MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Injusticia y pandemia en Valle de Santiago, Guanajuato

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Injusticia y pandemia; he aquí una mezcla macabra contra los pobres de siempre, dos plagas que parecen apocalípticas que se complementan como en simbiosis mortal contra los más desamparados. Pero no son un castigo divino, no nos engañemos. Son consecuencia inevitable de la ineptitud de los gobiernos fascistas que nos echamos a cuestas, por la desesperación y el engaño momentáneo. Y, como todo mal criminal creado por unos mexicanos enfermos de poder, tienen remedio por la acción justiciera de otros, otros mexicanos más humanos, otros mejor organizados, otros con el apoyo de muchos otros igualmente maltratados. 

Es por esto, es decir, porque creo firmemente en la solidaridad que sólo es capaz de prodigar genuinamente el pueblo trabajador ante la desgracia de sus semejantes, que respetuosamente apelo hoy a la solidaridad de todos mis compañeros antorchistas, con los humildes habitantes de la colonia Manuel Serrano Vallejo del municipio de Valle de Santiago, del emblemático estado de Guanajuato, quienes, por obra y gracia de su presidente municipal, Alejandro Alanís Chávez, están sufriendo la ira y el castigo por haberse atrevido a resolver ellos solos para sus hijos, el derecho a la vivienda. Alejandro Alanís, con el sólo derecho de su prepotencia, les niega el elemental y humano servicio de agua potable y drenaje. 

La historia de la colonia Manuel Serrano no es distinta a muchas otras que ya conozco en Colima. Es un asentamiento humano creado contra la voluntad de los poderosos de Valle de Santiago, que se creen dueños de toda la tierra urbana; por eso mantienen a la colonia como un asentamiento irregular. 

Pero, hay que decir que las más de 500 sufridas familias que componen la colonia, hace seis años ya habían sido desalojadas violentamente por el Gobierno del Estado de un predio que habitaban; sin embargo, la solidaridad fraterna del antorchismo nacional las rescató de las garras criminales del poder de entonces. Por eso fue que, obligadamente el gobierno les asigno el predio que hoy habitan, pero, desde entonces, han sufrido como una verdadera ordalía, las iras del poder que hoy ejecuta diligentemente en su contra su presidente municipal. 

Y todo lo soportaron los humildes colonos en pro de la vivienda para sus hijos. Todo. Trabajaron sin descanso para la regularización y urbanización de su colonia, y superaron todos los obstáculos que las autoridades les opusieron en el camino, como fue la escritura global del predio para poder acceder a la urbanización progresiva, y todo el pago de las cargas fiscales. Pero, cuando habían ya logrado saltar estos y otros requisitos necesarios, resultó que el gobierno suprimió el programa de urbanización progresiva que los amparaba. Y otra vez a ampezar. Pero no se amainaron, comenzaron a buscar con éxito otras alternativas de urbanización de su patrimonio.

Con el respaldo del Movimiento Antorchista Nacional, y en tenaz lucha ante la Federación, lograron la electrificación de su colonia que tuvo un costo superior a los 5 millones de pesos, de los cuales, nada puso la autoridad estatal ni municipal. Y la lucha siguió. Ahora tocaba el turno de gestionar y resolver el problema del agua potable y el drenaje. Aquí, justo es decirlo, contaron con el apoyo del gobierno del Estado en la elaboración de los proyectos ejecutivos, mismos que se le hicieron llegar a la administración municipal para que los adecuara, y propusiera las obras ante la Conagua, dependencia que se comprometió a ejecutarlas, previa validación municipal. Y aquí, fue donde topó la gestión. Desde principios del año pasado la dependencia federal les dijo que la obra no se ejecutaría, porque había “poco interés” de la autoridad municipal. El crimen de Alanís estaba en ciernes. ¿Qué hacer ante tamaño atropello contra los pobres?

Por ser ese su derecho constitucional, los colonos de la Manuel Serrano se apostaron en plantón permanente ante las puertas de la presidencia municipal, exigiendo la obra de agua potable para su colonia. Y resistieron estoicamente. Pero la sordera oficial del presidente no tuvo comparación y los dejó ahí plantados por 21 días con sus noches. En esto estaban, cuando llegó en auxilio de Alejandro Alanís, la tercera ola del contagio de la pandemia. Y las dos plagas que ya dije, es decir, la injusticia y la pandemia, se amancebaron en una sola contra los humildes colonos en protesta. Para evitar el contagio y la muerte de los ahí presentes, los sufridos colonos levantaron su plantón el día 7 de agosto pasado, sin ninguna respuesta positiva a su demanda. Y ahora están en sus humildes viviendas, sin drenaje y sin agua ni para lavarse las manos, gracias a su presidente municipal.   

Es cierto que la la tercera ola de la pandemia no es culpa de Alanís, pero los estragos que cause el coronavirus en la colonia Manuel Serrano, por falta de agua potable y drenaje, sí. Por eso, y porque es nuestro derecho decirlo, yo lo hago responsable por la salud y la vida de mis queridos y sufridos compañeros. No están sólo en su lucha compañeros, y si es necesario, iremos a protestar ante las puertas mismas de la casa de Alejandro Alanís para que cumpla con su obligación constitucional. El agua potable es un derecho humano, dice la Constitución, y quien la niege, merece el repudio de todos los mexicanos bien nacidos. 

Pero la pandemia no da cuartel, y los contagios nos obligan a ser cautelosos en nuestra lucha. Se sabe que en Valle de Santiago hay 3 mil 70 casos confirmado y 195 fallecido por el virus al día de hoy; pero en todo el Estado los muertos superan ya los 114 mil, según informes oficiales. Sin embargo, la batalla debe continuar. Ensayemos otros mecanismos de protesta igualmente efectivos para mantener la exigencia por nuestras demandas. Por nuestra parte, reciban toda la solidaridad y apoyo de los antorchistas colimenses. Estaremos a la orden cuando ustedes lo indiquen.

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