Terminamos 2020, un año diferente a cualquier otro visto por la humanidad, marcado principalmente por la pandemia y sus estragos, los cuales fueron los responsables que visiblemente generaron no solo una crisis sanitaria, sino también económica, colapsando al mundo entero.
Fue la pandemia quien puso de rodillas a las grandes potencias mundiales, aquellos quienes se consideraban intocables, pues a su parecer sus condiciones económicas, militares y sociales, se creían ser sagrados, pues no se consideraban ser blancos fáciles.
Hoy son estas mismas naciones, las que han unido sus fuerzas ante este reto tecnológico tan grande, pues uniendo sus conocimientos y avances buscan contrarrestar una pandemia, que pareciere que no tiene fin. Pero también en este año, pudimos constatar el tipo de gobierno que tiene cada país, pues mientras unos mandatarios apegaban su confianza a su aparente y robusto sistema de salud, otros hacían obra de su potencia tecnológica y creaban hospitales en tiempo record para dar abasto. Pero también había sus escépticos que de forma incrédula retaban públicamente al poderoso SARS-CoV-2. Creyendo que sólo era otra estrategia de los conservadores para opacar su mandato, o peor creyendo que con el hecho de tener una fuerza moral e invocando una medalla del sagrado corazón de Jesús, era suficiente para que las personas no se enfermaran de este mal.
El resultado de sus decisiones fue directamente proporcionar al interés mostrado en sus acciones para combatirla, por lo tanto, no causa ninguna extrañes que en algunos países se encuentran con más muertos e infectados.
Mencionamos previamente que esta pandemia demostró el liderazgo de cada mandatario, pero también la carencia de un proyecto de gobierno social, pensado en apoyar al pueblo, pues con la llegada del covid-19, también llegaron las carencias económicas.
Ahora bien, me centro en el tema de mi artículo, la lucha que viene, a la cual hago referencia, no es la que estamos viviendo provocada por la pandemia, sino a la que ya nos está esperando este 2021.
Esa lucha estimado lector, es contra el abismo tan grande de la pobreza y la desigualdad social, el cual se ha acrecentado como consecuencia de una mala estrategia de la pandemia, condenando a las y los mexicanos a morir de hambre.
Por lo tanto, es el momento para que el pueblo educado y organizado participe en las decisiones del país, y para eso es necesario participar en el proceso electoral y con esto llegar a tener representatividad que nos permita crear leyes que vengan abonar a favor de los más desprotegidos.
La idea de participar en política, no es, en ninguna manera, un lujo que se tiene que tomar, sino más bien, es una necesidad imperante para que se instale en nuestro país un proyecto social amplio e incluyente que garantice en todo momento la igualdad y tenga un combate frontal con la pobreza y sus causas que la ocasionan.
Así que entendiendo que si deseamos modificar nuestra realidad, la cual es desesperante, pues a nuestro mandatario le interesa más cumplir sus proyectos faraónicos, en vez de crear un programa de alimentación universal para las más de 30 millones de personas que se encuentran en pobreza alimentaria, según datos del Coneval.
Por lo antes expuesto y por muchas cosas más, es necesario que en el poder político existan funcionarios que concuerden con nuestra ideología y sobre todo con nuestra conciencia de clase, pues solo así se podrá sentar las bases de un proyecto social.
La coyuntura política es hasta el momento acorde a nuestra lucha, la cual nos permitirá dar la batalla contra quienes buscan imponer un programa clientelar en vez de un proyecto serio como tal.
Ante este contexto es preciso conceptualizar la lucha electoral, como un episodio más de esta gran guerra de clases, la cual ha resultado gravemente la democracia de los pueb por la autocracia de quienes se creen mesías y salvador del mundo.
Así pues, camaradas, es momento de unificar criterios y replantear paradigmas, pues la grandeza de un gobierno no se basa en un dictado del mandatario, sino en la unificación de criterios para la construcción de puentes que nos lleven a un futuro sin pobreza y sin desigualdad.
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