudiando, para reconstruir sus viviendas, escuelas, carreteras, después de algún desastre natural; para asistir a un evento de competencia mundial, para apoyo en caso de fallecimiento de algún trabajador de las minas o para investigación científica.
El presidente ha despilfarrado esos recursos en sus obras faraónicas, que no sirven para nada, se los ha dado a manos llenas a los empresarios, los ha enriquecido a más no poder, como quien engorda un marrano para Navidad, y si algo bueno pudiéramos decir que hizo con un poco de ese dinero, es darle un poco más, porque ya antes también se daba, a los adultos mayores, y nada más.
Este año, el Poder Judicial de la Federación es la víctima de dicho atraco, hace algunos años fueron los fondos arriba mencionados, y el presidente acusó de lo mismo: corrupción, altos sueldos, privilegios, etcétera.
Pero como es su costumbre, y aprovechándose de la necesidad del pueblo, de su enojo por la pobreza en la que se encuentra, el presidente acusa, enjuicia, señala, pero NO COMPRUEBA nada de lo que dice, y si no, a los hechos nos remitimos.
¿Dónde están los encarcelados por la corrupción de los anteriores fondos que se embolsó el presidente? ¿a cuántos políticos, científicos, artistas, deportistas, estudiantes, mineros y ahora magistrados metió a la cárcel? ¿a quiénes llevó a juicio?
A los únicos que está llevando a juicio es a los pobres de México, quienes se quedaron sin esas oportunidades de seguir estudiando, de acceder a un apoyo contra los desastres naturales, a esos deportistas que no pudieron asistir a las competencias internacionales, solo porque el presidente quería pasearse por un tren por la selva, etcétera.
El pueblo mexicano debe despertar: AMLO está destruyendo lo poco que los mexicanos habíamos alcanzado en décadas, la independencia de poderes está afianzando su dictadura, está eliminando del camino a los que le estorben en sus ansias de convertirse en reyezuelo de este país. AMLO es un dictador en ciernes: no acepta las críticas, reprime a quien se atreva a estar en su contra, recorta recursos, o se los roba sin más ni más, con sus comparsas de Morena y aliados en las dos cámaras; México está cayendo en un abismo del cual no saldremos, a menos que sea con sangre en las manos.
Solamente existe una solución a todo esto. En primer lugar, presentar las pruebas al pueblo de México de que el presidente solamente nos está engañando, pues ni la salud, ni la seguridad, ni la economía, ni la educación, ni ninguna otra rama del desarrollo ha ido avanzando; estamos peor que como empezamos. Nuestras calles, avenidas, escuelas, unidades deportivas, parques, hospitales, clínicas, cuerpos de seguridad, etcétera, están peor que nunca; se están cayendo a pedazos. Después de cinco años de que entró a gobernar Morena, México está peor que nunca.
Después de cinco años de que entró a gobernar Morena, México está peor que nunca. La solución es organizarse, unir las fuerzas del pueblo pobre.
La solución es organizarse, luchar, unir las fuerzas del pueblo pobre, ese que no recibe sus transferencias monetarias de parte de Morena, pues son más los que se están muriendo de hambre, y sufriendo las consecuencias de dicha política que los que se están beneficiando. Somos más los pobres, y el dinero que el presidente derrocha es de todos los mexicanos, no sólo de los que van a votar por él y su partido en el 2024.
Por último, los intelectuales, o los trabajadores que han sido afectados, así como los estudiantes, deportistas, artistas, mineros, maestros, trabajadores de la salud, trabajadores de la seguridad, etcétera y ahora los del Poder Judicial de la Federación deben voltear hacia el pueblo, porque él es el único que va a lograr parar con este dictadura, disfrazada de “transformación”.
Solamente el pueblo pobre de México, las masas empobrecidas, atropelladas, pisoteadas lograrán parar de una vez y para siempre a este dictadorzuelo. Si no se unen a la lucha del pueblo de México, y seguimos peleando cada quien por nuestros intereses personales, Andrés Manuel y sus amos, seguirán ganando terreno, después será demasiado tarde.
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