El proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para 2023 redujo al Instituto Nacional Electoral (INE), 4 mil 475 millones 501 pesos, cuando la petición original del organismo era de 24 mil 696 millones para hacer frente a todas sus obligaciones y tareas en el año, dicho recorte le exige la austeridad en gastos administrativos. Después del alegato, finalmente se destinó al INE la cantidad de 20 mil 221 millones 367 mil 571 pesos, de los cuales se restan 6 mil 233 millones 510 mil 798 pesos de financiamiento destinado para los partidos políticos que conservan su registro.
El financiamiento para los partidos por parte del Consejo General del INE, responde a un mandato del artículo 41 de la Constitución y para 2023 es el siguiente: El PAN recibirá $1,151,441,330; el PRI $ 1,128,573,469; para el PRD $454,155,664; PT $434,819,181; PVEM $539,839,372; Movimiento Ciudadano $614,933,163; Morena $1,909,748,619, dando un total de más de 6 mil millones de pesos para siete partidos políticos nacionales.
La justificación del gasto millonario es que los institutos políticos han contribuido a un triple propósito: tener legalidad y certeza sobre el financiamiento de la política mexicana, garantizar la equidad en la competencia, así como la transparencia en el manejo de recursos por parte de partidos, candidatas y candidatos, así lo dijo en su momento el consejero presidente del organismo Lorenzo Córdova.
Según Carla Humphrey Jordan con el sistema de financiamiento a partidos políticos se ha logrado combatir el uso de recursos ilícitos en las campañas electorales como el dinero del crimen organizado; el consejero Jaime Rivera Velázquez argumentó en que “El financiamiento público de partidos políticos es un mecanismo que favorece las condiciones de equidad en la competencia por el poder”.
Mientras que el consejero Uuc-Kib Espadas Ancona, aseveró que “es una contribución a la democracia mexicana, así se evita la tentación de venderse a los intereses privados y que las elecciones estén sometidas a subasta entre los grandes capitales”.
Sin embargo, por muy acertadas y convincentes que resulten las opiniones de los consejeros del INE, los ciudadanos sabemos que son puros buenos deseos, que estos propósitos son una utopía, pues en el sistema capitalista en el que vivimos actualmente, donde todo es el deseo de la máxima ganancia, del poder y privilegios que brinda el poder político y económico, todo acto se conduce con el claro objetivo de tener ganancias y ser, a costa de lo que sea, incluida la corrupción y el narcotráfico, personas poderosas e influyentes.
En la vida real los buenos deseos de los consejeros se topan con la avaricia de poder de la clase política, de verdaderas mafias económicamente poderosas en nuestro país. En este contexto, los procesos electorales están plagados de compra de votos, acarreo, campañas costosas, elecciones de estado donde se invierte mucho dinero por el partido en el Gobierno federal en turno, compadrazgos, coacción del voto por candidatos de horca y cuchillo, campañas anticipadas descaradamente disfrazadas de congresos, todo sea por conquistar el Gobierno federal, estatal, municipal, diputación o senaduría, gástese lo que se gaste.
Cuando se avecinan los procesos electorales es fácil darse cuenta que los candidatos son siempre gente poderosa económicamente que han encontrado su modus vivendi en la política, y aquí en política no tienen cabida los pobres y la clase trabajadora sólo es usada para encumbrar a chapulines que toda su vida gozan del erario.
En realidad un partido político legal es un negocio y no un organismo con principios y reglas para alcanzar el bien social, por lo que seguir financiando es seguir impulsando mafias que ya están amañadas y acostumbradas a vivir bien y de lo ajeno; y ello lo han encontrado en la política encumbrándose en el poder sin importarles su programa y sus principios para lo que fueron creados, faltando así muy fácilmente a sus promesas de campaña y por ende a la inequitativa distribución de la riqueza que causa la injusticia social.
Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, abandonó el papel de jefe de Estado para convertirse en coordinador de campaña, el que antes satanizaba el abuso de poder, hoy hace gala de lo mismo. En todos los foros, incluidas las mañaneras, fija postura sobre temas de su interés, descalifica, orienta… y es un hecho conocido que es el dueño del presupuesto de Morena, es su monopolio, un partido donde no se mueve nada si no es con su venia, él pone, quita, incluye militantes que renuncian de otros partidos, que además ya son verdaderas fichitas en su trayectoria política, ítem: Manuel Barttlet.
En ése sentido, la periodista Anabel Hernández consideró que el proceso interno de Morena es un dedazo adelantado, en el que además no se podrá fiscalizar el gasto de cada aspirante (camisetas, pinta de bardas, espectaculares), dado que “el proceso de Morena es un dedazo maquillado”.
Actualmente dar financiamiento público a los partidos políticos es igual como si le lleváramos más carretadas de leña al diablo para que siga atizando el infierno con que nos está quemando. Hoy en día ningún partido ha demostrado ser parte del pueblo, todos están dominados por mafias políticas poderosas económicamente.
En su libro ¿Qué hacer? (1902) Lenin dijo que “un partido revolucionario de vanguardia, reclutado entre la clase trabajadora, debería liderar la campaña política, porque sólo así el proletariado podría realizar con éxito su revolución”… por lo tanto, nuestra tarea es formar el partido de los pobres de México, un verdadero partido proletario donde tengan participación activa las mayorías, con independencia económica y política del estado burgués que sea distinto a Morena, que resultó un promotor de la ilegalidad bajo el amparo del Gobierno federal que le dio López Obrador.
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