MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Respeto a la soberanía de China

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Estaba en la preparatoria cuando salió la película "Rocky IV". De joven no se percata uno de la manipulación a la que está expuesto. Se trata de una película propagandista en contra de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), justo en medio de la llamada “guerra fría”. El personaje principal, Rocky (Sylvester Stallone) se enfrenta al temible y desalmado (así lo pintan intencionalmente) Drago (Dolph Lundgren), que era, según la trama, un soldado ruso soviético. Mientras el individualista Rocky entrenaba en las estepas de la Siberia, pues ahí lo habían mandado, Drago se preparaba en centros modernos de entrenamiento, pero le ponían, según el guion, esteroides, como para recalcar que los socialistas soviéticos eran unos tramposos, y el “puro” era el gringo que se entrenaba usando carretas para levantar peso. El resultado de la película es que Rocky derrota al “malvado” Drago y levanta la bandera norteamericana para que inconscientemente la gente, sin conocer, se pusiera a favor de los gringos y en contra de los rusos. 

Por la misma época, salió a la luz, con el mismo Sylvester Stallone, la película "Rambo III". En este caso, se trataba de un excombatiente de Vietnam que se enrola en la tarea de “defender” al pueblo de Afganistán en contra de los “malditos rusos socialistas soviéticos”. Un solo hombre norteamericano puede contra todo un ejército ruso, el mismo ejército que logró derrotar a Hitler y salvó a la humanidad. Pues se trata de otra más de las acciones propagandísticas manipuladoras del Gobierno norteamericano que intenta ponerse como el salvador y poner a los socialistas como los “malos de la película”; se trata de predisponer a los pueblos occidentales mediante este tipo de propaganda en contra de los socialistas del mundo y ponerse como “salvadores y buenos”, aunque maten los norteamericanos, pero es “por el bien del imperio”. Lo peor es que la realidad ha mostrado la verdad al mundo: los invasores de Afganistán fueron los norteamericanos y el propósito ha sido, como se sabe, controlar el opio que ahí se produce. 

El estilo es el mismo, ahora lo que está cambiando es “el malo de la película”, pues además de Vladimir Putin, ahora están poniendo a los chinos como los malvados, como los que representan una amenaza para el mundo. Los protagonistas que se quieren apoderar del mundo son chinos: los que fraguan el mal, los inescrupulosos, los terribles, etc. Nada más falso que eso, pero esa es la propaganda que lanza Estados Unidos contra el pueblo chino. Lo grave del asunto es que están pasando de la propaganda ideológica a los hechos, a la acción concreta. Esto se muestra en la caprichosa, pero provocadora visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán. 

El pueblo mexicano debe conocer que la visita de Pelosi se trata de una arbitrariedad y de una provocación (casi declaración de guerra contra China), pues Taiwán pertenece legalmente a China, no es un país separado. Taiwán NO tiene el reconocimiento de país en la Organización de las Naciones Unidas; se sabe, pues que Taiwán es parte de la reconocida política histórica de “una sola China”; es decir, aunque isla está integrada a la madre patria China. 

Pese al hecho de que no se puede visitar oficialmente Taiwán sin la anuencia de Beijín; y pese a todos los llamados y advertencias del Gobierno chino, incluidos el del propio presidente Joe Biden, la presidenta de la Cámara de Representantes ignoró intencionadamente todo y visitó oficialmente Taiwán.

La razón de fondo de este insulto al pueblo chino es doble, desde mi modesto punto de vista. En primer lugar, China ha sido ecuánime en relación con la situación de la guerra; ha llamado a la paz, al diálogo, al acuerdo, pero Estados Unidos quisiera que se sumara a su irracional andanada de ataques y sanciones (muchas de ellas caprichosas y hasta contraproducentes) contra el pueblo ruso; es decir, esperaban que se pronunciara contra Rusia y que impusiera sanciones siguiendo las instrucciones de los norteamericanos. Mas como eso no sucedió, pues el pueblo chino tiene buenas relaciones comerciales con Ucrania, pero también y, sobre todo, con Rusia y, recientemente, ha mostrado más su acercamiento con el Gobierno ruso, eso no lo pueden tolerar los norteamericanos y, entonces, mandan a Nancy Pelosi a provocarles. 

En segundo lugar, el desarrollo de China ha representado para los intereses norteamericanos una amenaza reciente. Hace 50 años con la visita a China de Richard Nixon se generó un vínculo estrecho entre el capital norteamericano y el activo más valioso y potente de China: su mano de obra. Se reconoció internacionalmente “una sola China” y se inició una importante labor comercial. El proceso de aprendizaje fue lento en la primera etapa, pero estaban sentadas las bases para el desarrollo. Recuerdo que en los años 80 era casi imposible para un mexicano común adquirir un reloj de calculadora Casio de Japón; sin embargo, un reloj calculador de China sí que se podía adquirir. 

El proceso de colaboración de Estados Unidos con China tenía un doble interés: el interés comercial en primerísimo lugar, pero también debilitar al bloque socialista. Lo que no imaginaba Estados Unidos es que con la llegada del presidente Xi Jinping se fortaleciera la ideología marxista-leninista y los principios socialistas. En este contexto, el desarrollo económico de China logró rebasar al PIB de Estados Unidos en 2013; el hecho de que China desplazara a Estados Unidos como primer socio comercial de la Unión Europea en 2021 y, finalmente, con los cálculos que han revelado que para el 2028 China “sobrepasará” a Estados Unidos (cinco años antes de lo previsto) (BBC, 30/12/20), tienen en jaque al futuro hegemónico de los norteamericanos. 

El fortalecimiento de los principios socialistas, la correcta dirección del Partido Comunista Chino, a cuya cabeza se encuentra Xi Jinping y el desarrollo de su economía que amenaza con desplazar a Estados Unidos hacen que la decadencia económica norteamericana como sociedad supremacista cobre formas desesperadas y una de ellas es mandar a Nancy Pelosi para, con ello, provocar a los chinos y promover una guerra nuclear que se acerca como el único recurso norteamericano para lograr su propósito de frenar a China, a Rusia y a todos aquellos pueblos que aspiran a conformar una humanidad mejor, que no esté basada en el interés económico, sino en el interés de todos. 

Los pueblos del mundo debemos hacer cuerpo con China, con Rusia y con todos los países progresistas que proponen una sociedad multipolar de colaboración recíproca y que se oponen a la nueva intentona de hegemonía mundial por la fuerza de Estados Unidos. 

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