MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Mismas promesas, mismos candidatos: ¿Y el pueblo?

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Lamentablemente, la política mexicana se ha convertido en todo un circo, donde lo único que les interesa a los partidos políticos es ganar a como dé lugar. Bien dicen que el fin justifica los medios y las instituciones políticas lo saben muy bien.

Para donde uno mire se encontrará con propaganda: bardas, espectaculares, calcomanías en los vehículos, gorras, banderas, y un buen grupo de funcionarios que ocupan sus días de descanso para hacer campaña, y ese, hasta cierto punto, no es el problema, pues todos somos libres de manifestar nuestras preferencias ideológicas y partidistas.

Lo que llama la atención son las promesas de los candidatos y candidatas; algunos se quieren reelegir, otros buscan por primera vez un espacio público, pero las promesas son las mismas de siempre: más seguridad, más empleo, mejores salarios, más calles pavimentadas, más espacios deportivos, más centros culturales, apoyo a los grupos de las madres buscadoras, cero corrupción, apoyo al campo, becas para los estudiantes, que ahora sí tendremos un servicio de salud de calidad, en fin, cada vez que los mexicanos tenemos elecciones escuchamos lo mismo.

Las promesas de políticos nunca se cumplen; las despensas se acaban a la semana y el dinero se esfuma en un abrir y cerrar de ojos, por lo que el pueblo se queda como al principio, sin nada.

Estamos en el tiempo perfecto donde el pueblo es lo más importante, y ¿cómo no va a serlo?, si todos los que aspiran a un cargo público buscan por todos los medios arrancarle su voto, comprar su sufragio con dinero, una despensa (cuando bien les va) y con promesas al aire de una vida mejor, de una vida digna, pero la realidad es dura y certera, y sabemos que eso no pasará.

Así han pasado años y esas promesas nunca se cumplen; las despensas se acaban a la semana y el dinero se esfuma en un abrir y cerrar de ojos, por lo que el pueblo vuelve a quedar como al principio, sin nada.

Pero eso no es lo peor: cuando se atreve el ciudadano a ir a solicitar algún apoyo, los funcionarios con la mano en la cintura les dicen que en campaña se les apoyó por su voto y tienen que regresar a sus casas enojados y con las manos vacías.

Pero ¿quién tiene la solución a todos esos males? Definitivamente, el pueblo organizado y educado políticamente, ese pueblo que no se deja convencer con cantos de sirena, ni con despensas ni dinero.

Es aquí donde radica la importancia de la educación del pueblo; de que se organice y tome, en coordinación con sus vecinos, la mejor decisión para elegir al menos peor. Pero debe comprender también que votar por alguien que ni conoce no es la solución.

El pueblo mexicano debe abrir los ojos ante su cruda realidad; debe tomar conciencia de que, si sigue haciendo lo mismo cada tres y seis años, va a obtener los mismos resultados.

Por ello, es urgente que se organice, se politice y forme su propio partido, que luche por la conquista del poder político para arrancar de raíz el mal que tanto daño ha hecho.

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