MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Imperialismo posmoderno: una mirada desde la superestructura social (II/II)

image

Desarrollismo

Ligado a la idea anterior, Escobar (1995), siguiendo la tradición foucaultiana, critica el discurso lineal del desarrollo que ha imperado y todavía impera en América Latina. Este discurso fue promovido por los centros de poder, es decir, se difundió desde las instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, universidades y agencias gubernamentales principalmente. Esta narrativa de progreso se convierte en la guía bajo la cual operan los países, pero no surge de un consenso popular, no tiene legitimidad porque no surge de una discusión democrática, más bien representa la ideología de las clases dominantes y sobre todo de aquellas pertenecientes a los centros neurálgicos de poder.

Ahora bien, ¿estamos objetivamente predestinados al progreso material y social, o esta idea de que el mundo avanza inexorablemente en una senda de progreso, este discurso de progreso se convierte en el "progreso" objetivo en una suerte de profecía autocumplida? Lo que primero imaginamos o concebimos, como arquitectos conscientes de nuestro propio destino, luego se materializa en escala individual o social. Al fin y al cabo, Marx (1999) señala en El Capital que lo que el hombre crea primero como imagen mental después lo materializa u objetiviza cuando dice: "Al final del proceso de trabajo, surge un resultado que ya existía en la mente del trabajador antes de iniciar el proceso; es decir, un resultado que ya tenía una existencia ideal" (p. 130-131).

Esto es, se inicia imaginando a la sociedad que reemplazará al capitalismo. Esta creación mental debe estar guiada por el conocimiento científico, por el conocimiento acumulado por la humanidad, y liderada por el pueblo en su conjunto en un ejercicio democrático. La elevación de la conciencia del pueblo, la autoconciencia de su propia condición debe ir más allá del mero economicismo inmediato. Debe ser la adquisición de la mayoría de edad en todos los ámbitos de la vida: político, cultural, filosófico, artístico, etc. En este sentido, Escobar llama a repensar radicalmente la estrategia de desarrollo de los países del sur, cuestionando los supuestos de las teorías convencionales e incorporando la visión de los pueblos en su lucha por su propia emancipación.

Esta crítica a la visión de desarrollo proveniente de los centros de poder es correcta. Sería ingenuo pensar que son las clases populares las que han impuesto la narrativa de progreso predominante, sobre todo cuando incluso los teóricos liberales de la democracia han concluido que sin independencia económica no puede haber ciudadanía política plena (Nun, 2000). El camino está abierto a múltiples posibilidades, pero la trayectoria que se realice será el producto del conflicto social entre los múltiples intereses existentes en la sociedad. Esto es, la lucha de clases y las condiciones sociales y económicas concretas no pueden ser perdidas de vista. Al final del día, la nueva sociedad debe surgir de la actualmente viviente.

Estructura y superestructura

Ahora bien, ¿por qué engancharse en el análisis de elementos del aparato superestructural de la sociedad? En este apartado se problematiza brevemente la relación entre estructura y superestructura.

Aunque el marxismo parte de una explicación esencialmente materialista, no pasa por alto el importante efecto de las ideas que operan junto con las motivaciones económicas. Es decir, los aspectos estructurales no se definen únicamente por las relaciones productivas en un sentido estrecho, sino también por las relaciones sociales en un sentido amplio, que incluye tanto las relaciones estructurales como las superestructurales.

En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels afirman que lo que ocurre en el ámbito de la producción material también ocurre en el ámbito del espíritu. Es decir, así como en el capitalismo se crea un mercado mundial, también tiende a crearse una literatura universal o, en términos más amplios, una cultura homogénea. Sin embargo, esta cultura universal tiende a originarse en los países dominantes, aquellos que ejercen su hegemonía política, económica y cultural. Además, estas esferas se determinan mutuamente.

