MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La lucha de la FNERRR por vacunas debe cimbrar conciencias

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La Federación Nacional de Estudiantes Revolucionarios “Rafael Ramírez” (FNERRR), a sus escasos 21 años, es una organización de estudiantes vigorosa y consolidada a nivel nacional. La única federación de estudiantes pobres que está dando la lucha por vacunas; la que aglutina decenas de miles de brazos para exigir de manera enérgica que los estudiantes sean vacunados; la única que exige a la Secretaría de Educación Pública (SEP) un remozamiento de los centros educativos de manera inmediata para un regreso seguro a clases presenciales y pruebas rápidas y materiales médicos para todos los niños y adolescentes. La que levanta su relincho para que los estudiantes de todos los niveles sean inmunizados. La única de las organizaciones juveniles en México que hace un planteamiento racional y argumenta científicamente que la salud de los estudiantes corre un peligro real si hay un regreso a clases presenciales. La que con su relincho está llamando a los sectores lastimados por la pandemia y la crisis económica a relinchar alto y fuerte. En fin, la que electriza a millones de jóvenes rocinantes para que exijan lo que por derecho les corresponde.

Esta verdad encabezada por la FNERRR debe ser defendida y respaldada por los padres de familia, defensores de los Derechos Humanos, médicos, científicos, y, desde luego, las mejores plumas del país para hacer conciencia de que un regreso a clases presenciales no es seguro. Al respecto, son contadas las voces que han respaldado la bandera de lucha de esta organización de jóvenes revolucionarios: la Sección 7 en Chiapas y la Sección 22 en Oaxaca del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE); y la otra voz, es la del dirigente del Movimiento Antorchista Nacional, el ingeniero Aquiles Córdova Morán, quien en sus conferencias semanales y artículos llama al pueblo de México y a los estudiantes mexicanos a respaldar el pronunciamiento del dirigente de la FNERRR, Isaías Chanona Hernández. En particular, en su artículo: “¿Cuál es el peligro real del regreso a clases?”, señala con un análisis profundo el verdadero peligro que corren los estudiantes ante un pronto retorno a clases presenciales. Primero, porque en México no hay una preocupación genuina por la salud de los mexicanos, sino más bien “el interés prioritario es la restauración inmediata del funcionamiento de la economía”; segundo, porque el mandatario mexicano en lugar de apoyarse “en los recursos que proporcionan la ciencia y la experimentación científica”, prefiere recurrir al modelo de la “inmunidad de rebaño”, muy practicado en la Edad Media, “época en que la medicina estaba en pañales”; tercero, porque las secuelas de la covid-19 dejan un daño permanente en el organismo de los niños y adolescentes: los vasos sanguíneos del corazón quedan dañados de por vida y los niños y adolescentes pueden sufrir un infarto cardiaco a los 30 años, de acuerdo con el virólogo alemán Jan Felix Drexler. Cuarto, porque hasta el último corte se habían reportado “60 mil 928 casos de COVID-19 en menores de edad”, de acuerdo con la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), aunque la Dirección General de Epidemiología (DGE) proporciona datos más espeluznantes y preocupantes: “El 60 por ciento de casos se concentra en jóvenes de entre 12 y 17 años, con un total de 82 mil 900 contagios en menores que cursan la secundaria o el nivel medio superior” (Milenio, 13 de agosto de 2021). La misma nota señala que en los niños de primaria (de seis a 11 años de edad) se registran “34 mil 251 casos positivos”. Y en los niños menores de cinco años se registran “21 mil 184 casos, el sector que presenta mayor mortalidad en menores durante la pandemia”. Sumados estos casos positivos nos da un total de 138 mil 335 niños y adolescentes contagiados hasta el día 10 de agosto de 2021, de acuerdo con la Secretaría de Salud. En cuanto a la mortalidad, de acuerdo con el mismo informe ya hay un acumulado de “724 niñas, niños y adolescentes”. Este informe es tan aterrador que conmueve al más insensible de los seres humanos, pero tal parece que en el Palacio Nacional no hay humanos, empezando por el presidente de la República, que poco o nada le importa la vida de los estudiantes.

