El fraccionamiento Terraplena está ubicado al norte de la ciudad de Manzanillo; es de las colonias más alejadas de la zona urbana, que colinda con la zona rural pegada a Chandiablo. Tiene aproximadamente 12 mil habitantes, cuenta con un kínder, una escuela primaria y una escuela secundaria que atiende dos turnos, y hasta ahora no cuenta con preparatoria.
La mayoría de los habitantes son trabajadores del puerto, de la zona industrial y vendedores ambulantes. Por la ubicación de esta colonia, se dificulta salir de ella a pie o en bicicleta, ya que la carretera es de dos carriles y es muy angosta, no cuenta con banquetas ni señalamientos ni luz, para poder transitar de manera segura en otro transporte que no sea autobús o coche.
Esta situación los obliga a salir de la colonia en transporte público, camión pasajero, mototaxi o taxi, o carro particular, ambas opciones generan un gasto mínimo de 40 pesos si se viaja solo y se eleva dependiendo de la cantidad de personas que se transporten. Hace unas semanas, un grupo de madres de familia de dicha colonia, mejor conocida como Los Patos, me compartieron su enorme preocupación por la situación que les acontece: sus pequeños hijos no alcanzaron lugar en las escuelas de dicha colonia, pues se encuentran saturadas, la infraestructura escolar ha quedado rebasada y no brinda el servicio educativo a todos los habitantes del fraccionamiento.
A todos los que están en esa situación, que no son pocos, la Secretaría de Educación, a través de los directores de las escuelas, les asignaron espacio en escuelas ubicadas en colonias aledañas, lo que les genera un gasto, que no siempre pueden hacer. Por esto, algunas mamás han decidido mandar a sus hijos a la escuela un día sí y otro no, pues transportar a sus hijos a esas escuelas les genera un gasto de 200 pesos diarios aproximadamente, cuando sus ingresos semanales son de mil 500 pesos, y otras que tienen una situación económica mucho más compleja, han decidido esperar un lugar en la escuela de la colonia, pues no tienen la posibilidad de mandarlos fuera, pero la espera se ha prolongado demasiado y los niños mientras tanto, están sin recibir educación.
Este problema existe en el kínder, en la primaria, en la secundaria, y en el nivel medio superior es peor, pues no hay preparatoria en la colonia, de tal manera que los jóvenes que egresan de la secundaria tienen la disyuntiva de continuar con sus estudios de bachillerato en otra colonia o insertarse al mercado laboral y generar ingresos, que tanta falta les hace. Las madres están desesperadas, pues han buscado ya, en primer lugar, a los directivos de las escuelas, y después a los supervisores de zona, sin obtener más que la misma respuesta: esperar a que se desocupe un espacio.
Este problema también sucede en colonias como el Colomos, Santiago y El valle de las Garzas: muchos niños no alcanzan lugar y deben salir a otra colonia a realizar sus estudios, con todos los riesgos y gastos que esto implica. Y aquí es donde encuentro las contradicciones del Gobierno, por un lado, anunciando a los cuatro vientos la gran cantidad de dinero invertida en colibecas, mochilas, uniformes, y computadoras, (que, aclaro, me parecen buena idea, pero no suficiente) y por el otro, niños viviendo en sus casas a la espera de un lugar en las escuelas para poder cursar su educación básica; otros exponiendo su vida al viajar solos en un municipio en donde asesinan a doce personas en menos de una semana, y en donde hay alrededor de mil 800 desaparecidos, entre ellos muchos jóvenes.
Si en 90 días una corcholata, Sheinbaum, se pueden gastar 8 millones 515 mil 800 pesos en propaganda, ¿por qué en resolver los problemas de la gente la 4T se tarda tanto tiempo?
Si estos fueran casos aislados y casuales, no hablaría de ellos, pero este problema se viene agravando cada día más, creo yo, por dos cuestiones: la escasez de viviendas, que ocasiona el hacinamiento en los hogares y por tanto, la saturación en las colonias, y la falta de inversión a la infraestructura escolar, pues si bien es cierto que desde palacio de gobierno se anuncia que hay avances en educación, la mayor parte de la inversión educativa se va a los programas monetarios y de apoyos como los que ya mencioné, pero a la infraestructura escolar no se le asigna recurso suficiente. Según la tan famosa consigna de la 4T, “primeros los pobres”, debería atenderse y resolverse esta sentida demanda, pues los niños primero requieren estar inscritos en un plantel y después un uniforme y computadora.
Veamos con números la incongruencia de la que hablo. La construcción de un salón cuesta aproximadamente un millón y medio de pesos; el salario de un docente de educación básica cuesta aproximadamente 196 mil pesos anuales. Suponiendo que el problema del fraccionamiento terraplena se solucione, construyendo un salón más para el kínder, dos salones más para la primaria, dos más para la secundaria, tres más para un bachillerato y la contratación de ocho docentes en total, hablaríamos de una inversión aproximada de 13.6 millones de pesos al año, que nos parece mucho a los que nunca hemos tenido ese dinero reunido en nuestras manos.
Pero si lo comparamos con la inversión que se hace a los programas asistencialistas como los uniformes, mochilas y computadoras, que recién informó la gobernadora fue de 514 millones de pesos, (2 de noviembre de 2023, Diario de Colima) nos daremos cuenta de que dinero sí hay, sólo que los que nos gobiernan deciden cómo gastarlo sin tomar en cuenta las verdaderas necesidades de la gente. Y peor aún, que lo gastan sin recato, para promoverse como políticos eficientes y perdurar en el poder.
Un ejemplo de ese tipo de gastos lo están haciendo las corcholatas, (personajes políticos que quieren que la gente los elija como gobernantes en las próximas elecciones de 2024) como Claudia Sheinbaum y otros, que en 90 días se gastaron un total de 8 millones 515 mil 800 pesos, (30 de octubre de 2023, Revista Buzos) lo que al año sumará aproximadamente 37 millones de pesos, sólo en anuncios publicitarios que ya empezamos a ver en las calles y que se convertirán en basura terminando el proceso electoral.
¿Cuántos salones se podrían construir con ese dinero? Pero, además, ¿no se supone que si el sector educativo es prioritario en nuestro país, debería recibir presupuesto y atenciones suficientes y oportunas? Si en 90 días se pueden gastar toda esa cantidad, ¿por qué en resolver los problemas de la gente se tardan tanto tiempo? De ese tamaño son las incongruencias de nuestro sistema político.
Si vivimos en un sistema democrático, donde es el pueblo el que debe mandar, y tenemos un Gobierno que dice que primero atenderá las necesidades de los más pobres, entonces ni democracia ni transformación están cumpliéndose, y debemos estar atentos, pues un Gobierno que pasa por alto las necesidades apremiantes de sus gobernados, y que pudiendo resolver, no resuelve, entonces no merece ser Gobierno: sus intereses quedan en duda y ni siquiera debería atreverse a gastar nuestro dinero para promoverse, pues nos bastan los hechos para saber la gran decepción en la que se han convertido.
Por eso, organizarnos no es una opción, sino una urgente necesidad para hacer efectiva la democracia de nuestro país, y garantizar con ello, todos nuestros derechos constitucionales. Sólo el pueblo salvará al pueblo; de estas incongruencias y de estas injusticias. Y pueden contar con el Movimiento Antorchista de Manzanillo para acudir en su defensa, y unidos y organizados dar la batalla. Que así sea.
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