Viene a mi mente un poema de Mario Benedetti, que se titula ¿Qué les queda a los jóvenes? Esto a raíz de las notas que, durante estos meses, principalmente, se han estado publicando en los diferentes me dios de comunicación con relación a los estudiantes que llevan armas a las escuelas, que amenazan con explotar algún artefacto o que incluso, han tiroteado escuelas. Estas notas han sido el tema diario en la prensa y a las cuales, las autoridades poco interés han mostrado.
Así vemos en los encabezados que existen tiroteos en Estados Unidos, que en las redes sociales se anuncian posibles delitos y que en muchas instituciones se han presentado casos de niños que llevan armas a las escuelas.
Esta situación no está alejada de la crisis que tiene hundido a nuestro país en la miseria, se debe de ver, incluso, cómo una de las resultantes de las políticas alejadas de la ciudadanía que implementa el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, pues, a pesar de que para él el país va viento en popa, desde los diferentes sectores se están denunciando atrocidades, ya sea que hablemos de salud, educación, vivienda, servicios públicos, economía u otros.
Veamos algunos datos, El Sol de México publica una nota en la que se lee, “Ante las recientes amenazas de tiroteos en planteles de Baja California, factores como el uso de redes sociales, temas emocionales y demanda de atención, motivan a jóvenes a realizar este tipo de amenazas. Lo anterior lo expuso la psicóloga Erika Zamora, del área de hospitalización de niños y adolescentes del Hospital de Salud Mental de Tijuana”.
Este es solo un ejemplo de la percepción que se tiene, sin embargo, como he dicho líneas arriba, el problema surge de una necesidad de cambio de políticas, de falta de inversión en temas como educación, ante la necesidad de que se tengan mejores condiciones de vida y que estas armas y pensamientos no lleguen a los jóvenes, no lleguen en primera instancia a los padres de familia, que son quienes educan a los mexicanos.
A los jóvenes, pues, ante esta situación de miseria, solo les queda la resultante de poca educación o de mala calidad, les queda la absurda y nada agradable necesidad de una sociedad que vea poco o nada por ellos, que solo se les inyecte dinero público para que hagan con él lo que quisieren, así, regalando dinero como si se tratara de limosna, los jóvenes quedan a la deriva de una sociedad poco autocrítica y nada reflexiva de lo que consumen, pues a esta sociedad que nos gobierna, solo le importa la ganancia sin tomar en cuenta lo que de ello se genere o se pueda provocar.
La salida no es solo la inversión, no solo es que las capas poderosas se interesen en la juventud, sino que se cree un programa social, con bases y una plan para el desarrollo y la superación de esta, en materia educativa, tecnológica y demás.
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