MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Informe del Coneval un motivo más para atender a potosinos humildes

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En estos días, se acaba de dar a conocer por parte del Consejo Nacional para la Evaluación de Las Políticas Públicas (Coneval) que en San Luis Potosí la pobreza extrema creció y creció también la pobreza a secas junto con el caso de la falta de seguridad social, que también se incrementó por el número creciente de los trabajadores que carecen de ella.

Obviamente, San Luis Potosí capital, por ser donde se concentra la mayoría de la población con que cuenta el estado, no puede ser ajena a esta realidad que tan crudamente retratan los resultados del estudio, con los cuales queda más que clara la necesidad de atender, aquí y ahora, los reclamos de la ciudadanía en materia de servicios y obras para los habitantes de las colonias populares, los campesinos y los estudiantes hijos de los potosinos más pobres, nada de lujos, exorbitante, ilegítimo o fuera de derecho; por el contrario, todo como parte necesaria de la más elemental justicia social, de esa que un día hablará un distinguido priista al que no le faltó razón al decir que veía “un México con hambre y sed de justicia”.

Los costos económicos para la solución de estas demandas no representan ninguna afectación a los recursos de la administración municipal, porque se trata de bagatelas en materia financiera, que lo único que requieren es la voluntad política de los funcionarios los cuales, por lo que se ve, han resultado tan morenistas como los morenistas a la hora de aplicar la llamada pobreza franciscana cuando de la solución de las necesidades de las clases marginadas se trata.

Es necesario resolver, con prontitud, y no por capricho de alguien sino porque la justicia retardada es justicia denegada, y en este caso concreto toma cuerpo esa afirmación en la serie de soluciones pendientes a demandas presentadas hace mucho por el pueblo pobre organizado, cuyos integrantes son, al mismo tiempo, los titulares de los derechos que tienen por correlato la obligación de la autoridad de satisfacerlos a cabalidad por mandato de ley. Por eso, ante la cerrazón y los oídos sordos de la autoridad a pesar de los reclamos públicos a los que han tenido que recurrir los peticionarios en uso de sus hoy llamados derechos humanos, como el de manifestación, no les queda de otra que insistir hasta hacerse escuchar.

Y aunque hasta ahora los funcionarios menores del Ayuntamiento capitalino, al poder de la razón le han opuesto la razón del poder, la situación no puede ser eterna, pues por ese camino se nos está llevando a los potosinos, lo sepan o no, lo quieran o no quienes han decidido emprender, al sometimiento de la voluntad de un solo individuo, lo que de facto lo convertiría en un autócrata, en un dictador, por encima de los derechos y la voluntad del pueblo, el cual sólo estaría para escuchar y obedecer.

Por eso las exigencias de que las autoridades cumplan con su función, no deben verse como algo molesto o como una falta de respeto a la autoridad, sino más bien hasta como una ayuda para que las cosas avancen y se desarrollen en beneficio de todos los habitantes del municipio.

Por otra parte, el pueblo (es decir, la clase trabajadora productora de la riqueza, pero privada de ella por obra y gracia del tipo de sociedad en que vivimos que se basa en la obtención de ganancia por medio de la extracción de plusvalía pagando la fuerza de trabajo y no el trabajo del productor directo, concentrándola cada día más sólo en cinco o 10 pares de manos de los llamados súper ricos de México), debe ver que estas soluciones tan necesarias no dejan de ser inmediatas, por lo que, aunque mejoren su situación, y mucho, no alcanzan para sacarlo de la pobreza; por lo que debe llegar a la conclusión de que para eso es necesario lograr una sociedad donde se reparta de manera más justa y equitativa la renta nacional, y eso sólo será posible cuando él mismo arribe al poder político desde el cual pueda tomar, con conocimiento de causa, las decisiones pertinentes.

Por tanto, debe interesarse en conocer y reconocer sus verdaderos intereses, para luchar por todas sus demandas, tanto inmediatas como mediatas, y para no ser víctima de sus enemigos disfrazados que hablan en su nombre, pero lo sumen cada día en la pobreza, ni de los soberbios que olímpicamente lo desprecian y se oponen abiertamente a la solución de sus necesidades.

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