MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La voz de Otto René Castillo

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Vivimos tiempos violentos. Crímenes antes inimaginables llenan cotidianamente las primeras planas de los periódicos. La injusticia se ha vuelto normal entre nosotros. El dolor ajeno deja de tener importancia, se vuelve costumbre y el hombre poco a poco va perdiendo su humanidad. 

Pero como dijo José Martí “cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres”. Sorprendentemente, es en los tiempos de mayor oscuridad que la dignidad humana toma forma en algunos hombres que luchan contra esa injusticia. Y algunas veces, esos luchadores tienen también la capacidad de expresar su humanidad en forma de arte. Si hay artistas que hablan de revoluciones, también hay revolucionarios que hablan con el arte. En Latinoamérica tenemos varios ejemplos de los segundos. 

Otto René Castillo nació en Guatemala en 1936. Desde muy joven se opuso al golpe de estado perpetrado por la CIA y tropas mercenarias en contra del presidente nacionalista Jacobo Arbenz, por lo que fue exiliado a El Salvador, donde trabajó en varios oficios. Volvió a su país cuatro años después y estudió Derecho. Se caracterizó por ser un estudiante brillante: estudió Letras en Alemania, participó en la filmación de cortometrajes, pero su inquietud por la militancia política lo harían volver una y otra vez a la lucha armada. 

Participó activamente en organizaciones políticas donde también realizaba y promovía actividades culturales. En 1966 se incorporó a las guerrillas de las Fuerzas Armadas Rebeldes, donde se le asignó la tarea de formar a los jóvenes combatientes en los conceptos teóricos del marxismo. Junto con estos soldados se dedicaba a preparar obras de teatro que representaban ante los campesinos de la Sierra de las Minas para hacerles llegar el mensaje de la guerrilla. El 19 de marzo de 1967, fue herido en combate y capturado por las fuerzas antiguerrilleras del gobierno, junto a su compañera Nora Paiz. Ambos sufrieron terribles torturas a manos del ejército durante cinco días, los fusilaron y quemaron sus cuerpos. “¡Qué terrible mi tiempo! Y sin embargo, fue mi tiempo”. 

Durante su vida, Otto René Castillo pudo capturar a través de las letras su visión del mundo y de sus sentimientos que, como verdadero revolucionario, estaban marcados por el amor a la humanidad. La literatura es la expresión más bella, más profunda del alma del pueblo y no en un momento, sino a lo largo de toda su historia porque esta refleja la vida de la sociedad; pero la poesía es, además, el arte de crear belleza con la palabra. 

Otto René Castillo dejó en sus poemas la indignación por el dolor y la miseria de los pueblos, nos cuenta la esperanza de los guerrilleros por un futuro más brillante para todos, nos transmite con verdad la nostalgia que da el sacrificio de la vida, pero su voz nos da la voluntad y la fuerza para combatir por un mundo más noble. Porque sí, la poesía no sólo se puede leer, también se puede escuchar. Un buen declamador le da vida al poema: revive el instante creativo del autor y puede transmitir el mensaje oculto dentro de la poesía. 

Es por eso que Antorcha promueve la declamación como un alimento necesario para el espíritu del hombre, para que no pierda su carácter y su sensibilidad. Así, el pasado 11 de julio en el Albergue Estudiantil “Ermilo Abreu Gómez”, el movimiento antorchista de Yucatán realizó su encuentro de declamación en homenaje a Otto René Castillo. Revivamos en nosotros mismos las voces de esos poetas revolucionarios, en los que hay el decoro de muchos hombres para que no se pierda la dignidad humana.

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