MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La concepción del mundo es lo determinante

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Empezó el bombardeo ideológico alusivo a las tormentosas campañas electorales, está vez con más periodos, con más insistencia y con vastos “argumentos” para decirnos que estamos mejorando la democracia de nuestro país. 

Se presume como asombrosa novedad que ahora el ejercicio de la política es más equitativo, pues ahora el papel de la mujer es muy notorio. Las candidatas a presidentas de la república mexicana son del género femenino, como nunca antes en la historia de los procesos electorales. Por un lado, Xóchilt Gálvez, la representante de la “oposición” al partido que gobierna actualmente de la alianza PAN, PRI y PRD, y por el otro lado Claudia Sheinbaum, que representa a Morena, PT y Partido Verde Ecologista.

En nuestro estado también hay mujeres contendiendo por la gubernatura; en Manzanillo por la presidencia municipal, y esta situación la traen en boca los analistas políticos.

Cuidémonos de aquellos que proponen comprar conciencias con transferencia monetaria; de aquellos que dijeron “primero los pobres” y luego les cerraron las puertas

También hay gente deslumbrada, porque por estos rumbos participará un personaje de la farándula empresarial; dicen que no va a robar porque ya tiene dinero. También he sabido que hay homosexuales y transexuales que desean participar de este ejercicio.

Lo que quiero decir es que me da gusto que haya mujeres figurando en este importante ejercicio y hombres nuevos que se hayan animado a participar; algunos empresarios, y en algunos estados algunos homosexuales o transgénero; eso sin duda es democrático.

Sin embargo, creo que lo que en realidad determinará si hacen bien o no su trabajo no es el género ni su edad ni su condición social, política o religiosa; ni preferencia sexual, sino la concepción que tengan del mundo. 

El término suena sencillo, pero se trata de algo verdaderamente profundo. Así lo explica Manuel Sacristán,  en su obra La tarea de Engels en el Anti-Dühring en 1968.

Una concepción del mundo no es un saber; no es un conocimiento en el sentido de la ciencia positiva; es una serie de principios que dan razón de la conducta de un sujeto, a veces sin que este se lo formule de un modo explícito. Esta es una situación bastante frecuente: las simpatías y antipatías por ciertas ideas, hechos o personas; las reacciones rápidas, acríticas a estímulos morales, al ver casi como hechos de la naturaleza particularidades de las relaciones entre los hombres. En una buena parte de la conciencia y de la vida cotidiana puede interpretarse en términos de principios o creencias muchas veces implícitas “inconscientes” en el sujeto que obra o reacciona.

La naturaleza del ser no engaña; no se puede esconder la esencia de las personas. Sus principios, su definición consiste, para el caso que nos ocupa, en su conciencia de clase: ¿A quién realmente van a defender?, ¿a la clase que nos domina y aplasta o a la clase trabajadora, que todo lo hace con su esfuerzo y que padece de todo menos de bienestar? ¿Qué intereses persiguen, los individuales o los colectivos: el bien personal o el bien común? ¿Todos los que están interesados en participar de la política están conscientes de su concepción del mundo?

En un mundo dividido en clases, sólo hay dos posturas: o estamos del lado de los capitalistas que dominan la mayor parte del mundo con sus ideas, con sus principios (ganar dinero y poder de cualquier manera; la explotación del hombre por el hombre), o estamos del lado del proletariado, que históricamente ha sido el generador de todas las riquezas que conocemos, a través de su sacrificado trabajo.

Coincido con Sacristán en el hecho de que muchas veces esta concepción es “inconsciente”, pues la hemos adquirido sin darnos cuenta, porque la clase dominante tiene un aparato poderosísimo ideológico que se encarga de ello. Y se necesita voluntad, disciplina y mucha constancia para profundizar en los mares del razonamiento y hacer lo inconsciente consciente.

Pero ¿cómo vamos a distinguir a los personajes políticos que sí pueden sacarnos del hoyo en el que estamos y llevarnos al progreso? Sus acciones lo dirán. Todo aquel que acierte en pensar que la existencia de todo está en el movimiento; que en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento todo se mueve, y parta de ello para ejercer la política estará ubicado en la razón y podrá tomar medidas más certeras: estará aplicando el marxismo, teoría filosófica de Karl Marx, que revolucionó el pensamiento de la historia de la humanidad y sigue vigente hasta nuestros tiempos.

Pero cuidémonos de aquellos que, con banderas de colores o nuevas máscaras, pretendan llevarnos por los senderos del pasado, cuando la realidad ya cambió. Cuidémonos de aquellos que proponen comprar conciencias con apoyos de transferencia monetaria; de aquellos que en el discurso dijeron “primero los pobres” y cuando fuimos a buscarlos a sus oficinas, les cerraron las puertas en la cara a los pobres que les dieron su voto. 

México atraviesa por graves problemas. Hoy nuestro país se encuentra secuestrado por el narco; es el paraíso mundial de los mercados criminales (trata y tráfico de personas, fraude financiero, venta de drogas, comercio de piratería y cobro de piso), y nuestros niños y jóvenes son los que más peligran. 

¿Qué estrategias proponen los personajes políticos para protegernos de tan peligroso acontecimiento? ¿Qué harán con el problema de falta de medicamentos, reactivos y personal médico en los hospitales públicos que sigue costando vidas? ¿Cómo lograrán corregir los pésimos resultados educativos que nos acaban de reprobar en matemáticas, lectura y ciencias?, ¿acaso otra reforma salida de la cabeza de alguien y no de la realidad? ¿Y la pobreza de 54 millones de mexicanos, cómo están pensando erradicarla? Porque eso de que la corrupción es la madre de todos los males, ya no lo creen ni las abuelitas, pues la realidad ya nos demostró que es un mal congénito del modelo económico que nos domina.

Es la pobreza la generadora de las desgracias más desgarradoras que conocemos, y urge erradicarla. Pero mientras los nuevos ejecutores de la política sigan pensando en que su voluntad y buena estrella les alcanzará para cambiar la situación de nuestro México querido, estamos condenados al fracaso.

Aunque existen alternativas. En el Movimiento Antorchista Nacional he aprendido a luchar por algo más trascendental que un bien material y momentáneo, o transformaciones económicas progresivas; en realidad aquí luchamos por una organización social, en donde se erradique la explotación del hombre por el hombre y se logre la realización integral de todos los seres humanos; tenemos garantías de que se puede.

Nuestra estrategia: la organización y la educación de la clase proletaria, la creación de un hombre nuevo. No es una tarea sencilla, pero es la única que nos salvará, porque cuando el pueblo sea consciente, será capaz de organizarse en un solo frente, que por su número y convicción será invencible. ¡En eso estamos!

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