Con las reiteradas cifras de reprobación ciudadana hacia la figura del Ejecutivo del estado de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, y el desempeño de su gestión administrativa, que lo ubican en el último gobernador de 32 gobernadores de la República Mexicana calificados en la encuesta nacional de la empresa Arias Consultores, una de las más sólidas y de mayor credibilidad en el país, la respuesta razonada y esperada desde la primera "nominación” era que el gobernante en cuestión retomara el camino con políticas de respuesta ciudadana en el desarrollo de su ejercicio.
Sin embargo, esa respuesta no existió desde el rechazo ciudadano que por segunda vez se manifestó en diciembre pasado, con la misma encuestadora, dando al gobernador de Puebla de nueva cuenta el último lugar con una aprobación del 10.6% y un nivel de confianza de apenas el 5.7%, los más bajos de todo el país, situación que parece no inmutar al político poblano que, por si fuera poco, fue coronado con una credibilidad de un paupérrimo 8% en el combate de los índices de corrupción en la entidad, remarcando así lo mal visto que es ante la población estatal, esto es, sus gobernados, quienes también calificaron la entrega de apoyos a población vulnerable en el estado con un 10.8% de aceptación y ubicándolo en el lugar 30 de 32.
Puebla, con más de 6 millones y medio de habitantes, aplica de nueva cuenta el rechazo a la política del mandatario por la falta de obra pública que le permita incrementar sus niveles de bienestar con mayor infraestructura en servicios de educación, salud, vivienda, agua potable y electrificación, entre otras, otorgando un nivel de aprobación mínimo, del 5.4%, de nueva cuenta, el más bajo del país, manifestando la mayor preocupación precisamente el tema de la pandemia actual y la insuficiencia en la cobertura de atención para la población en las áreas rural y urbana, con un sentir ciudadano de desprotección manifiesta y desesperación, ante la falta de opciones que se traducen también en lo económico, con nulas alternativas que ofrezcan los gobiernos federal y estatal que les permitan salir adelante.
En materia de creación de empleos y manejo de la economía en la entidad, pese al discurso demagógico del gobernador morenista, la población le otorga la calificación más baja del país con un 3% del nivel de aceptación y para variar, una vez más, el desempeño del gobernante poblano se catapulta el lugar 32, el último en la República Mexicana.
Definitivamente, la creación de empleos a través de la inyección de capital privado, buscando el impulso a la inversión, representaría una posibilidad más real para acceder a un campo laboral más amplio; sin embargo, el gobernador Miguel Barbosa, también salió reprobado del duro, pero real, enjuiciamiento ciudadano y la perspectiva empresarial al registrar un índice de confianza en Puebla para invertir de únicamente el 10 %, ubicando a la entidad en el lugar 29 de 32, solo antes de los estados de More Nayarit y Michoacán, estos tres últimos que a su vez cuentan con los niveles de criminalidad de los más altos en la República Mexicana.
Sobre éste último tema, la encuestadora Arias indagó entre la ciudadanía los niveles de aprobación ciudadana sobre el índice de seguridad en el estado registrando un muy bajo 4.7%, de aceptación y poniendo a Barbosa en el lugar 29 de 32, sólo antes del Estado de México, Guanajuato y Michoacán, entidades también con severos problemas en este rubro, lo que traduce el miedo, la desconfianza de los poblanos a vivir en su tierra natal y es que recordaremos que los temas de secuestro, asaltos a mano armada y feminicidios, no han podido ser controlados en territorio estatal.
Es una realidad la conclusión: los poblanos no confían en su gobernante ni se sienten seguros viviendo en la entidad y desaprueban drásticamente la falta de obras, inversión y se sienten desatendidos en materia de salud y servicios públicos, pero aún más, se manifiestan preocupados por la falta de alternativas para brindar políticas públicas para salir adelante y con perspectivas poco favorables ante el continuo enfrentamiento con el sector privado estatal, con quien demuestra un visible rompimiento, lanzando severos ataques desde sus conferencias matutinas, cada vez que es posible y con pocas esperanzas o voluntad por enmendar la situación.
En definitiva, una caída libre del gobernador Miguel Barbosa Huerta y una cerrazón manifiesta constante por dar soluciones que contribuyan a sacar adelante un estado que fue ejemplo de inyección de capital privado, prosperidad, obra pública y centro educativo de calidad en el país.
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