Basta con dar un vistazo a la prensa, redes sociales y diversos medios de comunicación para darnos cuenta de que en México sucede algo importante, lamentablemente no para bienestar de los mexicanos. Las noticias constantes sobre desapariciones, masacres a plena luz del día se han convertido en algo habitual, tanto, que el Comité Internacional de la Cruz Roja ha manifestado que el panorama de la violencia en el país se asemeja a un “conflicto armado”.
Ataques armados en Obregón, Guanajuato, Nuevo León, así como las desapariciones son tan constantes que pareciera que en no hay lugar del país en el que los ciudadanos se puedan sentir seguros. Guaymas justo acaba de aparecer como la ciudad de México que más muertes violentas registró: de 135 homicidios a 244 en el último año. Lastimosamente esta es una realidad que desde años atrás, desde la llamada guerra contra el narco se ha venido agravando y que en la actualidad no se puede ocultar más.
En este contexto de inseguridad y de violencia, es como nos hemos enterado, a lo largo de los últimos años, de la muerte de activistas, es decir, de personas que desde una perspectiva u otra han defendido causas justas para el pueblo o el medio ambiente. Por ejemplo, según el portal de El País, en México, durante 2021, murieron por lo menos 54; mientras que Desinformemonos.org menciona que en 2022 fueron 72, y en lo que va de 2023 las cosas no parecen ir mejor.
El caso más reciente y relevante por la forma en la que se llevó a cabo, fue el homicidio de dos activistas del Movimiento Antorchista del estado de Guerrero, quienes junto con su hijo menor de seis años fueron brutalmente asesinados a golpes para después ser abandonados en un barranco dentro de un vehículo. Algo que llama la atención en un primer momento es la lentitud con la que se atendió la denuncia por parte de la ciudadanía, pasaron horas en las que nadie hizo caso.
Esto da a entender la poca importancia que se le da a la gente cuando habla pidiendo la participación de las autoridades policiales. Asimismo no se ha dicho nada que indique que se está buscando a los responsables. Una realidad es que la impunidad es la regla. La mayoría de los delitos cometidos quedan sin castigo, y parece ser que es lo que se pretende que pase en este caso.
Este es solo un aspecto de lo que mencionábamos al inicio, es decir, las cosas que pasan en México y que afectan negativamente la condición de la población. Otra vertiente tiene que ver con el aumento de la pobreza, pues este problema se ha agudizado, hoy hay más pobres que antes y desde el Estado no parece haber perspectivas serias de solución. No podemos aceptar tranquilamente la falsa idea de que son los programas de transferencias monetarias los que van a solucionar estos problemas. Se niega a las personas el derecho a una vida digna mediante la obtención de servicios de calidad como agua, drenaje, pavimentación, escuelas, a cambio de unos cuantos pesos. Todo estado que le niegue a los ciudadanos los derechos básicos para que puedan tener una vida digna es un estado autoritario, y eso es lo que tenemos en México.
Y cuando las personas deciden organizarse para exigir, el ataque es la respuesta. Para la 4T la única manifestación válida es la que signifique una alabanza hacia ellos. Es por eso que a pocos meses de procesos electorales como en el Estado de México, es de vital importancia que la ciudadanía se organice y no se deje intimidar; los programas sociales van y vienen, así como los gobiernos despóticos, pero la dignidad de luchar por el derecho a una vida digna perdura, y eso es lo que posibilita la llegada, tarde o temprano, de los cambios revolucionarios.
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