Los riesgos son reales y muy altos y, ante este peligro, ¿dónde están las voces que dicen defender a la juventud mexicana porque es el futuro de la patria? ¿Qué acciones han emprendido para defender la salud de los niños y adolescentes? No hay pronunciamientos ni acciones a favor de la lucha que está dando la FNERRR a nivel nacional, salvo los ya mencionados más arriba. Al contrario, hay un mutismo sepulcral. Tal pareciera que hay complicidad con el gobierno de la República y la SEP para que se cometa un acto genocida. Un plan genocida de las altas cúpulas políticas e institucionales para acabar con los hijos de la clase pobre a como dé lugar, justificando este plan por la baja calidad académica y la deserción escolar, problemas muy graves, que a muchos preocupa. Pero ante la disyuntiva de elegir o el regreso a clases presenciales porque el rezago educativo se agudizó o la salud de los estudiantes, el camino correcto es tomar partido a favor de la salud de los estudiantes, y los padres de familia, además, deben sumarse a la lucha de la FNERRR y juntos exigir vacunas para sus hijos, materiales médicos y remozamientos para las escuelas. Este es el camino más racional y revolucionario que deben tomar los padres de familia. Aunque hay algunos que, por desconocimiento o impulsados por el rezago educativo que ha generado la pandemia, están dispuestos a entregar sus hijos a las fauces del mortal virus SARS-CoV-2 en este nuevo ciclo escolar.

No tantos, pero sí una cuarta parte de ellos, de acuerdo con la octogésima Encuesta Nacional de Coronavirus realizada del 13 al 15 de agosto de 2021 por Consulta Mitofsky: “62.5% de los mexicanos prefiere que sus hijos sigan estudiando en casa; 26% los mandaría” (El Economista, 17 de agosto de 2021). La decisión de los padres de familia que apoyan un regreso a clases presenciales es perfectamente entendible por los siguientes factores: a) la deserción escolar aumentó significativamente, de acuerdo con la última estadística proporcionada por el INEGI: 5.2 millones de personas de entre 3 y 29 años desertaron en el ciclo escolar 2020 – 2021; b) el rezago educativo, como lo apuntó el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO): “La pandemia de la covid-19 dejó un rezago de dos años educativos para casi 10 millones de estudiantes tras el cierre de todas las escuelas” (El Financiero, 3 de junio de 2021). En efecto, el atraso educativo aumentó considerablemente a tal grado que el nivel educativo de los mexicanos bajó dos grados: de tercero de secundaria que era antes de la pandemia al primero de secundaria en lo que va de la pandemia, de acuerdo con el Banco Mundial. Son factores que pesan sobre la conciencia de los padres de familia, por eso ante el decreto de un regreso a clases presenciales ceden con facilidad. Pero ¿cuál debería ser la respuesta correcta de ellos ante tal planteamiento? Por la seguridad de sus hijos, la postura debería ser firme y clara, sumarse a la exigencia de vacunas para sus hijos, remozamientos de las escuelas y materiales médicos. Es la respuesta más razonable, de acuerdo con las circunstancias. No hay otra. 

En efecto, es la única vía que le queda a los padres de familia si quieren doblegar la insensatez y autoritarismo del gobierno federal y hacerse oír por la SEP. Y para convencerse de que la lucha de la FNERRR es la única salida al problema, basta una muestra: a raíz de los reiterados comunicados de los fenerianos en las redes, ruedas de prensa y manifestaciones públicas, el gobierno federal comenzó a vacunar a los jóvenes de 18 años. Y fue gracias a las marchas realizadas por los fenerianos por las transitadas calles de la Ciudad de México y cadenas humanas en las capitales y grandes ciudades de la República Mexicana. Éste es un logro de la FNERRR que hay que reconocer y aplaudir. Ahora el reto es hacer que la SEP vacune a todos los niños y adolescentes menores de 18 años, que son los más vulnerables ante la variante Delta de la covid-19: “Más de 45 mil menores de edad dieron positivo a covid-19 en México durante la tercera ola de contagios, 31 mil tan solo en julio, la cifra más crítica para este rango de edad desde que inició la pandemia” (Milenio, 13 de agosto de 2021). Ante esta situación tan aterradora y preocupante, el relincho de la FNERRR debe cimbrar, ahora más que nunca, la conciencia de los padres de familia y de todos los mexicanos para que se unan a la lucha por vacunas, remozamientos de las escuelas, pruebas rápidas y materiales médicos para garantizar la seguridad sanitaria de los estudiantes antes de un regreso presencial a las clases.

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