El presidente Andrés Manuel López Obrador continúa engañando a los mexicanos utilizando un discurso populista que está muy alejado de la realidad, pretendiendo hacer creer que la relación entre México y Estados Unidos es excelente y que prevalece un trato de iguales, cuando sabemos que no se puede tener igualdad entre desiguales, que seguimos siendo el patito feo para el gobierno estadounidense encabezado por Joe Biden, donde el promotor de la 4T se encuentra sometido y mucho más entregado que quienes le antecedieron en el poder.
Sin caer en malinchismos ni asuntos de esos, veamos pues que López Obrador, desde hace meses se abrogó el derecho de representar a los países Latinoamericanos frente al imperio estadounidense, en una tramposa intención de tratar de demostrar que es muy valiente cuando ha sido todo lo contrario, porque exige supuestamente el cese de boicots, la atención a los miles de indocumentados, ilegales o migrantes, que pasando por suelo mexicano llegan a la frontera.
Es un doble discurso, el mandatario mexicano saluda con la izquierda y golpea con la derecha, pues sabe perfectamente que, de no hacerlo, corre el riesgo de causar la molestia de su “patrón” que no es el pueblo que gobierna. El actual Gobierno de México es un hipócrita que no le interesan los pobres.
El discurso del presidente de la 4T da al traste con la fingida diplomacia esgrimida por el embajador Marcelo Ebrard, quien es el encargado de transmitir la realidad del gobierno norteamericano cargada de amenazas que han permanecido ocultas por el mandatario mexicano, donde las consignas son claras en tan solo dos asuntos inmediatos, la de frenar la ola de migrantes.
De ahí que resulta falsa la postura del presidente mexicano, diciendo que Estados Unidos le da un trato igualitario a nuestro país, lanzando además una sarta de “recomendaciones” como un mejor trato a naciones como Cuba y otras, pensando que con solo pedirlo, los gringos le estarán haciendo caso.
Dicha situación ha desenmascarado el carácter fingido, teatral, de los desplantes izquierdistas de AMLO, porque es mentira que exista entre ambas naciones la llamada “responsabilidad compartida”, cuando, en los hechos, nos ha engendrado cargas que, en buena lógica, no tenemos por qué aceptar.
EE. UU. acepta combatir la adicción entre su población (que es su obligación elemental) a condición de que México aplique sus reglas y acepte su injerencia en la lucha contra el flujo de estupefacientes hacia su territorio; accede a frenar el contrabando de armas hacia México a cambio de que éste se comprometa a decomisar las que logren cruzar la frontera; se compromete a invertir en programas sociales en el sur de nuestro país y en Centroamérica a cambio de que México ponga su parte, siga frenando las oleadas migratorias en su frontera sur y continúe recibiendo en su territorio a todos los migrantes que ellos expulsen. Así, el “triunfo” de las ideas de AMLO es, en realidad, un sometimiento mayor a la política norteamericana.
De forma inteligente, Estados Unidos, la utilización de un discurso revolucionario y otros desplantes izquierdistas en vísperas de la VI cumbre de la CELAC, con el propósito primordial de que todos crean en la existencia de un frente único por parte de los países que estarán participando supuestamente para negociar de igual a igual.
La única verdad en todo este discurso disfrazado de exigencia es que López Obrador se ha autoimpuesto el triste papel de pastor de los pueblos latinoamericanos para reconducirlos al redil del imperialismo depredador y abusivo de Estados Unidos.
Es una 4T sometida y de rodillas ante los jerarcas norteamericanos, que están fingiendo reconocer la superioridad de México aunque sea únicamente de dientes para afuera, porque mientras no se cumpla con las órdenes o mandato de Joe Biden, vendrán los castigos cargados con una grave tragedia para todos los mexicanos.
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