He dicho ya en otros trabajos similares a este, que, aunque no soy un especialista en la materia, creo firmemente que el ejercicio de la lectura en general, pero, sobre todo, de lo que conocemos como buena literatura, es decir, literatura progresista desde el punto de vista social, es casi siempre y sin que lo sepamos, un acto subversivo, emancipador, liberador y, aunque no sea esa la intención del autor de quien se trate, es casi siempre también un acto eminentemente revolucionario.
El que lee bien, y con intención, no puede nunca evitar imaginar y sentir, aunque sea un solo un poco, el escenario, la sensación, la situación o el estado de cosas que plantea el autor en la obra que escribe. Pero, además, el lector que imagina la lectura tal como lo digo, no puede, aunque se lo proponga, dejar de imaginar escenarios y situaciones que prolongan en sentido positivo y progresista la trama, la historia o la situación que manejó y concluyó el autor a lo largo y final de la obra. Yo digo que el que lee, construye con su mente una realidad superior y mejor al gusto de él, y al mismo tiempo para todos. Y en esto, digo yo, consiste el carácter liberador y revolucionario de la buena literatura.
Pero ¿dónde está, y cómo se consigue la buena literatura que emancipa y libera? Está ahí sin que lo sepamos, en todos lados, es la que recomiendan los hombres y mujeres progresistas que no le temen aculturar en serio al pueblo. Solo es cuestión de acercarse y organizarse con los mexicanos indicados y dejarse conducir por ellos. Somos millones. En este tenor, he dicho ya en otra ocasión, que, sin que seamos los únicos, los antorchistas somos unos amantes obstinados de las Bellas Artes; y, la buena literatura, es, sin menoscabo de las otras, una de las más bellas que merece también la pena cultivar. Leer, es dejarse seducir, educar y aculturar, por los genios que, para nuestra fortuna, nos ha dado la inteligencia de la humanidad.
Lo dicho hasta aquí era necesario por la responsabilidad que implica, recomendar a mis escasos y pacientes lectores, la lectura de una obra como pocas que yo haya leído. El libro se llama De la esperanza a la decepción; en él, su autor, el maestro Aquiles Córdova Morán, un intelectual y patriota mexicano como pocos si los hay, hace acopio magistral de una serie de inigualables opiniones suyas que datan desde el año 2000, fecha en que comenzó la gestión del hoy presidente, Andrés Manuel López Obrador, al frente del gobierno de la Ciudad de México (entonces Distrito Federal), hasta 2018, año en que, después de tres elecciones, ganaría la presidencia de la República.
Al lector desprevenido le parecerá tal vez, sólo una crítica más, una más, como las muchas que ya circulan hoy por todos los medios, de la fallida administración gubernamental del hombre que prometió ser la esperanza de los pobres de México. Esto puede ser así, porque, es inevitable para el lector que pone atención, confrontar crítica y sinceramente todo aquello que prometió remediar López Obrador, contra lo que estamos viviendo hoy por todos lados ya casi al final de su mandato.
Pero no es así. Sería casi como un insulto gratuito inmerecido para el autor, considerar que todo el valioso manantial intelectual que en él desborda, tenga como objetivo casi único las acciones de un solo hombre cuyo gobierno, por sus resultados, ya casi todos los mexicanos por iletrados que seamos, podemos caracterizar sin ninguna dificultad. En realidad, el maestro Aquiles se refiere en su obra como ninguno otro, a algo mucho más superior y trascendental, es decir, al futuro que necesitamos en México todos los mexicanos. Es del futuro de nuestra patria, y de ninguna otra cosa, de lo que el maestro nos habla en su más reciente obra literaria.
El buen lector deberá partir siempre de la lectura de una situación particular, concreta y a su alcance de la obra literaria de que se trate, y, a través de ella, descubrir, llegar y concluir en la idea general, abstracta y superior, origen verdadero de la inspiración que motivó al buen escritor.
Sucede que, para entender la esencia que los genios de la literatura plasman siempre en sus verdaderas obras, es preciso ser un buen lector. El buen escritor, el genio, partirá siempre de una idea general, abstracta y muy superior, y concluirá plasmándola indefectiblemente en una situación particular, concreta y al alcance de todos en su obra literaria.
El buen lector, por el contrario, deberá partir siempre de la lectura de una situación particular, concreta y a su alcance de la obra literaria de que se trate, y, a través de ella, descubrir, llegar y concluir en la idea general, abstracta y superior, origen verdadero de la inspiración que motivó al buen escritor. He aquí el verdadero ejercicio de la lectura.
Pero, si alguna duda cabe de todo lo dicho hasta aquí, vaya lo que transcribo a continuación de la obra, sólo un botón de muestra de todo lo que afirmo.
Hablando sólo del gobierno que México urgentemente necesita, y ha necesitado casi desde siempre, el maestro Aquiles dejó plasmado en su obra para la posteridad, el anhelo que todos los mexicanos más desamparados buscamos y defendemos para nuestra sufrida patria. Veamos.
“¿Qué necesitamos? A un mexicano que conozca la situación mundial y del país, pero, sobre todo, que conozca la verdadera base de toda la sociedad, que es la economía del mundo y de México; que sepa qué es la productividad y cómo se eleva; que sepa qué es la inflación y cómo se controla; que conozca cómo funcionan el Banco de México, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial de Comercio y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos; que conozca cómo se promueve el crecimiento del país, qué variables se pueden mover sin consecuencias o con consecuencias positivas, y cuáles no se deben mover por los peligros que entrañan. Necesitamos a un presidente que conozca la economía de México y del mundo, que sepa aprovechar los márgenes pequeños, estrechos, pero al fin y al cabo existentes, de la situación actual de México, que los aproveche con sabiduría y que haga cosas sensatas, serenas, inteligentes, meditadas y responsables para que México avance en la medida que estos tiempos lo permiten, sin andar con sueños de opio que nos lleven a una peligrosa aventura…” (De la esperanza a la decepción, pág. 121, MORÁN, Córdova A.).
Esto, que el maestro Aquiles dijo ante un público el 12 de abril de 2018, en un México con un López Obrador como frenético candidato presidencial, ¿qué, acaso no sigue siendo necesario, hoy más que nunca en el México de ahora, cinco años después, ya sin López Obrador en las futuras boletas electorales? Como dije; es el futuro de México, y no otra cosa, la preocupación principal del genio intelectual que, por fortuna, tenemos ahora todos los mexicanos más desamparados.
Con sincero entusiasmo y respetuosa dedicación a los mexicanos más modestos, recomiendo hoy la buena literatura. Leamos la obra literaria del maestro Aquiles Córdova Morán; tenemos en él, no sólo al genio literario que como otros engrandece con su obra la cultura general del país, es, a su vez, el genio escritor cuya obra está hecha y dedicada por entero a los mexicanos más pobres, buenos y progresistas. Que así sea.
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