Dicen nuestros gobernantes que el Estado mexicano está por encima de las clases sociales, que no distingue estratos sociales, que la justicia se aplica igualmente para todos, sea rico o sea pobre.
A mi modo de ver las cosas, el pueblo desde hace rato, no cree en la existencia de una justicia que busque favorecer a quien tenga la razón sino a quien tenga el poder económico.
En días pasados, cuatro trabajadores de la granja camaronícola llamada ACTION, ubicada en el municipio de Huatabampo, Sonora, fueron acusados por intento de robo de camarón. Se les remitió primero a los separos de la policía municipal donde permanecieron varias horas todos sucios, con las botas de plástico, la ropa de trabajo toda llena de lodo sin que se les permitiera bañarse y ponerse ropa limpia. Por tres días estuvieron detenidos hasta que no pagó cada uno la cantidad de dos mil pesos como fianza aunque ellos no hubieran intentado robar. Qué se puede decir acerca de este intento de robo. Me llama la atención a mí, la prontitud con que actuó la policía, con qué rapidez se les detuvo y se les metió a la comandancia de policía, el trato que se les dio a los presos peor que si fueran animales, además, al buscar explicaciones sobre su detención, en las respuestas que se dan se siente como si te quisieran decir, robó, robó y debe de pagar por lo que hizo.
Asombra la actuación rápida y enérgica de la autoridad, de la policía y del Estado cuando se afectan los intereses de los empresarios, de los poderosos. Se percibe pues, una fuerte reacción que busca dar un castigo ejemplar a todo aquel que se atreva a tocar la sagrada propiedad privada. Los poderos exigen justicia y el Estado actúa en consecuencia haciéndoles justicia. Pero, qué pasa cuando es el empresario, cuando una empresa como ACTION no cumple con lo que dice la ley, cuando la viola flagrantemente, cuando ésta no tiene asegurados a sus trabajadores ante el IMSS, cuando éstos por años están trabajando e hinchando los bolsillos de ésta empresa y no pueden atender sus problemas de salud porque no se les ha dado de alta; qué pasa cuando éstos trabajadores trabajan más de las ocho horas por un salario miserable. Nada, no pasa nada, la secretaría del trabajo y el Estado cierra los oídos y los ojos ante tanto abuso, saña y explotación.
Recuerdo cuando secuestraron a Martí, dueño de una cadena de tiendas deportivas en la ciudad de México, y cuando igualmente secuestraron al político panista Diego Fernández de Ceballos, el poder se movió, actuó con prontitud, armó una gran alharaca en la prensa, movilizo sus fuerzas y a los meses dieron con el paradero de los secuestradores y encontraron con vida a los afectados. Muy diferente es la actuación con el caso de Manuel Serrano Vallejo, un anciano humilde, vendedor de periódicos y revistas, que lleva ya dos años de secuestrado, no se le ha encontrado y no se ha castigado a los culpables a pesar de de que no se ha dejado de exigir justicia.
Este trato desigual de la ley que padecen los trabajadores de ACTION, así como el Movimiento Antorchista Nacional por el secuestro de don Manuel Serrano Vallejo, es el trato que se da a todos los ciudadanos humildes de este país, no es cierto que todos somos parejos y que nadie está por encima de la ley. Por nuestra parte deseamos que el gobierno reflexione que sus instituciones están entrando a una situación crítica, de un gran desprestigio por no impartir justicia como se demanda. Esto, sumado a los millones de gente pobre que tenemos no debería de ser soslayado por ningún gobierno responsable. Qué va a pasar si la pobreza sigue aumentando y si la gente pide atención a sus necesidades y las instituciones encargadas de solucionarlas en vez de darles salida y mejorar la calidad de vida de los más necesitados responden con represión para aplacar las inconformidades. Bueno sería para el Estado conocer la historia de la Francia de Luis XVI, ahí se minusvaloro a las masas empobrecidas y ya vimos que estas no se arredraron ante la represión, al contrario respondieron con las armas haciendo añicos al poder del absolutismo que se creía indestructible. Que conste.
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