No hay de otra, cada vez va quedando más claro, que no se puede confiar en los políticos ni en sus partidos; por más esfuerzos que hace el ciudadano común en cada nuevo proceso electoral, buscando un motivo (tan siquiera uno) para volver a creer en la política partidista actual, siempre, después de cada proceso electoral, viene el elegido con el poder y lo echa todo a perder, mintiendo e incumpliendo lo que prometió. Ni modo, la realidad es así.
Con esta reflexión quiero abordar la injusta situación que padecen mis queridos compañeros antorchistas del municipio de Minatitlán. La fundación de esta comunidad data del año 1551, en sus orígenes, el lugar fue conocido como Tlacalahuastla, que según el ilustre Felipe Sevilla del Río, significó "lugar donde abunda la elaboración de cerbatanas"; estuvo habitado por indígenas nahuas y otomís, que, luego de la llegada de los españoles, huyeron de la explotación excesiva a la que eran sometidos y se fueron a establecer en las serranías de Telcruz y Toczin, hoy estado de Jalisco. Lo que se sabe, es que uno de los conflictos políticos más notorios, después de 1912, fue la lucha constante por conseguir su reconocimiento como municipio, lo que finalmente se dio en el año de 1928. Aparte de las políticas, otras de las desgracias de Minatitlán han sido las del clima; se recuerdan con mucha tristeza el azote de tres ciclones: el de 1864, llamado "lluvia grande de San Miguel"; un segundo en 1881 y el de 1959, llamado "Ariel", que según se cuenta, arrasó con dos terceras partes de la población pereciendo 300 personas. Con todo esto, Minatitlán se levantó, tal vez por lo que dice el lema de su escudo: "La entereza del hombre vence". Pues yo creo que esa entereza es lo que van a necesitar los antorchistas de Minatitlán para dar la lucha, presionar a su presidente municipal, Horacio Mancilla González y hacer que cumpla sus promesas de campaña.
En los últimos 15 años, entre los políticos minatitlenses hay situaciones curiosas que llaman mucho la atención; por ejemplo, el actual presidente municipal, ya había gobernado el municipio durante el trienio 2000-2003 y desde ahí, trabajó arduamente para fortalecer la presencia del PRI en el municipio; algo similar hizo quien lo sucedió en el cargo, de nombre Francisco Campos Preciado, que gobernó entre 2003 a 2006 (de esto los minatitlenses se acuerdan bien); para el año 2012, gracias, precisamente a este intenso trabajo partidista de los dos políticos mencionados, Horacio Mancilla logró colocar a su hermano, Cicerón Alejandro como candidato y luego como presidente municipal, y su "sparring"1 en la campaña, fue nada más ni menos que Francisco Campos sólo que ahora compitiendo por el partido verde (PVEM). Pero para el siguiente trienio, es decir, 2015-2018, aparece ahora, nuevamente como candidato Horacio Mancilla, quien luego de no conseguir la candidatura por el PRI, decide competir ahora nada más ni menos que por el partido verde, uniéndose con esto, a su antiguo contrincante. Pero al llegar aquí, Mancilla se enfrentó a tres problemas: el desgaste de su figura política; la estructura que aún representaba el PRI y la fuerza política en que se había convertido el Movimiento Antorchista de Minatitlán.
Y pasó lo que tenía que pasar, Horacio Mancilla solicitó el apoyo de los Antorchistas; para conseguirlo, prometió resolver las necesidades más apremiantes que se le plantearon: la venta de un predio de su propiedad, para la vivienda de 200 familias; la donación de un terreno para construir la Casa del Estudiante Minatitlense y apoyo económico para el sostenimiento de la misma; electrificaciones y redes de agua potable para dos colonias; apoyo con mejoramientos de vivienda, material a bajo costo y apoyo con insumos agrícolas diversos; todo esto para más de mil familias antorchistas. Estas y otras necesidades más se le entregaron en un pliego petitorio. él, como prueba de "buena fe", firmó una promesa de venta para 200 lotes de terreno; así y con el conocimiento que tenían de los otros partidos, los antorchistas dieron su voto a Mancilla. Seis meses han pasado desde que Horacio tomó protesta como nuevo alcalde y ya olvidó sus promesas de campaña; ante los reiterados reclamos de los antorchistas, hace caso omiso y últimamente injuria, amenaza y hasta encarcela a los antorchistas, como ocurrió recientemente con el hijo de la señora Olga Martínez Reyes, dirigente municipal de los antorchistas.
Pero los antorchistas nunca nos engañamos cuando decidimos dar el voto a Horacio Mancilla; para entonces, nosotros - aunque nos hubiera gustado que fuera distinto -, ya estábamos seguros de que no cumpliría; pero obramos así, previendo que algún minatitlense pudiera fallarle la memoria, cayera en el error y creyera que ahora sí sería distinto; por eso los antorchistas votamos así y con esto, demostramos nuestra razón. Ahora ya no hay duda, los políticos de Minatitlán no cumplen.
Según datos del Instituto Estatal Electoral de Colima (IEE), la lista nominal de Minatitlán en la pasada elección del día 06 de junio de 2015, era de 6,771 electores, de ellos, para elegir al Alcalde participaron 5,442; de estos, el partido verde (PVEM) de Horacio Mancilla, con ayuda de los Antorchistas, juntaron 2,238 votos y ganaron la elección; en segundo lugar quedó el PRI con 1,999 y en tercero el PAN con 824 votos. Está claro que sumando todos los votos en contra, más los que no votaron (que también se cuentan en contra), suman 4,533; estos son los que no estuvieron de acuerdo con el candidato verde. Alguien debería de aconsejar bien al Presidente Municipal de Minatitlán; debería recordarle que los antorchistas minatitlenses ya somos más de mil y que su represión e incumplimiento hace que sigamos creciendo cada día más; que con la fuerza política que ya tenemos, podemos hacer que gane o pierda en las próximas elecciones del año 2018 a casi cualquiera de las fuerzas políticas que hay en el municipio; y que incluso, si nos lo propusiéramos, ya pudiéramos competir solos, contra cualquiera con muchas posibilidades de éxito. En sus orígenes Antorcha no nació para pelearle el poder a nadie, pero tampoco se los vamos a dejar para que con él nos atropellen cuando quieran. Que conste.
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