MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Futuro incierto para el altiplano tamaulipeco

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El altiplano de Tamaulipas es una zona semidesértica con una extensión de más de 8 mil 500 kilómetros cuadrados, es más grande que los estados de Aguascalientes, Colima, More Tlaxcala y la ciudad de México; en ella viven cerca de 60 mil mexicanos, repartidos en por lo menos 200 pueb colonias y barrios; para llegar algunas de ellas sus habitantes tienen que recorrer largos caminos de terracería en medio de una geografía accidentada y si la condiciones climáticas lo permiten el traslado dura más de una hora. 

Aqu&iacute, como en el resto del país, desde hace dos años, con la llegada del nuevo gobierno de la llamada "Cuarta Transformación&rdquo, la problemática de las familias tamaulipecas va en aumento pues es una zona que ha sido víctima de los recortes criminales a obras de infraestructura y apoyos sociales que tanta falta hacen hoy. A la pobreza multidimensional que ha padecido la zona a causa de la falta de empleos formales, salarios remuneradores, se le suma el total olvido a los pequeños productores del campo por parte del gobierno federal. 

La eliminación del Ramo 23 con el que se hacían importantes obras como: agua potable, electrificaciones, pavimentación de caminos, aulas, espacios deportivos y culturales; y la extinción  de los programas como: el apoyo a ganaderos, diésel agropecuario, estímulos a la producción con semillas y fertilizante, adquisición de maquinaria agrícola e implementos, así como los proyectos productivos, la reducción en apoyo a solo  siete tipos de cultivos en el que sustituye al Proagro, sumado a la eliminación del Prospera, comedores, empleo temporal emergente y los diversos tipos de apoyos a la vivienda; solo han contribuido al empeoramiento de la situación económica y social.

Desde hace décadas el altiplano se caracterizó por ser una las principales regiones exportadoras de mano de obra, principalmente a la unión americana y algunas ciudades del norte de país como Matamoros, Reynosa y Monterrey. Si antes las remesas eran una ayuda a las familias, hoy es oxígeno puro para los hogares más pobres. El aumento de los envíos de dinero que se registró en el 2020, no es un "milagro social” como lo llamó presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, sino la respuesta de los connacionales a la inacción de suya.

Con la llegada del COVID 19 desde hace casi un año la desgracia va en aumento, pues al 24 de enero, la cifra oficial registra, en los cinco municipios, 167 contagios, de los cuales 19 personas han perdido la vida y 25 se encuentran activos. Cierto es que todos tenemos la responsabilidad individual de cuidarnos y cuidar a nuestros seres queridos, pero se vuelve insostenible el confinamiento en una casa que en donde se pasa frio, sin agua entubada, sin la comida asegurada o sin un ingreso seguro. Más aún si la recomendación de la figura que debería poner el ejemplo hace lo contrario: no usa el cubrebocas, llama a darse abrazos, a salir y a protegerse con amuletos, no es casual el aumento record que se ha registrado en los últimos días.

Desde el inicio, el presidente desestimó por completo los efectos de la pandemia y la grave crisis sanitaria por la que estamos atravesando a causa de la covid-19, pues por si solas las cifras oficiales, a nivel nacional, hablan de una verdadera catástrofe humanitaria, en el corte del 21 de enero las cifras de terror sumaron en 24 horas mil 803 fallecimientos y 22 mil 339 casos positivos, al 23 de enero suman ya 149 mil 614 muertos, con un millón 763 mil 219 casos de contagios confirmados.

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Las altas esferas de la política mexicana pudieron, como era su deber, tomar medidas pertinentes como dotar a la población de alimento y servicios básicos para mantener el confinamiento y conducir los recursos necesarios para prepararse, inclusos con más tiempo que otros países, equipando, ampliando y dotando de infraestructura al sistema de salud, además de suministrar las herramientas necesarias al personal de salud para poder combatir el virus, comenzando con el equipo y aditamento necesario para cuidar la salud de los médicos y enfermeras que también suman un alto número de contagios y muertes dentro de los números oficiales.

Esta desatención es una omisión consiente, pues conocían de las consecuencias presupuestales, prefieren sacrificar la vida de miles de mexicanos a cambio de mantener en la misma dirección el gasto de los recursos públicos, que ha sido como desde que comenzó la actual administración: hacia los proyectos prioritarios de AMLO, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía; así como la repartición de dinero por medio de tarjetas con un claro sesgo electoral.

Se avizora un 2021 aún más difícil que el año anterior, sobre todo para los habitantes de éste rincón de Tamaulipas, en el que el tema electoral está a la orden del día, no son pocos los que recorren las comunidades en busca de la simpatía del electorado, la lluvia de promesas y ofertas, como la inclusión en programas de apoyo con dinero o la amenaza de quitárselo a quien no apoye, y hasta la repartición de puestos, son el pan de todos los días; los más peligrosos son los morenistas  que diciéndose representantes del pueblo se quieren aprovechar nuevamente de la sed de justicia social de los necesitados, para tomar el poder de nuestro estado y de los municipios, trataran de hacer creer al ciudadano que con ellos en el  poder, ahora s&iacute, llegara en cascada todo el apoyo federal que en dos años no hemos visto, ni siquiera en la tierra del presidente por motivo de las inundaciones, donde los tres órdenes de poder son del mismo partido.

Los resultados del gobierno federal hablan por sí solos: aumento de la pobreza, de la violencia y los homicidios, desatención de la salud, pérdida de empleos, cero crecimiento económico, entre otros. Todo ha sido culpar al pasado, sin reconocer errores ni reorientar el rumbo, con la falsa idea de que se lucha contra la corrupción, desviando la atención de temas importantes. Es el momento de que el pueblo reflexione sobre la grave situación que prevalece en nuestras comunidades. Cierto es que hace falta mucho y que la desesperación puede llevarnos caer en los cantos de sirena, urge aprender de la experiencia nacional para evitar un desastre mayor del que no podamos salir a tiempo. 

Los antorchistas seguiremos recorriendo los caminos del altiplano, sabedores de la responsabilidad que conlleva la confianza que depositan en nosotros miles de compañeros y nos comprometemos a seguir conduciéndolos por el camino más seguro posible. Por eso les recordamos lo que dijo el gran poeta uruguayo Mario Benedetti: "De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: de la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra". 

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