Han pasado ya algunos días desde la jornada electoral del 6 de junio; sin embargo, no se puede conciliar la tranquilidad en las sienes de los que realmente le apostamos a un verdadero cambio de sociedad, y es que, realmente es preocupante la situación que vive la “democracia” en nuestro país.
El país tiene un gran problema, una buena parte de mexicanos, se pasan la vida quejándose de que todos los políticos son iguales y que nadie trabaja realmente para el bien del pueblo, en lo que estoy de acuerdo, sin embargo, muchos de ellos son los mismos que en tiempos de elecciones, no se preocupan por salir a votar y elegir a verdaderos representantes populares, a verdaderos personajes con experiencia, conocimiento, ganas y, sobre todo, que conozcan realmente la esencia de los problemas que aquejan a los ciudadanos, por el contrario, en tiempos electorales, están a la espera de quién les ofrezca más por su voto (conste que no es con afán de agredir a nadie), también caeríamos en un error si solo nos ponemos a juzgar el problema por su forma, y es que la esencia de este problema (según yo), recae en la propia construcción política y de la “vida democrática” del país, pues los partidos políticos que han existido desde siempre, han acostumbrado a buena parte del electorado nacional a darles migajas, que los mantienen felices por unos cuantos días, a cambio de que voten por ellos en los comicios.
En la elección del 6 de junio, la intervención del Estado para comprar votos, a través de sus programas sociales o de forma directa, es inocultable, tanto el gobierno federal como estatal metieron todas las manos para mantenerse en el poder. A pesar de que los gobiernos morenistas se las dan de demócratas y se atreve a presumirlo como si fuera verdad, esto es falso, pues en estas elecciones justo en la semana previa a las votaciones estuvieron depositando recursos monetarios a través de las tarjetas de Bienestar, que los beneficiarios de los programas sociales utilizan para recibir las ayudas. De esta manera influyó en la compra de conciencias a favor de los candidatos de Morena.
Fácilmente nos podemos dar cuenta por la distribución geográfica de los lugares en que ganó el partido Morena, pues triunfaron sus candidatos en los lugares más pobres del país donde a la mayoría gente (no a todos) se les puede manipular la conciencia por unos cuantos pesos, aunque dichos ciudadanos ya se hayan gastado ese dinero y continúen tan pobres como antes; pero repito, la culpa en esencia no recae solo en ellos, y con esto no quiero excluir a ningún partido de no recurrir a estas acciones en la compra de votos, afirmo que todos los partidos existentes aplican en mayor o menor medida estos métodos, pues por años les ha dado resultado en un país con más de 100 millones de pobres.
Según datos de la encuesta Democracia sin pobreza 2018, “nueve millones de mexicanos aceptaron vender su voto a un partido político en la jornada electoral del 1 de julio”. Este fenómeno seguirá repitiéndose elecciones tras elecciones mientras la sociedad mexicana no esté educada y politizada, mientras los mexicanos sólo esperen los momentos de elección popular para ver cuánto se llevan a la bolsa, porque aunado a esto, no se atreven a levantar la voz cuando se cometen injusticias, cuando no se resuelven demandas de servicios básicos como: luz eléctrica, agua potable, drenaje, etc., en sus colonias o lugares de origen, se sienten vendidos y muchas veces ni se inquietan por los males que padecen día a día.
Y, sobre todo, seguirá ocurriendo mientras la desigualdad social sea tan profunda como lo es actualmente y cada año millones de mexicanos se sumen a las filas de la pobreza y pobreza extrema, es la base económica la que inevitablemente influye en la conciencia de los individuos, la desesperante situación de carencia de alimento diario y la incapacidad de satisfacer sus necesidades elementales es lo que los impulsa a recibir gustosos las migajas que les dan y no ver críticamente la situación del país para que puedan emitir un voto razonado y pensando en lo que mejor le conviene al país, a sus pueblos y a sus familias, en conjunto.
Es por esto que yo comparto profundamente el planteamiento del proyecto de nación del Movimiento Antorchista, el cual es educar y organizar a los mexicanos, no con el fin de crear borregos agachones, que solo sigan ciegamente a un líder en particular, sino para crear mexicanos capaces de entender los verdaderos males de nuestro país y que sean los mismos que se pongan al frente para resolverlos. Yo creo que un mundo mejor es posible, que mientras existan hombres nobles que sientan los problemas ajenos como propios y mientras exista la explotación del hombre por el hombre habrá mexicanos dispuestos a defender los intereses de las capas más pobres de la sociedad. Exhorto a la población en general a que entiendan que el valor y la dignidad de una persona son invaluables y no debe venderse a cambio de nada, no es de hombres y mujeres honrados y dignos vender su conciencia por unas cuantas migajas, no sigamos cayendo en la misma trampa.
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