La educación y el conocimiento son parte esencial para el desarrollo de una nación, no sólo eso, son un arma importante en el cambio y la libertad de los pueblos de dichos países; es por ello que a lo largo de la historia, se ha presenciado cómo las dictaduras más despiadadas se han opuesto fervientemente al avance en todas las áreas del conocimiento, por miedo al despertar consiente de sus gobernados. Muchos ejemplos hay de esto, siendo la dictadura nazi el ejemplo más recurrido, sin embargo, en Latinoamérica también tenemos casos de persecución a intelectuales y hasta de quema de libros; desde los tiempos de la colonia española, hasta las dictaduras facistas del siglo pasado.
Sin embargo, a pesar de estar en pleno siglo XXI, donde se pensaría que no se podrían cometer crímenes atroces como los de décadas pasadas, las palabras del poeta alemán Heinrich Heine siguen teniendo la misma o mayor vigencia: “allí donde se queman los libros, se acaba quemando personas”. Esta misma frase, ha ido comprobando y reflejándose en la historia una y otra vez, siendo una síntesis del progresivo actuar de los gobiernos totalitarios en contra de las ideas de cualquiera que se atreva a estar en contra de este; primero la calumnia y las amenazas, después la censura, para terminar con la persecución, encarcelamiento y hasta la ejecución de estos.
México, a principios del siglo pasado, se caracterizaba por ser el refugio de grandes intelectuales y revolucionarios que venían perseguidos por gobiernos autoritarios; miles de personalidades de todo el mundo, ayudaron a nutrir y vigorizar los movimientos culturales y científicos de nuestro país, siendo uno de los periodos más fructíferos en todos los aspectos de la sociedad. Sin embargo, hoy, nos encontramos en un panorama diametralmente opuesto, a pesar de tener en el poder a un gobierno de “izquierda”, que prometía un avance científico y tecnológico mayor al de “los gobiernos neoliberales”.
“Planteamos un país que apuesta a crecer a través del conocimiento, la ciencia y la tecnología, con una clara brújula moral”, mencionaba una de las propuestas de campaña de Andrés Manuel López Obrador en el año 2018, sin embargo, a tres años que haya asumido la presidencia de la república, la propuesta se ha retorcido a tal punto, que la ciencia y la tecnología sí se guían por una “brújula moral”, la brújula que el presidente y los suyos modifican a raíz de sus intereses políticos, más parecida a los gobiernos totalitarios, que a un gobierno realmente progresista.
El Gobierno morenista se ha caracterizado por desaparecer gran parte del presupuesto en todos los ámbitos de la sociedad, para usarlo en programas electorales, pero uno de los sectores más afectados ha sido precisamente la ciencia y la tecnología, siendo más afectado el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que en los últimos tres años ha visto disminuido su presupuesto y el número de proyectos de investigación apoyados ten 56%; también ha disminuido el personal dedicado a la ciencia, las becas al extranjero y hasta los acuerdos de cooperación internacional. (Animal Político 12 de septiembre). Esto disminuyó y desaceleró proyectos de investigación que se realizan año con año, ya que en 2019 hubo 28 mil 866 proyectos y en 2021 sólo 18 mil 400. Viéndose afectados también, los posgrados en el extranjero.
Esto se ha visto reflejado en los últimos años en los medios y las redes sociales, donde se atestigua cómo jóvenes fueron abandonados en el extranjero, o se vieron imposibilitados en seguir sus estudios por falta de apoyo ante las pocas plazas disponibles; sin embargo, la denuncia más reciente se dio la semana pasada, cuando varios investigadores adscritos al “Programa Cátedras” (que no es una beca, sino un trabajo en una institución pública), denunciaron que, a pesar de encontrarse calificados y aceptados en dicho programa, ahora tendrían que cumplir una nueva condición, gracias al recién creado “Estatuto de Personal Académico”, que los obliga a buscar otro empleo para mantenerse adscritos a alguna institución pública. No obstante, dicho “programa”, en los hechos, es su trabajo principal, por lo que en síntesis, tendrán que buscar otro trabajo, para mantener su trabajo actual.
Todas las críticas y denuncias justas de los científicos mexicanos han traído consigo el desprecio y las calumnias del gobierno de la “Cuarta Transformación”, siguiendo al pie de la letra el proceso anteriormente citado de los gobiernos autoritarios, empezando con las amenazas y la persecución. El pasado 20 de septiembre se anunció que el fiscal general de la república, Alejandro Gertz Manero, solicitó una orden de aprehensión en contra de 31 científicos, académicos y personal administrativo del Conacyt para que sean llevados al penal de máxima seguridad de El Altiplano, acusándolos de operaciones con recursos de procedencia ilícita y delincuencia organizada. (Infobae 20 de septiembre). La medida ha sido fuertemente criticada por la opinión pública, que lo califica como es, una medida sin sentido, cargada de puro revanchismo político, ya que también Gertz Manero, fue criticado anteriormente por la comunidad científica, al ser beneficiado como investigador del nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores, sin cumplir los requisitos necesarios.
Por su parte, el pasado 24 de septiembre, el presidente salió a pronunciarse con su cantaleta de siempre “es por la corrupción”, calificando a los investigadores como despilfarradores “los del Conacyt tenían una asociación civil, un grupo de investigadores y se iban a congresos y se les tenía que pagar del presupuesto, hasta para sus lujos y como tenían mucha influencia, y buenas agarraderas, buenas relaciones con los medios, con la intelectualidad orgánica del régimen”, finalizó con un argumento muy usado, igual al que usa con las organizaciones civiles “Como ya no pueden mantener estos privilegios, ahora se sienten perseguidos. Pero yo le pregunto a la gente, el combate a la corrupción, ¿va a ser selectivo o va a ser parejo?”
A pesar de las arremetidas del presidente y el fiscal general, las acusaciones no han podido ser demostradas, es más, un juez federal rechazó el caso en dos ocasiones, la no tiene pruebas ni coherencia bajo el argumento de que la acusación presentada carecía, desde el principio, de pruebas y argumentos que acreditaran de forma coherente los delitos. Es decir, puro circo mediático para descalificar y amenazar a la comunidad científica.
Las amenazas, la persecución, siguen siendo parte vital en la forma de gobernar de la 4T; los académicos y científicos son los que ahora se ven amenazados, pero no son los primeros, por este proceso han pasado ya organizaciones, políticos, activistas, maestros y más, mientras que ellos se han quedado callados. Llegó el momento de que los intelectuales, de la mano del pueblo, se unan para combatir, para que dirijan nuestro país a uno más justo, con avance tecnológico y científico que garantice una mejor calidad de vida para todos, priorizando la educación y el conocimiento como arma para la transformación. El momento es ahora, porque, si al puro estilo de una dictadura fascista se intenta encarcelar sin pruebas ¿cuánto tardará la quema de libros o el exterminio de opositores?
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