MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Infancia ilegítima: la lamentable situación de las niñas y los niños mexicanos

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A pesar de que se instituyó el “salario familiar”, sólo una minoría ha podido realizar el ideal de una vida familiar adecuada; las largas horas de trabajo no permiten brindar “tiempo de calidad” a la familia ni resolver suficientemente las mínimas necesidades básicas. Hombres y mujeres trabajan largas horas, ya sea en turnos diurnos o nocturnos y es casi un enigma la forma en que sobresalen de las crisis.

Niños y niñas no escapan a la situación general de sus familias y de la sociedad, que es deplorable desde hace muchos años. Ya en el siglo XIX los niños eran obligados a trabajar desde muy temprana edad; realizaban jornadas de 10, 12 e, incluso, 16 horas al día, en las fábricas de lana y de algodón. En algunos casos, según narra Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra, se veían obligados a dormir en alojamientos cercanos a las fábricas; cuando los niños del turno de día salían, eran inmediatamente reemplazados en sus puestos por los niños que trabajaban en el turno de noche.

El capitalismo, con las injusticias que le son intrínsecas (explotación infantil, desigualdad económica, pobreza, etcétera) no atiende el desarrollo social humanitario, éste no es una prioridad, así se ha destruido la vida de cada familia. En el Manifiesto comunista, Marx y Engels llamaron la atención en este sentido: ¿son estos los sagrados lazos familiares que corren peligro de ser rotos por los comunistas? –preguntan Marx y Engels a los capitalistas–. Desde hace mucho tiempo, el proletariado ha perdido su núcleo familiar y social; si alguien lo tiene es más bien una casualidad, no se trata de la norma.

Lamentablemente, la situación de las familias, de los niños y las niñas, ha cambiado poco, sobre todo, en el Sur global. A nivel mundial, existe una prohibición legal del trabajo infantil, pero, de facto, casi 250 millones de niños todavía son explotados y obligados a trabajar para sobrevivir, 73 millones de ellos tienen menos de 10 años y 8 millones son esclavos o son forzados a prostituirse (según la Organización Internacional del Trabajo). Pero no es necesario mirar las cifras para comprobar esta realidad, basta mirar alrededor, en las avenidas de las ciudades o en los campos agrícolas, para notar que hay niños y niñas trabajando por dinero para colaborar en sus familias. De acuerdo con la UNICEF, en México, dicho sector representa el 35% de la población, con casi 40 millones de individuos. Más de la mitad de ellos (51.1%) se encuentran en situación de pobreza, en comparación con el 39.9% de la población en general. Además, la pobreza afecta de manera desproporcionada a las niñas indígenas, lo que pone de manifiesto las grandes desventajas que enfrenta esta población desde temprana edad. Organismos internacionales han resaltado que la pobreza en general tiene características que requieren una atención urgente, ya que puede convertirse en una situación permanente con consecuencias irreversibles para el desarrollo físico y cognitivo de la niñez. Además, la pobreza infantil puede implicar el abandono escolar, una mayor mortalidad por enfermedades prevenibles o curables y falta de acceso a una dieta adecuada y suficiente -rasgo fundamental para sentar importantes bases del futuro de cada persona, pues en dicha etapa el cerebro se desarrolla rápidamente y se experimentan intensos procesos de maduración física, emocional y cognitiva. Estos son solamente algunos rasgos de la crisis que atraviesan cada día los niños y las niñas de nuestro país.

La realidad lamentable de la infancia mexicana recuerda que es uno de los sectores más olvidados y más injustamente tratados por las políticas del Estado y la decadencia del sistema.

 

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