Ha habido una discusión importante en torno a la preponderancia de la estructura económica sobre la superestructura que se remonta a los tiempos de Marx. Ante estas objeciones, Engels respondió con una posición intermedia cuando escribió en una carta a Bloch: "Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien tergiversa esto diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá esta tesis en una frase vacía, abstracta y absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que se levanta sobre ella, como las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las constituciones que redacta la clase triunfante después de una batalla, las formas jurídicas e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en la mente de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y su ulterior desarrollo hasta convertirlas en un sistema de dogmas, también ejercen su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma" (p. 514).

En la teorización particular de la teoría marxista desarrollada por Wolff y Resnick (1987), se argumenta que se hace un énfasis especial en la estructura económica porque es el enfoque particular desde el cual Marx decide analizar la totalidad social, es decir, es su punto de partida inicial, pero esto no significa que tenga una preponderancia especial en toda circunstancia. En su momento histórico y en los períodos anteriores, los filósofos idealistas y las clases dominantes perdían de vista la base económica y realizaban un análisis unilateral del mundo como representación de las ideas o partiendo de una base trascendental, negando la realidad material o subordinándola al espíritu. Sin embargo, esto no significa que una determine a la otra de manera unívoca. Ambas operan simultáneamente, se determinan mutuamente y llegan a definir de manera contingente una dominación concreta en un momento específico.

Es verdad que las clases privilegiadas son las que tienen un acceso preferencial al conocimiento y que sus intereses son las que se ven reflejados en sus teorizaciones en primer lugar, aunque esta correspondencia no es mecánica ni simple. Los productos intelectuales también están anclados en la materia, entendida como la realidad que lo cubre todo y participan de sus condición contradictoria y cambiante.

Conclusión

Es claro que el capitalismo contemporáneo presenta una forma imperialista, en la que un puñado de países rico impone su hegemonía sobre otros países. Los mecanismos de opresión son variados y abarcan tanto procesos económicos como del terreno cultural, político, social y discursivo, entre otros. Las manifestaciones superestructurales predominantes en el capitalismo de hoy en día coinciden en general con cambios en la base material de producción, esto es, el tránsito entre un régimen de acumulación fordista caracterizado por su rigidez a uno más flexible que impera hoy en día, el neoliberalismo, pero esta relación no es directa ni lineal. Diversos autores contemporáneos incorporan nuevos análisis de las formas específicas que toma la sociedad capitalista actual. Esto enriquece el debate político, aunque siempre está el riesgo latente de lateralizar el análisis al enfatizar elementos superestructurales sobre los estructurales.

 

Con autorización del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales


Boron, A. A. (2005). Empire and Imperialism: A Critical Reading of Michael Hardt and Antonio Negri. London and New York: Zed Books.

Eagleton, T. (1987): 'Awakening from modernity.' Times Literary Supplement, 20 February 1987.

Escobar, A. (1995). Encountering development: The making and unmaking of the Third World. Princeton University Press.

Fukuyama, F. (2012). The end of history and the last man. Simon and Schuster.

Hardt, M., & Negri, A. (2000). Empire. Harvard University Press.

Harvey, D. (1990). The Condition of Postmodernity: An Enquiry into the Origins of Cultural Change. Wiley-Blackwell.

Marx, C. (1999). El Capital: crítica de la economía política. Tercera edición, Mexico, FCE.

Marx, K., & Engels, F. (1997). The Communist Manifesto. Foreign Languages Press, 1970. Preparado en línea por David J. Romagnolo.

Nun, J. (2000). The End of Work and the “Marginal Mass” Thesis. Latin American Perspectives, Jan. 2000, Vol. 27, No. 1, The Working Class, Democracy, and Justice (Jan. 2000), pp. 6-32

C. Marx & F. Engels, (1974). Obras Escogidas, en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, t. III.

Said, E. W. (1978). Orientalism. Vintage Books.

Parker, I. (1989). The Crisis in Modern Social Psychology – And How to End It. London and New York: Routledge.

Resnick, S. and Wolff, R. (1987). Knowledge and Class: A Marxian Critique of Political Economy. Chicago: University of Chicago Press, 352p.

Wooffitt, R. (2005). Conversation Analysis and Discourse Analysis. A Comparative and Critical Introduction. Sage Publications.

  • Etiquetas:

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más