MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Paridad de género, ¿garantía de qué?

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El 23 de diciembre del año pasado inició la fase pública del proceso electoral federal 2021. Esta primera etapa, o etapa de selección interna de candidaturas, concluyó el 31 de enero, fecha en que los 10 partidos políticos nacionales propusieron a los que serán sus candidatos y candidatas para los puestos en disputa el 6 de junio de 2021. 

El proceso electoral que corre está considerado como el más importante en la historia democrática reciente de México, pues, como efecto de reformas electorales anteriores, esta vez coinciden en fecha la elección de 500 diputados federales, 15 gobernadores, 30 congresos locales y 1900 ayuntamientos. Además, es la primera ocasión que el Instituto Nacional Electoral (INE), apoyándose en la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe), impone normas estrictas en materia de paridad de género para garantizar la paridad en las elecciones. 

El principio de paridad de género consiste en la obligación de los partidos políticos de proponer, considerando el total de puestos de elección popular en los que participen, 50% de candidatos hombres y 50% de candidatos mujeres. Esto, se dice, con el fin de establecer la igualdad real entre los sexos y materializar los derechos electorales de la mujer mexicana, tan olvidada en la vida política del país. 

Para el ciudadano común, el que vota y elige representantes y autoridades, y que desea tener buenos gobernantes que defiendan los intereses del pueblo; que quiere que las elecciones sirvan para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población, ¿qué beneficio trae consigo el cumplimiento del principio de la paridad de género? ¿Para el ciudadano común, la paridad de género es garantía de qué?

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Me adelanto a afirmar con toda convicción que una mujer puede ser tan inteligente, tan trabajadora, tan honrada, tan leal y buena persona como cualquier hombre; es decir, que puede poseer las mejores cualidades humanas, pues éstas no son propiedad exclusiva de los hombres. La vida nos demuestra diariamente que esto es absolutamente cierto. Pero también la afirmación contraria es incuestionablemente verdadera: la mujer también puede ser tan ignorante, tan perezosa o tan ladrona, traidora y mal elemento como cualquiera de los peores delincuentes hombres; estas monstruosidades tampoco son propiedad exclusiva de los hombres. 

De aquí se deduce que no puede determinarse la bondad o maldad de nadie, simplemente por el género al que pertenece. Quienes promueven el razonamiento contrario, algo ocultan. En efecto, cuando dicen que las mujeres, simplemente por ser mujeres, una vez que lleguen al poder, van a cambiar las cosas y van a mejorar las condiciones de vida de la gente, lo que están tratando de hacer en realidad es manipular a la opinión pública para que, una vez más, engañada, favorezca con su voto a las candidatas de un partido y las coloque en puestos de poder.  

Yo estoy, por supuesto, por la igualdad de la mujer. Pero estoy convencido de que ésta se va a lograr, junto con otras aspiraciones legítimas del pueblo, hasta que haya equidad económica entre los seres humanos. Mientras exista una gran mayoría de la población que sea la que produce la riqueza social y una pequeñísima parte de ella que se la apropie, la mujer no podrá gozar de igualdad y plenos derechos. Las grandes injusticias que padecen las mujeres, no las sufren por ser mujeres, las sufren por ser pobres: hay cientos de “Muertas de Juárez", ¿podría haberse llegado a esas cantidades de “Muertas de Polanco"? ¿De “Muertas de Bosques de las Lomas"? Por supuesto que no. 

Y en relación con el hecho de que una mujer sea diputada o gobernadora, los argumentos ya están dados y sólo hay que sacar la conclusión: si se quiere una autoridad o representante que trabaje y luche en favor de la gente, no es suficiente con saber si es hombre o mujer; orientarse así sólo trae decepciones. El criterio para votar a favor de una candidata o candidato debe ser su trayectoria, su vida política; el poder comprobar que ha trabajado y seguirá trabajando y luchando a favor del pueblo. 

La paridad de género, sola, no es garantía de nada. Si nos volvemos a dejar llevar por las campañas publicitarias, por la demagogia o, como dice la Legipe, por el género del candidato o la candidata, nos vamos a seguir llevando desilusiones, como ha sucedido ya muchas veces. 

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