La naturalización de la realidad es abarcadora: es raro que la mayoría cuestione las causas o las razones de problemas cotidianos como la crisis climática, las guerras o la violencia ordinaria. Es incluso una curiosidad el saber que tantas mentes brillantes han sido asediadas por el Estado por el hecho de dudar o cuestionar el régimen existente.
?Y no es que la época actual persiga menos a quienes se atreven a cuestionar, sino que es raro encontrar personalidades dignas de ser perseguidas o censuradas, la mayoría marcha unívocamente sin protestar con base en un razonamiento que ponga en vilo el sistema político o económico que vivimos. Óscar de la Borbolla expone este fenómeno en “La rebeldía del pensar”, un libro publicado en 2010 que expone cuáles son las implicaciones del acto de razonar.
El autor explica que cuando todos marchan en la misma dirección y las acciones de la mayoría convergen hacia un objetivo común, se genera una inercia social, una ideología que pocos cuestionan y de la cual pocos se apartan. Desviarse de la corriente requiere pensar. Quienes se sumergen en la corriente, que imitan, no solo dejan de pensar, sino que tampoco desean hacerlo; les basta con mirar a su alrededor para encontrar a más gente en la misma posición y convencerse de que lo que le rodea es lo normal y, sobre todo, lo correcto. “Pensar no es tranquilizador: provoca dudas, incertidumbre y a veces, inclusive, zozobra. Pensar hace que uno mire a los lados y que no halle fácilmente un compañero; pensar produce una sensación de soledad, pues el que piensa no puede confundirse considerando como compañía la mera presencia de los demás. Pensar nos aparta de la masa pues nos vuelve individuos y el individuo necesita de otros individuos para sentirse acompañado: no de otros que “piensen” como él, sino de otros que también piensen”.
En este sentido, el acto de pensar está profundamente relacionado con el acto de criticar. Las personas críticas son normalmente presenciadas como inconformes que juzgan y evidencian las fallas o inconsistencias de la realidad que parece eterna e inmutable. Criticar, en este sentido, es poner en crisis, o bien, limitar: establecer límites a lo existente, dejar de normalizar la realidad.
?La crítica de la realidad puede ir aparejada de la transformación de la realidad. Por eso, Louis Althusser establecía que la filosofía era un arma para revolucionar lo existente. En este sentido, la filosofía es una herramienta reflexiva y crítica que puede desafiar las ideologías dominantes y cuestionar las estructuras de poder que perpetúan la opresión y la explotación, sin olvidar que tal pensamiento alejado de la inercia social implica una acción política, una búsqueda activa de soluciones reales a los problemas.
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