MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las clases trabajadoras debemos luchar por un mundo multipolar

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Suave Patria: te amo no cual mito,

sino por tu verdad de pan bendito…

Ramón López Velarde

El desarrollo de nuestra querida patria; hacer que México se convierta en esa casa grande en la que quepan y puedan ser felices no sólo sus hijos sino todos los que la respeten igual; hacer que florezca, inaccesible al deshonor, y pueda por fin ser más feliz que el ave taladrada en el rosario; todo eso requiere mucho más que solo buenas intenciones y cantos. Pero siempre ayudará y justificará a estos el saber que sí es posible y que, en nuestros días, es incluso urgente y que depende casi absolutamente de que lo veamos y lo aceptemos, pues sin el concurso de todos, o por lo menos de la gran mayoría, eso no sucederá. 

Esto lo traigo a cuento por la discusión en el ámbito internacional acerca del mundo hegemónico y unipolar que nos ha dominado en los últimos años; sobre la exigencia de las potencias emergentes de una nueva organización internacional con un carácter multipolar que permita, dicen, el desarrollo de los pueblos con total independencia y soberanía.

El Presidente de Rusia, Vladímir Putin, lo resumió así: "Nuestra comprensión de la civilización es bastante diferente (a la del bloque hegemónico occidental). En primer lugar, hay muchas civilizaciones. Y ninguna de ellas es mejor o peor que otra. Son iguales; como expresión de las aspiraciones de sus culturas, sus tradiciones, sus pueblos".

Tenemos así dos posiciones distintas y opuestas acerca de las relaciones internacionales. México está inmerso también en las transformaciones de que hoy somos testigos y que se resumen en esta oposición entre un mundo hegemónico y unipolar. Esta nos ha dominado en los últimos años de la historia moderna; el dominio del llamado bloque occidental, con Estados Unidos a la cabeza y algunas naciones de Europa occidental, establece relaciones que se han caracterizado, como se los hemos dicho una y otra vez los activistas antorchistas a todos, por ser relaciones de dominio y explotación de las naciones pobres por parte de este bloque unipolar.

Tal dominio se caracteriza por el saqueo de los recursos naturales que aparentan “comprar” a precios de risa gracias a las “concesiones” que otorgan los gobiernos. La explotación de la mano de obra barata les permite obtener enormes ganancias, al reducir los costos de producción de sus productos, mientras en cada nación van dejando solamente miseria y sudor de obreros.

Este dominio unipolar de las grandes corporaciones norteamericanas y europeas ha funcionado de manera efectiva, no como un acuerdo de relaciones amistosas y equitativas o para lograr el impulso de las naciones en desarrollo, sino como un mecanismo cada vez más perfecto y eficiente para transferir riqueza de las naciones pobres o emergentes a las grandes potencias, apoyadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Esta es la principal razón por la cual, a pesar de todos los esfuerzos del pueblo trabajador, por ejemplo en el caso de México, que es el pueblo que más horas trabaja en promedio entre todos los de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); a pesar de ese gran esfuerzo, México y las naciones del llamado sur global siguen siendo pobres, dependientes y están sometidas a los designios de las naciones imperiales.

También sabemos que, si esto no alcanza para someter a los pueblos, el imperio es capaz —y ya lo ha hecho— de someter a las naciones con su fuerza de Guerra, provocando destrucción, muerte y más explotación.

En medio de este panorama fatal y desolador, surge la luz de la esperanza para las naciones pobres con la emergencia y el desarrollo de otras potencias económicas, que exigen, como lo exige la misma historia y el desarrollo social, el establecimiento de un mundo multipolar, es decir poner fin a la hegemonía del Imperio y sustituirla por un nuevo orden mundial que permita el desarrollo real, económico y social, de todos los pueblos, y todo esto con verdadera independencia y soberanía de todas las naciones.

Este cambio en la forma de organización de las relaciones internacionales, ahora no sólo es posible sino una necesidad urgente; es la exigencia de las naciones emergentes que han alcanzado un desarrollo que les permite exigirlo; lo están exigiendo, y requieren del apoyo y solidaridad de todos, pues no basta con que esas naciones lo exijan.

Las potencias emergentes, entre ellas México, deben seguir exigiendo una nueva organización internacional con carácter multipolar que permita el desarrollo de los pueblos con total independencia y soberanía.

A las demás naciones, sobre todo a las más humildes, a las que aún nos estamos desarrollando y no vemos por ningún lado que ese desarrollo beneficie a los más pobres, mientras las grandes potencias lo son cada vez más a costa de nuestros recursos y del trabajo de nuestra gente, nos conviene tenerlo claro y debemos tomar partido.

Nosotros los antorchistas tomamos partido claro, sin dudas, y nos pronunciamos en apoyo al establecimiento de un mundo multipolar el cual, de lograrse, permitirá el desarrollo sostenido e independiente de México, además de darnos la posibilidad de lograr más adelante el avance de nuestro país, con más justicia social hacia las clases trabajadoras.

Por eso los antorchistas debemos tener claro que, en este conflicto por la reordenación de las relaciones internacionales, a nosotros nos conviene ponernos del lado de las economías que exigen un mundo multipolar como una etapa necesaria e inevitable en nuestro camino hacia la redención total de las clases trabajadoras de México y de todo el mundo.

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