MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La caída de la inversión pública, cavando la tumba del crecimiento

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Los organismos internacionales, así como las autoridades nacionales de carácter académico o de manejo de la política económica, han mencionado que el futuro que se avizora para la actividad económica es de un pobrísimo dinamismo combinado con una gran incertidumbre sobre factores como el comportamiento de los precios de bienes fundamentales, alimentos y energéticos. En México, la ralentización de la expansión de la economía ya dura casi cuatro décadas; desde los años 80 hasta ahora, la actividad económica se mueve lentísimo y a una tasa promedio anual que apenas rebasa por unas cuantas décimas el crecimiento de la población. Entre 1982 y 2019, la tasa de crecimiento media anual fue de 2.3%; la de la población, 1.6%, la del PIB per cápita de 1%. La consecuencia es que esta falta de crecimiento, combinada con la concentración de la riqueza, provoca que en México no se haya logrado abatir, en números absolutos, los problemas de hambre, enfermedad e ignorancia de nuestro pueblo.

Los hierofantes de la globalización y el libre comercio prometieron que, de integrarse la economía nacional a los mercados regional e internacional, el reumatismo que venía arrastrando la economía mexicana se acabaría y se recuperaría el dinamismo del crecimiento económico que se registró durante el período conocido como le “milagro mexicano”. Decían que ocurriría así, porque los capitales extranjeros que afluirían a México traerían consigo empleo y tecnología que vigorizaría el aparato productivo nacional porque asignaría más eficientemente los recursos lo que detonaría el desarrollo de la productividad.  

Pues bien, ocurrió que en efecto la Inversión Extranjera Directa (IED)llegó a nuestro país y las exportaciones crecieron como nunca antes. Las exportaciones pasaron de representar 13% del PIB en 1993 a 26% en 2018; en 25 años se multiplicaron por 3.5 veces en términos reales; mientras que el PIB apenas se duplicó. Y a pesar de este éxito en términos de dinamismo de las exportaciones, el crecimiento económico no despega. Las promesas de los que pugnaban por la liberalización económica como la llave al paraíso del crecimiento económico, no se concretaron. Este fenómeno se ha explicado porque si bien la canasta de mercancías que México vende en el exterior no se reduce a materias primas, sino que contiene bienes manufacturados con alguna sofisticación tecnológica; sin embargo, la mayor parte de la mercancías de exportación de México forman parte del comercio intrafirma, es decir, no se venden a los consumidores finales sino que forman parte de una cadena de producción global y su paso por México se explica porque en nuestro país se ensamblan las partes. Pero esta actividad requiere apenas entrenamiento básico y no ha generado ninguna relación con el resto de la economía nacional y, de este modo, no puede constituirse como el motor de su desarrollo.

Al cabo del siglo, cuando se avizoraba ya el estancamiento del crecimiento económico de México, los epígonos del neoliberalismo alegaron que el problema era que persistían elementos, como la regulación en el mercado de fuerza de trabajo, y que se requería otra serie de reformas que no se habían hecho en el primer momento. Ese discurso halló eco y se siguió desregulando la economía paulatinamente. Sin embargo, el crecimiento económico no despegó. 

Las explicaciones más consistentes son las que señalan a la caída de la inversión pública ocurrida en este período, como la causa del estancamiento del crecimiento. La inversión pública, en los años previos a los ochenta, no sustituyó a la privada, sino que jugó un papel de complemento. La inversión pública fue fundamental para elevar la productividad de corto plazo y promover un crecimiento más dinámico. Y la falta de inversión pública contribuye a la caída de la tasa de formación de capital fijo no solo por lo que el gobierno deja de hacer, sino porque a causa de ello, hay inversión privada que no se lleva a cabo.

Esta política, que tiene el sello del neoliberalismo, se siguió y hasta profundizó con el gobierno de la 4T. La inversión pública ha disminuido; en 2020 apenas representó 3% del PIB. Situación que se agrava porque la que sí se hace, se concentra en las obras de mero relumbrón del sexenio, dejando de lado la infraestructura que impacta directamente la vida de los mexicanos. El PEF 2023 reproduce el mantra neoliberal de que el estado está para garantizar la paz de los mercados. Los mexicanos debemos construir un gobierno que haga y dirija políticas de desarrollo económico en serio. 

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