En 2018 una vez que López Obrador llegó a la presidencia de la república, para consuelo de los electores que votaron por él ofreció trabajo para los migrantes centroamericanos. Prometió cuatro mil empleos en la frontera sur para quienes llegaran al territorio nacional. Anunció visas de trabajo una vez que entraran a México, becas del programa “Sembrando Vida” ampliando tal beneficio a sus países, proporcionar tarjetas de visitantes, etcétera, medidas que según él mostraban el gobierno del cambio que prometió. Los llamó a venir, pero a la vuelta de tres años, los migrantes se sienten “atrapados en México”.
Procedentes del Caribe y Centroamérica, principalmente del conocido triángulo norte conformado por los países de Honduras, Guatemala y el Salvador, los migrantes son víctimas de polleros, extorsionadores, tratantes de personas, en algunos casos de la policía migratoria y guardia nacional, tanto en la frontera sur, en Tapachula, Chiapas y en la frontera norte, principalmente en Tamaulipas. Sin importar los peligros que representa atravesar el país en condiciones de ilegales atraídos por las promesas de López Obrador, arrastran tras de sí a mujeres embarazadas, niños pequeños que viajan solos, pagando altísimas cuotas de traslado, terminando muchas veces abandonados en cajas de tráileres sin ventilación. Y quienes logran llegar a la frontera norte de México con Estados Unidos, arriesgan nuevamente su vida al cruzar el Río Bravo, para enfrentar el trato brutal de la policía fronteriza norteamericana.
Tal situación no es propia sólo de los migrantes centroamericanos, como se atestiguó el jueves 28 de octubre de 2021. La caravana de migrantes avanzó 18 kilómetros, del municipio de Huixtla a Villa Comaltitlán, con el visible cansancio, sobre todo de los niños que resisten las largas jornadas de caminata y de tremendo calor. La comunidad lésbico gay también forma parte de la caravana que sufre doble discriminación, por ser migrantes y por su preferencia sexual. El gobierno de la 4T ha sido sigiloso de ocultar estos estragos que no dejan exentos a los migrantes mexicanos, indocumentados que buscan rutas para llegar a EU en busca de trabajo para enviar dinero para la sobrevivencia de sus familias.
Afortunadamente, gente seria que expone sobre la mesa el problema de la migración nacional y extranjera, aporta datos interesantes. Por ejemplo, Viri Ríos, analista en política mexicana y doctora en Gobierno, por la Universidad de Harvard y colaboradora del The New York Times, dice: “Los migrantes rescatan a México y a López Obrador” y “En medio de la pandemia que enfrentan los más pobres en México -se estima un incremento del 51 por ciento en la pobreza extrema-, las remesas se han convertido en un salvavidas para millones de familias, e indirectamente, también es un bálsamo para la popularidad del presidente de México”.
Y concluye: “El gobierno mexicano no tiene un plan de recuperación económica que transfiera suficientes recursos a los pobres ni a los trabajadores; sus programas sociales sólo abarcan 22 de 52 millones de pobres y no hay un programa para los desempleados que ha dejado el coronavirus más allá de la repartición de 500 mil despensas por parte del gobierno, provocando la disminución de ingresos de muchos mexicanos, “las remesas no compensarán la falta de ayuda del gobierno”.
“Estudios de la Economía Mexicana, continúa la analista, han demostrado que la popularidad de los presidentes suele crecer cuando las remesas aumentan, gracias al trabajo de los migrantes como lo ha hecho López Obrador”. Como si fuera un logro de su gobierno.
Los migrantes, pues, han quedado atrapados entre las presiones de los Estados Unidos al sumiso y utilizado gobierno de la 4T, para que militarice las fronteras y acepte a los miles de migrantes en territorio nacional, en espera de regularizar su situación o sean deportados. El presidente charlatán, literalmente se ha trepado sobre los hombros de los migrantes centroamericanos, caribeños y mexicanos. Este es el verdadero gobierno de la “Transformación”.
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