En la actualidad, para nadie es un secreto que la política instrumentada por López Obrador ha fallado, y, el tiempo ha sido el que se ha encargado de comprobar que lo que muchos analistas, periodistas, economistas e incluso el Movimiento Antorchista Nacional, advirtieron, hoy se comprueban. Basta ver los altos índices de pobreza, delincuencia, marginación, hambre o desempleo que se han agravado en esta administración.
Hace tres años Morena llegó con el argumento de combatir la corrupción de los funcionarios públicos y las instituciones, y durante toda su campaña con hambre de alcanzar el poder, planteaba un discurso en el que se prioriza la entrega de apoyos asistencialistas, casi de manera exclusiva, generando gran expectativa entre los beneficiarios de programas como Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, Becas Benito Juárez, 70 y más, entre otros. Sin embargo, la realidad es más terca y se ha encargado de recordarnos que ni estos programas fueron tan buenos como se presumían.
Prueba de lo señalado, es que el pasado miércoles 28 de junio, el Inegi presentó una fotografía de la tragedia por la que atraviesa nuestro país, al publicar los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2020. En donde la pandemia por covid-19 no ha sido la principal causa, sino también, la inefectividad de la política pública para mitigar los indicadores de pobreza y vulnerabilidad de los hogares mexicanos.
Un primer diagnóstico son las fallas en los programas sociales del gobierno federal enfocados en dar transferencias monetarias directas como sustitución de otros programas que dejaron de funcionar y proporcionar servicios durante este sexenio. En particular, si bien de acuerdo con la ENIGH 2020, los beneficios provenientes de programas gubernamentales pasaron 26.7 mil millones de pesos a 41.7 mil mdp entre 2018 y 2020, aquí se muestra un aumento 30 por ciento, pero la distribución de estos recursos no benefició a los más pobres, los hogares más pobres reciben casi los mismos beneficios sociales que los más ricos, en ellos hay un aumento del 48 por ciento, lo que confirma una vez más que la 4T no cumple con su lema “Primero los Pobres”, porque los apoyos no se distribuyeron correctamente, se dejó a los pobres más pobres, y el remedio de que los apoyos llegarían sin intermediarios, resultó peor, porque ahora no solo no llegan a los pobres, llegan a los que tienen más, con autorización del mismo poder ejecutivo.
Ahora bien, creo importante que López Obrador debe poner más atención a los programas encaminados a mitigar las necesidades de los más pobres (aunque esta no sea la solución para terminar con ella), pues, además, debe trabajar en obras que ayuden a mejorar la infraestructura en áreas de comunicación, ciencia, tecnología y servicios, que sirvan para impulsar el desarrollo económico y cultural de las familias de nuestro país. Por ejemplo, en Chiapas, es urgente la ejecución de obras como el mantenimiento y construcción de nuevas redes de agua potable, drenaje, electrificaciones, pavimentación de carreteras y calles, construcción de escuelas, muros de contención, apoyos al campo con fertilizantes y sistemas de riego, apoyos para la vivienda y a los proyectos productivos; porque esta es la demanda de las familias.
Y por el otro lado, la unión de los más pobres debe ser capaz de contrarrestar los efectos devastadores de las malas políticas y parar en seco el avance de un gobierno que miente, engaña y manipula, y que, además, es sordo e indiferente a las necesidades de su pueblo. Pues como afirmara Engels: “el proletario no es solo una clase que sufre, sino que la vergonzosa situación económica en que se encuentra lo impulsa inconteniblemente hacia adelante y lo obliga a luchar por su emancipación definitiva”.
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