Con la industrialización y tecnificación de la economía mundial cuando menos desde la segunda mitad del siglo XX el mundo dio un giro vertiginoso y con ello aceleró a niveles nunca antes imaginados la producción a gran escala de toda la variedad de mercancías y satisfactores del hombre. De tal manera que una sola planta cervecera de la empresa Constellation Brands hoy en día produce 8,200 millones de botellas al día. Distintos pensadores han calificado al capitalismo como el modelo económico de producción y explotación de los recursos naturales más exitoso de la historia humana.
Este gran desarrollo de la producción con el modelo capitalista tiene beneficios muy atractivos como el de encontrar casi en medio del despoblado un expendio de cerveza o refrescos para calmar la sed de una tarde calurosa de verano en Sonora bajo 43° de calor. No sólo se ha encargado de llevar las mercancías a los lugares más retirados, también ha creado la posibilidad de elegir entre una variedad de más de 40 tipos de sopas para cumplir a los paladares más exigentes. Y así con casi todo lo usamos, vemos o necesitamos.
La parte oscura de este modelo económico se encuentra en determinar quién se queda la riqueza que arroja tal producción. Por supuesto, el dueño de la empresa o fábrica. Mientras los miles de millones de brazos, cerebros y corazones que hacen posible la creación de carros, teléfonos, televisoras, etc., ¿con que parte se quedan?, con una ínfima parte transformada en salario con la cual no pueden hacer más que medio vivir, mal comer, mal vestir. Generación de millones de personas en situación de calle, pobreza alimentaria, sin capacidad de pagar servicios médicos, sin acceso a la vivienda, comunidades enteras sin servicios básicos, etc. De tal manera que el 1% de la población más rica tiene el control del 50% de la riqueza mundial y en contraposición el 50% de la población más pobre solo tiene el 1% de la riqueza mundial. ¡Un verdadero sinsentido!
El estado campeón de la carnita asada y la machaca, Sonora, no esta ajeno a esta realidad nacional y mundial. Derivado de las malas administraciones de los últimos 12 años en el gobierno, de la crisis mundial y de la actual pandemia de la Covid-19 la situación social se ha agravado de acuerdo con Coneval del 2018 al 2020 de la siguiente manera: en los últimos 3 años hay casi 100 mil nuevos pobres con ingresos inferiores a la línea de pobreza; al pasar de 26.7% en 2018 a 29% en 2020. En acceso a los servicios de salud los datos son alarmantes; poco más de 200 mil personas batallan para atender sus problemas de salud; al pasar de 12.6% en 2018 a 20.1% en 2020. En el tema de seguridad de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública el estado se encuentra en el lugar 7 de 32 en victimas por homicidio doloso a junio 2021.
Por donde quiera que se le vea las cosas en Sonora están mal. Y en este contexto la declaración del gobernador electo Alfonso Durazo el pasado 9 de agosto llama mucho la atención al mencionar en entrevista para el medio Expreso: …” En este momento Chihuahua ha crecido, por ejemplo, el 2018 al 3.6 puntos, por su parte Sonora decreció su economía en 0.9. Chihuahua no tiene las condiciones competitivas que tiene nuestra entidad; nosotros tenemos 20 puertos, tenemos mil 200 kilómetros de litoral, estamos en la Cuenca del Pacífico que es la zona de mayor dinamismo comercial. En fin, aprovechando a plenitud todas las ventajas que tiene nuestro estado, estoy seguro que vamos a recuperar la grandeza que nos llenó de orgullo”.
¿Recuperar la grandeza que nos llenó de orgullo? No sé usted, pero, a mi parecer la grandeza de una nación o estado no debería medirse por el número o tamaño de empresas que se roban la riqueza y recursos naturales con que cuenta el lugar, si no, precisamente en la calidad de vida que da a sus ciudadanos. De nada sirve tener 1200 km de litoral para explotar los recursos marinos, ni tener casi todo tipo de vegetación y poseer el mayor yacimiento de litio de América, mientras el jornalero del sur de Sonora siga ganando si bien le va 160 pesos, los cuales no le permiten ni llegar al fin de semana sin pedir un préstamo para cubrir alimentación y pago de servicios.
En este sentido, si bien es cierto que las obras y servicios que puede proveer el gobierno depende en buena medida de la recaudación lograda por el estado en materia de impuestos, no se ha escuchado un soló pronunciamiento del gobernador electo sobre este tema. Dejando así el sistema tributario intacto, sistema en el que pagan más impuestos las clases pobres y se hacen concesiones y descuentos a los ricachones. Si bien es cierto que aún no asume funciones de gobernador, Alfonso Durazo ya deja asomar un doble discurso; por una parte, llama al pueblo sonorense a que con sacrificio levantemos el orgullo de tener un estado grande en explotación laboral para bien de todos y otro donde da tranquilidad a los millonetas del estado, puesto que el pueblo es sacrificado y orgulloso por naturaleza.
Desde mi humilde posición hago el llamado a las clases trabajadoras sonorenses a que cambiemos ese espíritu orgulloso de ser una sociedad buena para la fiesta y la convivencia y pensemos mejor que ya es hora de poner verdadera atención colectiva al actuar y a la política económica de nuestros gobernantes. Que ese calor y valentía del sonorense de a de veras nos motive para darnos cuenta que la solución no está en cambiar de partido político en el poder, sino en cambiar el modelo económico por uno más justo para los trabajadores de la patria. Uno que nos permita llevar un estilo de vida más digno. Uno donde nos llene de orgullo porque el gobierno invierte más en escuelas, hospitales, vivienda, seguridad, salarios justos y no que nos cambien todo eso por migas de pan disfrazadas de tarjetas con dinero. La grandeza de Sonora se demostrará en la condición de vida de su pueblo trabajador.
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