MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Forjemos el camino hacia la victoria

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Los grandes hombres siempre encuentran grandes ideas,

las levantan cual banderas y con ellas

agitan los corazones de millones.  

 

En marzo de 1898, un puñado de soñadores rusos (nueve delegados representantes de las diferentes organizaciones) hicieron lo que antes habían logrado los socialdemócratas alemanes, a saber: conformar un partido que defendiera a los trabajadores. Lo cierto es que los revolucionarios rusos lograron lo que antes nadie, es decir, tomar el poder de un país y ponerlo en las manos de obreros, campesinos, soldados, etcétera, organizados en los soviets para construir una sociedad en la que por primera vez un gobierno instituye guarderías para hijos de trabajadoras y la mujer comienza a cobrar los mismos salarios que el hombre; con la creación de otros servicios similares que impulsaban su labor socialmente reconocida, se le estimuló a superarse intelectualmente y salvar a la humanidad de la amenaza nazifascista.

En la China semifeudal, un grupo de valientes (50 militantes) fundaron en julio de 1921 el partido que no sólo expulsaría a los invasores japoneses y acabaría con los nacionalistas enemigos del pueblo chino, sino más importante aún, estos valientes fundaron el partido que llevaría a cabo la grandiosa tarea de construir una sociedad que ha hecho lo que nadie: sacar de la pobreza a 800 millones de seres humanos que hoy tienen mejores perspectivas de futuro: en esperanza de vida de 76.7 años; una tasa de alfabetización del 96.8 % e ingresos per cápita muy parecidos a los de los llamados países desarrollados, que se han impuesto como meta la construcción integral de una sociedad modestamente acomodada.    

De la fusión de organizaciones que apenas alcanzaban veinte delegados nació el partido que expulsó a los franceses que durante años sometieron al pueblo vietnamita y no es esta la mayor de las proezas que el pueblo dirigido por los comunistas encabezados por Ho Chi Minh logró. Este pueblo fue el primero en derrotar al ejército más poderoso de la historia de la humanidad. Hoy, el pueblo y su partido han hecho de Vietnam una nación con grandes perspectivas de desarrollo.

En el año nuevo de 1959, los revolucionarios y el pueblo que vio en Fidel la posibilidad de alcanzar la verdadera independencia iniciaron el camino, no exento de dificultades, para hacer de Cuba un país para todos. Aun cuando tiene encima al imperio estadounidense, este pequeño gran país sigue siendo faro que alumbra la lucha de los pueblos y esperanza de los que creemos que una sociedad humana es posible.  

Los pueblos de África que se sacudieron el apartheid con Nelson Mandela como inspirador de hombres libres; los chilenos que durante tres años vieron el potencial que el pueblo posee como constructor de futuro; los salvadoreños que estuvieron muy cerca de la victoria y los nicaragüenses que hoy día siguen las enseñanzas de Sandino y Fonseca: todos ellos son ejemplos de heroísmo y dignidad; la muestra de que los pueblos jamás dejarán de luchar a pesar de todas las dificultades que los poderosos les impongan.

Todos nosotros, inspirados por la luz de nuestra Antorcha, hemos arrancado sonrisas a nuestros niños, hemos iluminado los rostros de las familias; junto con los campesinos sembramos esperanza.

La historia de nuestra organización es muy parecida a las anteriores. Hombres y mujeres encabezados por el ingeniero Aquiles Córdova Morán fundaron el movimiento que no sólo le ha cambiado el rostro a pueblos enteros; este movimiento también ha transformado a muchos, ha descubierto en nosotros a seres sensibles e inteligentes; capaces de hacer muchas tareas. 

Todos nosotros, inspirados por la luz de nuestra Antorcha, hemos arrancado sonrisas a nuestros niños, hemos iluminado los rostros de las familias; junto con los campesinos sembramos esperanza, junto a cada joven hemos trabajado para que estos avancen en su educación y se conviertan en los muchachos que el país necesita, y con los obreros levantamos el puño en cada mitin, en cada huelga. Con todos nuestros hermanos de clase avanzamos en la conquista del sueño común que albergamos en nuestras almas. 

Como ven, compañeros, compañeros del alma, sépanlo bien: pertenecemos a un movimiento que está condenado a la victoria. ¿La razón? Estamos del lado correcto de la historia. Nosotros, inspirados en la ciencia que guía al proletariado, ganaremos.

Sé (y ustedes también) que el camino está lleno de retos, dificultades, penurias y derrotas, pero no importa. Nosotros los antorchistas –tú, él, ella, nosotros– tendremos la entereza para hacerle frente al sistema y saldremos triunfantes. ¡Que nadie lo dude! ¡Adelante, compañeros! 

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