Algunas voces maledicentes han hecho correr la voz de que Antorcha y su dirigente estatal mantienen un “enfrentamiento” con el actual gobernador y es éste uno de los “argumentos” que han llegado a esgrimir algunos funcionarios a cientos de hidalguenses cuando éstos acuden a sus oficinas a solicitar atención a la problemática de su comunidad; con ese pretexto, simplemente se lavan las manos y despiden a los peticionarios, como llegaron: cargando sus problemas a cuestas, sin atención, sin solución. Enfrentamiento, concepto, por cierto, muy usado por algunos medios de comunicación, que oculta, la más de las veces, la verdadera situación o causa de un problema y que protege generalmente al agresor; por ejemplo, cuando existe una agresión de las fuerzas del orden contra ciudadanos inermes que protestan o han cerrado las puertas de un edificio público o bloqueado una autopista para manifestar alguna inconformidad o exigir solución a algún problema que ha sido desoído reiteradamente por la autoridad, etcétera; es decir, cuando vemos dos grupos tan desiguales es imposible hablar de enfrentamiento: entre dos fuerzas tan disparejas, donde una supera en número y recursos a la otra, es una verdadero disparate plantear las cosas así.
Lo mismo sucede cuando hablamos de Antorcha y sus exigencias de atención y solución a miles de hidalguenses: no se puede hablar de “enfrentamiento” simplemente porque la parte solicitante, peticionaria, somos la parte débil, que lo único que poseemos es la fuerza de nuestra unidad, en cambio, el señor gobernador posee toda la fuerza del Estado, desde los recursos públicos, que hasta hoy, sigue negando para atender las necesidades apremiantes de cientos de comunidades, colonias populares, escuelas, etc.; tiene la fuerza pública y a muchos jueces y ministerios públicos, cuenta con todas las instituciones gubernamentales y con otras fuerzas menos visibles, pero que hacen el papel de golpeador o al menos de esquirol de sus conciudadanos cuando así se les ordena.
Y aquí se nos presenta de manera clara, cómo esas voces que hablan de “enfrentamiento”, protegen y ayudan, lo quieran o no, al más fuerte; pasa como la anécdota del ciudadano que transitaba por la calle y de repente ve cómo un individuo grande y fuerte azotaba a un pobre jovencito debilucho y simplemente se cambia de acera o se voltea hacia el otro lado y cuando le reclaman por qué no impidió la agresión, simplemente responde que “que él tampoco ayudó al gigantón a golpear al joven”, pero lo cierto es que sí ayudó al gigante, al fuerte, desde el momento en que no evitó la golpiza”. La actitud indiferente, el voltear para otro lado, de muchos personajes con influencia en el gobierno o en la ciudadanía, de partidos políticos u organizaciones, es sencillamente, ayudar no al débil, sino al poderoso; del débil se acuerdan cuando lo necesitan para trabajar o bien para que sirva de escalera a través del voto para encumbrarse en el poder. Dice Balzac, en alguna de sus obras: “la buena sociedad destierra de su seno a los infortunados, como el hombre de buena salud expulsa de su cuerpo un agente morbífico… ¡Mueran los débiles!”, es el grito de la opulencia y la aristocracia, dice el gran escritor. A casi dos siglos de haberse escrito estas líneas, hoy vemos cómo se les deja morir en el abandono a miles de mexicanos, azotados por la enfermedad, la marginación o el hambre.
Y, ¿cuál ha sido el pecado de los antorchistas hidalguenses, incluyendo a sus dirigentes? Simplemente solicitar atención y solución para miles de familias que reclaman una vida más justa, que piden agua potable para sus comunidades o energía eléctrica o drenaje o pavimento en sus calles y caminos o bien atención médica de calidad, escuela para sus hijos, empleo o una vivienda digna, etc. Pero la respuesta, contra todo derecho, ha sido negar la atención y solución a tan justas y legítimas demandas y echar sobre las espaldas de los dirigentes antorchistas culpas que son exclusivas de la autoridad.
Así que, ante tanta indiferencia y arrogancia del poder público, los débiles seguiremos haciendo uso de lo único que tenemos: de nuestro legítimo derecho y de nuestra unidad para seguir insistiendo sean atendidas las demandas y sean cumplidas las promesas del licenciado Omar Fayad como candidato, e igualmente ejecutados los compromisos que adquirió como gobernador. Por la solución a las demandas de infraestructura, vivienda, apoyo al campo, etcétera; para que se cumpla a los profesores y estudiantes y les sea devuelto el predio a los vecinos de Huejutla que el gobierno mandó invadir, comisiones representativas seguiremos protestando por las principales calles del estado.
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