"Cuánto tiempo ha de pasar, cuánto tiempo han de sufrir, los desposeídos, los pobres y olvidados. Cuánto tiempo han de esperar, y nosotros reaccionar, para un día liberar el paraíso conquistado. Somos los olvidados, ¡los pobres de cualquier nación!” -Antón Tochi
El país está sufriendo con extrema dureza la "segunda ola" de coronavirus, que ha dejado ya un balance oficial de más de 1,470 nuevas muertes por covid-19. Con 20,057 casos al día, México registra hasta el sábado 31 de enero un récord en su informe diario, llegando a un total de 158 mil muertes desde que comenzó la pandemia. No hay espacio ni tomas de oxígeno ni medicamentos: los hospitales mexicanos están al borde del colapso.
México está sobrepasado por la pandemia desde hace ya varias semanas. Hoy, hay miles de personas que están muriendo en sus casas a consecuencia de la pandemia. En Ciudad de México, de acuerdo con los datos más recientes disponibles en las actas de defunción del Registro Civil, 2 mil 461 personas contagiadas por el virus SARS-CoV-2 han muerto en sus hogares, el 7.7% de total (31 mil 712) pero hablemos de las otras cifras, las invisibles, de los otros, los de abajo, los olvidados.
"Quédate en casa", "usa tu cubrebocas", "lávate las manos” parecerían ser mensajes "trillados” porque se escuchan en todos lados y en todo momento, pero la situación es distinta para los habitantes de las comunidades más lejanas, de las periferias de la ciudad, de las zonas más pobres donde apenas si hay lo indispensable para sobrevivir, estos mensajes son difíciles de llevar a cabo. No hay posibilidades de quedarse en casa, no hay comida, así que deben salir a los mercados de los municipios a vender los productos que cosechan, comprar mascarillas es un gasto que ahora ya forma parte de sus necesidades, usan uno de tela, aunque no los proteja realmente pero así no se compran cotidianamente, y lavarse las manos a cada instante, cómo si no hay agua, la poca que llega es para los alimentos.
Es una situación difícil, hace falta detenerse a analizar entre la gente que puede pagar un tratamiento, acceder a los hospitales, realizar las medidas sanitarias y las que no, la desigualdad vista desde todos los ángulos como en la prevención, posibilidades, trato digno, atención debida y desafortunadamente hasta del manejo de cuerpos. Para muestra un ejemplo dentro de miles de casos que suceden en nuestro país: En la ciudad de México, vecinos de una colonia ubicada en la Gustavo A. Madero denunciaron que una señora falleció en su casa a causa de covid-19, y a pesar de que se dio parte a la autoridad correspondiente para que tomaran las medidas sanitarias, duraron más de 24 horas en recoger el cuerpo. Esta persona en vida se dedicaba a recoger basura al igual que su familia y según versiones de sus familiares empezó a tener los síntomas desde hace tres días y lamentablemente falleció, así, en el abandono y ante la indiferencia de las autoridades.
En la región de la Mixteca Poblana el escenario no es tan distinto. El Hospital General de Acatlán está al límite de su capacidad por covid-19. La situación es grave, actualmente en el hospital hay un total de 32 pacientes infectados, tres intubados y más de uno en estado crítico, el hospital al encontrarse saturado genera peligro a las personas que acuden por alguna emergencia o mujeres embarazadas ya que provoca un riesgo a la salud de la población por lo que en ese aspecto el contexto es complicado.
La renta de un tanque de oxígeno en el municipio de Acatlán de Osorio oscila entre los 7 mil 500 y 8 mil pesos; el aumento de contagios de covid-19 provocó que desde el pasado 13 de enero el oxígeno para la atención de los pacientes escaseara y familiares de los enfermos optan por viajar a la ciudad de Puebla para conseguir un tanque a un precio menor. Se han terminado las camas que habían sido destinados para esta área, no hay ni una cama más, hay pacientes desde 22 hasta 80 años. Con los hospitales saturados hay muchísima gente sufriendo lo indecible: la hambruna de tanques de oxígeno, es una desolada historia que se expande cada hora y que hoy mismo padecen cientos y cientos de personas, necesitadas de aire suplementario. Es una angustiante crisis familiar en dos vertientes: la primera, por el desabasto de tanques de oxígeno, y la segunda, por la carencia de recursos para adquirirlos y rellenarlos varias veces al día. Lamentablemente estos son los resultados de diciembre a enero, pues en este tiempo aumentó el número de casos en el país.
Aquí en la región sobre todo en los pueblos abandonados, incluyendo zonas en la periferia han sucedido decesos que no entran en las estadísticas formales del gobierno, ha habido contagios o defunciones de personas con algún tipo de gripa o tos. Solo cuando ya es muy grave y tienen alguna posibilidad buscan algún tipo de ayuda profesional, aunque se endeuden ven la manera de tratarse, y si no, mientras con aguardiente, remedios caseros y alguna auto medicación la van pasando. Estas personas no tienen recursos ni acceso a los centros médicos para hacerse de una prueba covid-19, padecen este mal en silencio, lo ocultan y mueren en el olvido, simplemente mueren y nadie dice nada. Estos casos y varios fallecimientos ni siquiera están contemplados en las gráficas oficiales ya que no al no ir a un hospital no se le toman muestras para confirmar el padecimiento.
El virus está aquí, está acabando la vida con muchas personas, adultos y jóvenes. Se sabe que estamos en pleno rebrote, rebrote que jamás fue porque la pandemia nunca se controló realmente por parte de nuestros gobernantes, esto ha disparado las cifras, incluyendo las víctimas no registradas, algunos de estos fallecidos radicaban fuera o muy lejos de los municipios centrales pero que los han ido a sepultar sin notificar la causa real, esto ha ocasionado contagios al realizar todo lo que usualmente se hace en un velorio. Otros más, familias que no tienen ni para el velorio han sido sepultados en altas horas o casi de manera clandestina en sus lugares de origen, de este tamaño de injusticias hablo.
En esta crisis sanitaria donde mueren miles de personas, al Gobierno de México ya no les interesa la vida de los seres humanos. Así pues, lamentablemente, son las cifras oficiales que se manejan por los diferentes niveles de salud, dejan entrever que la cifra negra o los casos no contabilizados son demasiados y que nunca se sabrá realmente cuántos son. Las familias pobres son las más olvidadas porque su misma situación no les permite ni siquiera hacerse una prueba de covid-19. Inhumanas estas condiciones, pero la realidad así es y se grita por todos lados. Los olvidados, los más pobres, como siempre, son los más afectados y los más perjudicados. Esa situación tiene que acabar y sólo los millones de pobres de México, organizados y unidos, podremos hacerlo. ¡No más injusticias en México!
0 Comentarios:
Dejar un Comentario