MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Justicia para Conrado y Mercedes

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Los mexicanos no debemos acostumbrarnos a la violencia. Es una obligación humana levantarnos y exigir paz, hasta que la justicia se haga costumbre. Destacar y repetir las veces que sea necesario, que la violencia que gobierna en nuestro país comienza desde la extensión de un plato vacío y un estómago con hambre. Hasta que nos quede mil veces claro que la mano que dispara es la misma que arrebata la comida, la tranquilidad, los sueños.

El día 13 de abril, a mis compañeros de lucha y a mí, un frío total nos recorrió desde la cabeza hasta la punta de los pies, al enterarnos de una noticia terrible, Conrado y Mercedes, y su pequeño hijo, habían muerto en el estado de Guerrero. Es bien sabido que entre los antorchistas poco importa conocer a nuestros compañeros caídos, sentimos siempre un hueco profundo en el estómago, y compartimos con miles más el dolor como si fuera propio, es terrible siempre enterarnos de la extinción de la vida de un antorchista. El shock con el que recibimos la noticia era aún más grande al saber que en esta ocasión el dolor era tres veces más lamentable. La cifra solo es una expresión, claro, porque el dolor es incalculable.

Solo un par de días después, de conocer los resultados de la necropsia, pudimos confirmar algo aún peor, nuestros tres compañeritos no habían muerto como se aseguró en un inicio a través de versiones policiales, a causa de un accidente automovilístico, sino que los asesinaron. A Conrado y Mercedes, líderes de los antorchistas de Guerrero, los mataron con una brutal golpiza en la cabeza y, a su pequeño hijo de seis años, lo estrangularon.

Conrado y Mercedes no tenían ningún enemigo declarado, vivían modestamente, no tenían ningún lujo, su comportamiento era honrado y honesto, de sus conocidos más cercanos no he escuchado nada más que buenos comentarios y recuerdos de su nobleza humana. Del pequeño Vladimir, ¿qué pudiera decir?, no creo que un niño de seis años pueda causar un daño irremediable al mundo como para haber sido asesinado con tanta brutalidad.

 Nuestros compañeros luchaban por un mundo mejor, comenzando desde el pedacito de patria que les había tocado labrar, ya sea en la capital del estado, Chilpancingo, o en la montaña, solo buenos comentarios favorables había de ellos. Guerrero, el tercer estado con más pobreza de nuestro país necesitaba a Conrado y Mercedes, y más personas como ellos, convencidos de cambiar las condiciones de vida de tantos mexicanos pobres.

La lucha de nuestros compañeros se extiende hoy a todos los rincones del país, sepan todos quienes nos puedan leer, que de nuestra cuenta corre que haremos hasta lo imposible para que nuestros muertos encuentren justicia, y también para que los vivos la encuentren en vida. La pobreza es la madre de la violencia y los antorchistas haremos hasta lo imposible por terminar con ella. 

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