MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Hegel: Dialéctica y totalidad, una explicación para comprender nuestro tiempo

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En esta sociedad, necesitamos una teoría que demuestre el funcionamiento de la realidad, es decir, una exposición clara sobre los problemas actuales, esta teoría necesita ofrecer razonamiento y argumentos, tal como lo plantea el filósofo Hegel a través de la dialéctica.

Esta sociedad pareciera que nuevos eventos van y vienen sin explicación alguna, sin embargo, en la filosofía todo tiene una razón de ser y en la ciencia tiene una causa, esta sociedad necesita del conocimiento filosófico para continuar un progreso y no meramente superficial.

Hegel describe el Estado moderno, tal como es, pero pretende que esta descripción corresponda a la esencia misma del Estado. Él va de la realidad a la esencia, sin otro fundamento que su concepción metafísica de la identidad. Lo real es lo racional y lo racional es real (la historia política, sería lo racional), frente a esto es evidente que la historia real no es idéntica a la historia racional. Hegel no puede hablar de la historia real sino de una parte de la historia de la racionalidad del saber del espíritu de lo absoluto.

Cuando Hegel habla de que lo real es lo racional y lo racional es lo real, se refiere necesariamente a una parte y no al todo, (partiendo de su concepción de la identidad y de lo absoluto hablar de la historia como un todo) se mueve en una concepción metafísica de la identidad y de la totalidad. Hegel en el plano del saber del espíritu del concepto puro.

La dialéctica tiene un principio y encuentra su momento más alto en el ser absoluto. La historia en el sentido más amplio, una historia universal. Para Hegel la dialéctica es un movimiento hacia el saber absoluto, por ello la identidad en el sentido metafísico es el fundamento de este proceso. La racionalidad de la historia, es la historia del espíritu, la historia del saber. En esta interpretación de la dialéctica hegeliana aparece fundamentalmente los problemas teóricos acerca de la negación y su relación con la identidad (las dificultades se plantean cuando tratamos de ir más allá de esta dialéctica), que se apoya en la idea, y tratamos de fundamentar la dialéctica en el sentido de la historia universal.

La identidad es negación, negación de la negación, es el todo esta totalidad en movimiento es la dialéctica, pero es la historia del saber absoluto de la identidad del ser y de la nada. La historia en Hegel es real y racional es la historia del espíritu y naturalmente no se trata de un espíritu invertido fuera del mundo, (se trata de la historia del hombre, pero es la historia del saber no es la historia de acontecimiento sino la historia de las configuraciones del espíritu desde la figura abstracta de la certeza sensible hasta el saber absoluto).

El saber y el objeto son dos conceptos de lo mismo, lo que significa que la conciencia es el espacio en el cual se manifiesta este proceso del saber. Dialéctica significa, por lo tanto el movimiento mismo de los entes en su totalidad. En este proceso debe incluirse tanto el sujeto psíquico, empírico, antropológico, como al objeto, tal como ocurre en la epistemología o en la teoría del conocimiento. El movimiento no puede ser interrumpido justamente porque se trata del proceso de la totalidad. Dialéctica corresponde al movimiento en este sentido no se trata de un movimiento teórico, sino que se muestra aquí su relación esencial con la práctica, la subjetividad significa algo que va más allá de ella misma, la subjetividad del sujeto que comprende ya en si esta relación sujeto-objeto y que aparece desde Descartes y Leibniz.

El proceso dialectico en el sentido hegeliano en la fenomenología del espíritu se relaciona con la totalidad, la dialéctica no corresponde a un plano empírico a un plano ontico, sino al plano del saber absoluto de la metafísica o de la ontología, (se trata de una explicación de la totalidad de los entes). La dialéctica implica en este sentido hegeliano esta relación con la totalidad la esencia el saber absoluto.

Se trata de una explicación de la totalidad. Queda claro que la dialéctica es ningún caso puede tener solamente un sentido teórico, va mucho más allá de lo puramente teórico y hay que destacar aquí su significación como praxis. Todas las explicaciones de la naturaleza o de la historia de la naturaleza o de la historia remiten a esta idea de la dialéctica como movimiento, como totalidad. La dialéctica es este movimiento del saber de la conciencia del objeto de la totalidad de los entes es un esta sería la negación y la negación de la negación. La dialéctica corresponde en el plano del idealismo alemán a la subjetividad del sujeto al ser de los entes. El concepto, espíritu lo real se identifica en el concepto del dialéctica (por ello podemos hablar de la dialéctica como totalidad como explicación de la totalidad).

¿Se podrá hablar de una dialéctica abierta o de una historia universal? La historia de Hegel es la historia del saber (cuando el espíritu se eleva al concepto puro cancela el tiempo). De aquí podría interpretarse que la historia para Hegel es la historia de una parte de la totalidad. Esto es lo contrario de lo que el pretende pues cuando habla de totalidad, de identidad, de negación de la negación, de dialéctica, se mueve en realidad en el plano de un ente, del ente supremo, del espíritu, del hombre. Se trata de la historia del saber absoluto, de la historia del espíritu que ha llegado al concepto puro y cancela el tiempo y la historia. La concepción metafísica de la identidad y de la negación debe ser superada y transformada en una nueva fundamentación de la dialéctica y de la totalidad.

Pero si queremos hablar de otra temporalidad y de una historia universal, habrá que fundamentar la dialéctica y la negación fuera de la tradición metafísica de la dialéctica de la que Hegel es prisionero. ¿Podría fundarse una dialéctica en el plano de la historia universal y de la naturaleza? La concepción de la dialéctica como identidad seria la forma como la metafísica occidental determina el pensamiento de Hegel. Es necesario superar esta historia de la metafísica y alcanzar la posibilidad de una comprensión de la historia universal, en su sentido más amplio y profundo, donde no aparece ningún fundamento exterior ni en sentido teológico ni en sentido metafísico. Con ello debemos comprender más nuestra realidad.

Filosóficamente es necesario plantear de nuevo el problema de la identidad y la negación, de la dialéctica y la totalidad, pero todo esto sobre la base de la historia universal como historia del hombre real y concreto. Tal como se necesita en la política. Así parece ocurrir en nuestro días con los temas que estamos padeciendo, esta nueva sociedad debe ser comprendida como plantea Hegel.

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