MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La conciencia social del proletariado

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En el desarrollo del capitalismo, desde su nacimiento hasta la fecha, se fueron dando condiciones para la separación de dos entes diametralmente opuestos en cuanto al desarrollo social y económico, y que hasta la fecha se mantienen, donde los dueños de los medios de producción son los mandamás y los que se quedan en su gran mayoría con lo que se produce, y los que no tiene más que su fuerza física y su inteligencia se quedan solamente con lo indispensablemente necesario para vivir que son la mayoría.

Sobresalen en esos sectores los obreros de las fábricas concentradas en las grandes urbes y los jornaleros del campo, los mas lastimados con la injusta distribución de la riqueza producto de su esfuerzo físico y de sus capacidades y habilidades mentales, es en este contexto la masa proletaria en todas sus vertientes debe hacerse claridad y darse cuenta de su situación, adquirir conciencia de clase para poder desprenderse del yugo manipulador y explotador.

Para definir de la mejor manera que me sea posible lo que significa la conciencia de clase, permítaseme una reflexión sobre la conocida frase de Marx, la cual sintetiza la profundidad filosófica del materialismo histórico: “...No es la conciencia de los hombres lo que determina su existencia; sino a la inversa, su ser social determina su conciencia...”. En ella está implícita una definición de Marx sobre la conciencia y sobre la conciencia de clase. Digamos que la idea de conciencia está vinculada, de manera dialéctica, a la idea de totalidad y consecuentemente, de manera igualmente importante a la idea del individuo social, del ser social; lo cual implica, a su vez, una articulación dialéctica del sujeto y el objeto.

Esto significa que, si el hombre toma conciencia de sí mismo como ser social, como individuo social, no como individuo simplemente; entonces deberá tener clara conciencia de que es sujeto y a la vez objeto de la historia.

Saco esto a colación porque, hoy en día, existen ideas de gobernantes que quieren simplificar el hecho del porque fomentar ideas filosóficas derechistas, izquierdistas o de centro, si solamente con pedir la inclusión de nuestros congéneres y sin más se dará el bienestar tan esperado de los desvalidos de este mundo.

Ahora bien, la conciencia de clase es un producto del capitalismo; no podemos hablar de una conciencia de clase en el feudalismo o en otras etapas anteriores de la historia, por la gama de razones de orden teórico y de orden práctico.

Para el proletariado tener conciencia de clase es una función insustituible, esencial, a diferencia de la servidumbre o de los esclavos; para éstos era teórica y prácticamente imposible diferenciar los intereses de las clases a las cuales pertenecían, porque mediaban factores en contra como la cultura, la religión, las tradiciones, la concepción jusnaturalista (de tal modo que cuando se habla de derecho nos referimos a una norma que se impone, como tal, para el hombre, y decimos natural para distinguirlo del derecho positivo, aludiendo a que es la misma naturaleza que lo impone, sin necesidad de que esté sancionado positivamente, bien sea por el legislador, por la costumbre o por la fuerza de la historia y el derecho divino que otorga el poder a los fuertes y somete a los débiles al yugo del dominador). Pero principalmente porque la sociedad feudal no estaba suficientemente organizada y no se podía presentar en la conciencia la realidad del hombre, como una totalidad.

Solo en el capitalismo se dan todas las condiciones para que se dé el conocimiento completo de la sociedad y éstas condiciones son principalmente, la existencia de clases suficientemente diferenciadas de acuerdo al lugar que ocupan en el proceso de la producción; y sobre todo la existencia de dos dimensiones para ver el mundo; de dos visiones diferentes y opuestas del mundo social y económico. El punto de vista de la clase capitalista y el punto de vista de la clase proletaria.

Podemos concluir que las luchas sociales y los orquestadores, al planificar y ejecutar sus acciones, no deben tener en cuenta sólo los intereses particulares de su grupo, sino los de toda la lucha social de los marginados en general. Deben estar claramente conscientes de que su deber no es sólo salvar la integridad propia, sino la de todos aquellos que, como ellos y con el mismo derecho que ellos, están dando la batalla, a su modo y desde su propia trinchera, por la justicia social, así como por el respeto irrestricto a los derechos económicos, políticos, sociales, educativos, de salud, culturales, etcétera, de la mayoría más débil y desprotegida de nuestra patria. Solo así se podrán cambiar las condiciones sociales que favorecen a unos cuantos, mientras otros muchas veces no tienen ni que comer.

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