MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Huracán “Otis”; una nueva lección a los mexicanos

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Cada situación de emergencia en nuestro país, como la epidemia de covid-19 o el reciente impacto del huracán “Otis” sobre las costas del estado de Guerrero, evidencia completamente la ausencia de una política nacional preocupada por el bienestar de la población mexicana. Los efectos negativos que ocasionan los fenómenos naturales, previsibles en todo momento, también contribuyen a desenmascarar la burda comedia puesta en escena por los adeptos de la “cuarta transformación”, quienes aún intentan convencer a la ciudadanía de su autodenominado “gobierno de los pobres”.

Quizá lo peor de todo es que, a pesar de que tanto los fenómenos adversos y el impacto que éstos pueden tener en la naturaleza y en la sociedad, sean previsibles, los responsables de la aplicación de los protocolos de seguridad hacia la población no les den la más mínima importancia. Sucedió recientemente en el caso de la pandemia sanitaria provocada por el virus del Sars-CoV-2 mejor conocido como coronavirus. La población mexicana fue testigo de la falta de seriedad con que el titular del ejecutivo federal, Andrés Manuel López Obrador, trató inútilmente de enfrentar tan grave problema de salud que ya tenía una gran cantidad de víctimas en algunas partes del mundo y las superfluas e infantiles recomendaciones que realizó a nuestros compatriotas. No fue diferente la actitud del secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, ni del entonces subsecretario, Hugo López Gatell. 

Fieles a la manera irresponsable de conducirse del presidente de la república, los subalternos —carentes de un sentido crítico, oculto u olvidado tal vez por la necesidad de mantener el puesto y el presupuesto—, replicaron esa conducta que finalmente resultó en una de las primeras tragedias sociales de nuestro siglo: México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial, con un total de 424 mil 509 personasmuertas por la errónea política del gobierno de la 4T.

Ahora, los lamentables efectos de este nuevo fenómeno, del huracán “Otis”, nos ayudan a comprender la esencia de este gobierno que se dice de los pobres, pero que no coincide en los hechos con lo que pregona. Esta nueva lección es dolorosa, pero la clase trabajadora debe obtener de ella todas las enseñanzas posibles, con la finalidad de identificar el verdadero problema, descubrir a sus enemigos de clase y vislumbrar la solución a ésta y otras tragedias que nos esperan si en el poder continúan quienes han abusado de la buena fe de nuestro pueblo.

Los niveles de desarrollo alcanzado por la ciencia y las recomendaciones de los países vecinos, permitieron conocer con anterioridad a los funcionarios mexicanos, la magnitud del fenómeno meteorológico y los daños que éste podría causar a la población; particularmente, el Sistema de Alerta Temprana para Ciclones Tropicales (SIAT-CT), que determina la magnitud de la velocidad y dirección de los vientos, emitió recomendaciones para que las diferentes instituciones tomaran las medidas pertinentes y se alertara a la población sobre el riesgo inminente; el sistema meteorológico de los Estados Unidos hizo lo propio hacia el gobierno mexicano.

El sufrimiento por el cual atraviesan en Guerrero nuestros compatriotas en desgracia no es netamente provocado por los efectos del huracán, sino por el actuar del gobierno de AMLO.

Sin embargo, a pesar de conocer la información de antemano, el gobierno no actuó oportunamente para alertar a la población y desplegar los protocolos para resguardar la seguridad de los habitantes; una parte de su deber era asegurarse de que las familias tuvieran conocimiento de lo grave de la situación y la otra, también ineludible, proteger la vida de los habitantes con todos los recursos del Estado. Nuevamente se le dejó a su suerte, tal y como sucedió en los tiempos de la pandemia.

 

Independientemente de las causas por las que el gobierno no cumplió con su responsabilidad, recurriendo nuevamente a las improvisaciones y justificaciones, lo cierto es que, en estos momentos cruciales, la población de Guerrero y Sinaloa están padeciendo sin deberla, los resultados de la política irracional que caracteriza a este gobierno. Este es el ejemplo más claro de lo que significa la vida de los pobres para la mafia de políticos y empresarios que se autodenominan la cuarta transformación.

El panorama no parece alentador para los damnificados y sus familias; el gobierno no tiene dinero para aplicarlo en estatragedia en específico y en otras que pudieran surgir en los próximos días dado el nivel de indolencia y negligencia de aquellos que se hacen llamar la esperanza de México. 

Sedientos de dinero para consolidarse en el poder, esta gavilla de políticos e intelectuales al servicio de los empresarios, confiscaron los recursos que podrían ser aplicados en el caso de una declaratoria de emergencia contenidos en el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) y construyeron toda una maraña burocrática para no liberar esos recursos que podrían servir de mucha ayuda en estos momentos para evitar un mayor sufrimiento.

Es necesario que nuestro pueblo tenga presente que el sufrimiento por el cual atraviesan nuestros compatriotas en desgracia no es netamente provocado por los efectos del huracán, sino por el actuar del gobierno al no cumplir efectivamente con su responsabilidad de prevenir y resguardar la seguridad y la vida de los mexicanos. 

Identifiquemos entonces la actitud que tiene este gobierno ante la vida de los pobres; no se pueden colocar en primer término los intereses económicos de los grandes magnates del turismo y despreciar, en el fondo, a la población trabajadora, rehén en estos momentos de los deseos y aspiraciones del partido oficial para las próximas elecciones.

Esta nueva, pero dolorosa lección, nos ha dejado en claro que este gobierno no está realmente al servicio de los pobres, nuestro deber es trabajar por el bien de nuestros hermanos de clase en la formación de una organización genuinamente popular, capaz de conquistar el poder político de nuestro paísy construir las bases de una nueva patria, en la que no tenga lugar este tipo de sufrimiento provocado por la irresponsabilidad y la indiferencia del gobierno.

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